Las Revoluciones de 1848: Un Hito Transformador en la Historia Europea

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Las Revoluciones de 1848: Un Punto de Inflexión en la Historia Europea

La de 1848 fue la última de las tres grandes oleadas revolucionarias del siglo XIX, tras las de 1820 y 1830. Compartían con estas últimas su inspiración en los principios de la Revolución Francesa, pero su expansión e influencia fueron mayores. Las Revoluciones de 1848 señalaron la apertura de un nuevo periodo histórico. Aunque su difusión fue rápida, su fracaso resultó igualmente fulgurante.

Revolución Democrática y de Gran Contenido Social

En los años anteriores a la revolución, entre 1846 y 1847, Europa sufrió una crisis agraria que generó hambre y descontento. En 1848, París, Berlín, Viena, Praga, Budapest, Milán y Roma se llenaron de barricadas pobladas de trabajadores urbanos. Reclamaban los derechos y libertades más radicales de la Revolución Francesa: sufragio universal masculino, república democrática y social, etc. La de 1848, por lo general, fue una revolución urbana que no consiguió movilizar a los campesinos. Los liberales moderados abandonaron la revolución, se volvieron contra los revolucionarios y pactaron con los sectores más conservadores.

La Revolución de 1848 en Francia

Los acontecimientos de Febrero de 1848 en Francia expresan el carácter democrático y social de la revolución. El protagonismo lo tuvo el París de las barricadas que derrotó a Luis Felipe de Orleans e impuso la Segunda República. El nuevo gobierno provisional intentó proporcionar trabajo y subsidio a los parados y estableció una jornada de trabajo máxima. Pero las elecciones generales dieron la espalda a la izquierda. Surgió así una república conservadora que se encargó de abolir las medidas socialistas y de aplastar una nueva rebelión de los obreros de París en el mes de junio. En diciembre de 1848 fue elegido presidente de la república Napoleón Bonaparte, sobrino del emperador.

Revolución de Carácter Nacionalista

En la Confederación Germánica, numerosos liberales de todos los estados se reunieron y decidieron convocar un parlamento alemán en Fráncfort. Los miembros de este parlamento decidieron redactar una constitución nacional. Las rebeliones de Viena y Berlín paralizaron momentáneamente a Austria y a Prusia. Este hecho facilitó la tarea a los nacionalismos en otras áreas. En Hungría, el también nacionalista y demócrata Lajos Kossuth logró que se formara un parlamento y se aprobara una constitución. Los eslavos de la cuenca del Danubio y los checos obtuvieron concesiones tras una sublevación en Praga. En Italia, Venecia y Milán se rebelaron contra los austriacos. En Roma, el nacionalista y demócrata Mazzini y sus partidarios derrocaron al Papa e impusieron la república. Pero a partir del verano de 1848, el gobierno austriaco comenzó a anular la mayoría de las concesiones políticas y constitucionales. El ejército imperial entró sucesivamente en Praga, Viena, Budapest, Milán y Venecia y llevó a cabo sangrientas represiones. El parlamento de Fráncfort se disolvió. En Hungría, los austriacos encontraron mayor resistencia. En Italia, las tropas tuvieron que enfrentarse a las del rey de Piamonte.

A pesar de su fracaso, las Revoluciones de 1848 tuvieron consecuencias como las siguientes:

  • Se abandonó el sistema internacional que había surgido en 1815 y se sucedieron los conflictos entre las potencias europeas.
  • En áreas como Alemania, Italia, Hungría y Bohemia apareció un nacionalismo insatisfecho.
  • Tras 1848, los liberales moderados consiguieron importantes concesiones económicas y participaron en muchos gobiernos.
  • Durante los años 50 y 60 del siglo XIX se realizaron reformas desde arriba, es decir, sin presión social.
  • La burguesía pactó con los gobiernos y se hizo conservadora.
  • Los obreros urbanos comenzaron a organizarse políticamente de forma autónoma.

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