La Revolución de los Materiales en la Arquitectura del Siglo XIX

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Arquitectura de los nuevos materiales

Durante el siglo XIX, la arquitectura experimentó importantes transformaciones, paralelas al historicismo o el eclecticismo que se apoyaban en estilos del pasado. Aparecen nuevas tipologías: grandes fábricas, estaciones de ferrocarril, edificios para las exposiciones universales, puentes… La arquitectura deberá conciliar a partir de ahora lo funcional y lo estético.

La sociedad necesitará nuevos espacios y son necesarios nuevos materiales que cambian el concepto tradicional de la arquitectura. Materiales como el hierro, el acero o el cristal. El hierro tendrá un papel fundamental. A lo largo de la historia, el hierro se había utilizado en arquitectura como material auxiliar. La revolución industrial permitió producir grandes cantidades a bajo costo.

En principio, fueron los ingenieros (en Inglaterra) los que comenzaron a utilizarlo, sobre todo en la construcción de puentes.

En las décadas siguientes, el Crystal Palace fue el primer edificio que utilizó una estructura de hierro y cristal, obra de Paxton en la primera Exposición Universal celebrada en Londres. Era una especie de monumental invernadero de hierro y cristal, el edificio era desmontable y estaba hecho con piezas prefabricadas.

Destacamos también la Biblioteca Nacional de París, cuya sala de lectura está cubierta por una inmensa vidriera sostenida por finas columnas de hierro.

Hacia finales del siglo XIX, la técnica está muy consolidada. Sin embargo, se discutían sus valores estéticos.

La mejor expresión de esta nueva arquitectura del hierro la encontramos en las Exposiciones Universales, símbolo del progreso del país que las organizaba. Estos edificios se construían con materiales prefabricados, se montaban en un tiempo récord y con un coste mínimo, se desmontaban fácilmente y sus piezas se podían redifundir o reutilizar de nuevo.

Entre 1867 y 1889, con la Torre Eiffel, el hierro alcanza su mayor esplendor para la exposición universal de París.

Chicago había sufrido en 1871 y 1874 fuertes incendios que dejaron gran parte de la ciudad destruida. El nuevo Chicago significó el triunfo total de los nuevos materiales, la nueva tecnología (ascensor) y una nueva tipología de edificios: los rascacielos. Estas serán las principales características de la llamada Escuela de Chicago, donde destacamos a Louis Sullivan con los grandes almacenes Carson. La idea que define su arquitectura es que “la forma sigue a la función”, es decir, la arquitectura es funcional, es más importante que cumpla su función a la perfección aunque las apariencias no destaquen. Este planteamiento tendrá una importante influencia en el racionalismo.

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