La Revolución Industrial: Transformaciones Clave en Agricultura e Industria

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Transformaciones Agrícolas en la Revolución Industrial

El aumento de la producción agraria exigió profundos cambios tecnológicos e institucionales. Se introdujeron nuevos sistemas de rotación de cultivos, que incrementaron la productividad al cultivarse más superficie (gracias a la supresión del barbecho) y al crecer los rendimientos, sustituyendo la fuerza humana por la animal. Otros avances clave incluyeron:

  • Selección de semillas mejoradas.
  • Mejora en la cría del ganado.
  • Utilización de arados de hierro más perfeccionados, tirados por caballos.
  • Nuevas técnicas de drenaje.
  • Nuevas formas de organización del trabajo.

Estos cambios se expandieron por todo el país gracias a las reformas institucionales. Las transformaciones en el sector agrario tuvieron efectos muy importantes en el crecimiento económico: el aumento de la producción elevó el consumo de alimentos, se incrementó la demanda de bienes de capital (sobre todo de productos siderúrgicos), la inversión en carreteras, canales, minas y fábricas aumentó, y se facilitó un profundo cambio en la estructura del empleo.

La Revolución Industrial en el Sector Manufacturero

Las industrias del algodón, el hierro y la minería fueron las primeras en adoptar y utilizar nuevas técnicas. Inglaterra, a mediados del siglo XVIII, poseía condiciones favorables como la libertad e incentivos para innovar, así como una fuerza laboral de artesanos cualificados.

La eclosión de las nuevas tecnologías puede explicarse por tres hipótesis principales:

  • El aumento de la demanda del mercado británico.
  • El crecimiento del mercado exterior.
  • Los elevados costes de producción por encargo.

La Industria del Algodón: Motor de la Innovación

La producción de tejidos de algodón requiere una serie de procesos:

  • Hilar
  • Tejer
  • Lavar
  • Suavizar
  • Blanquear
  • Colorear

Tradicionalmente, todo ello se realizaba de forma manual y dispersa en hogares o talleres campesinos. En 1733, un artesano inventó un modo de tejer más rápido con una lanzadera volante, lo que generó la necesidad de una máquina que hilara a mayor velocidad. Poco después, llegó una máquina que permitía hilar varios husos a la vez. Un año más tarde, aparecieron máquinas que se movían de forma hidráulica y eran capaces de hilar decenas de husos, haciendo necesario el desarrollo de telares no movidos por el hombre, lo que se logró más tarde, con mecanismos impulsados por caballos o de forma hidráulica. Posteriormente, se ideó la máquina de vapor, que más tarde fue acoplada a los procesos de hilar y tejer.

Fue crucial sustituir sustancias orgánicas por inorgánicas, más abundantes y baratas, en los procesos de blanqueo y teñido. El origen de la fábrica se atribuye a la incompatibilidad de la nueva maquinaria con el trabajo doméstico y a la necesidad de controlar y disciplinar a los trabajadores. El nuevo sistema fabril supuso un gran impulso a la productividad, haciendo que los costes y precios bajaran significativamente. La industria del algodón conquistó rápidamente los mercados externos. El crecimiento de esta industria provocó economías de aglomeración, fomentando el desarrollo del transporte y la infraestructura.

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