La Revolución de Manet: Desayuno sobre la Hierba y el Nacimiento del Arte Moderno
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El Desayuno sobre la Hierba de Manet: Una Obra Revolucionaria
Autor: Édouard Manet
Fecha/Época: 1863, siglo XIX
Estilo: Impresionismo (Precursor)
Técnica: Óleo sobre lienzo
Contexto Histórico y Recepción Crítica
En 1863, Édouard Manet presentó su obra El Desayuno sobre la Hierba en el Salón Oficial de pintura de París. Sin embargo, el jurado lo rechazó, junto a otras obras, lo que levantó fuertes protestas por parte de los artistas de la época. Para apaciguar los ánimos, Napoleón III autorizó la organización de una exposición paralela: el célebre Salón de los Refusés (o Salón de los Rechazados).
Manet expuso su obra en este Salón alternativo, donde fue objeto de duras críticas. El cuadro, aunque inspirado en maestros clásicos como Rafael y Tiziano, estaba interpretado en el dibujo y en el color de una forma radicalmente moderna, lo cual era inaceptable para los defensores del arte oficial. Aún más inaceptable resultaba la representación de un desnudo femenino junto a hombres vestidos con la indumentaria de la época, una iconografía que desafiaba las convenciones morales y estéticas del momento.
Iconografía y Composición Innovadora
La iconografía de El Desayuno sobre la Hierba procede de un cuadro de Tiziano, El concierto campestre, que representa a unas divinidades en un entorno rural. La composición, por su parte, se inspira en un dibujo de Rafael con divinidades fluviales en El Juicio de Paris. No obstante, Manet trata estas figuras de forma plenamente moderna, transformando a las divinidades clásicas en parisinos contemporáneos.
La escena muestra a dos hombres vestidos según la moda de la época, semirrecostados en el campo, conversando con una mujer desnuda. Esta mujer, con una mirada pícara, se dirige directamente al espectador, rompiendo la cuarta pared. En segundo plano, otra figura femenina, más borrosa, aparece agachada con los pies dentro del agua. La escena se desarrolla en un bosque frondoso, con grandes árboles que crean una atmósfera apacible y relajada. La obra es una síntesis magistral de estudio del paisaje, figuras y bodegón.
Revolución Técnica y Uso del Color
Manet abandona el dibujo y el claroscuro tradicional, sustituyéndolos por una disposición de grandes manchas de color planas. Las figuras carecen de modelado volumétrico, aunque algunas aparecen en escorzo, y el uso del negro ha desaparecido de las formas. Son los matices del verde, más o menos oscuros, los que señalan las diferencias entre los espacios de sombra y luz, creando una nueva forma de representar la profundidad y el volumen.
La luminosidad del colorido se potencia por el reflejo del agua y la bruma del fondo. La visión central del foco tradicional se descentraliza en profundidad, creando diversos puntos de fuga transparentes que guían la mirada del espectador a través del agua, la hierba y el espacio entre los árboles.
La mancha de color blanco de la mujer desnuda contrasta vivamente con los tonos marrones y verdes de los trajes de los hombres. Destacan también los amarillos, rojos y blancos de la fruta y las telas en primer plano. El paisaje se construye a base de manchas verdes planas que rodean a la mujer agachada. Las figuras se integran armónicamente en el ambiente que las contiene, sin establecer diferencias jerárquicas. Todo es color: llenos y vacíos, luces y sombras, donde cada mancha de color está intrínsecamente relacionada e influida por las próximas, anticipando las innovaciones del Impresionismo.