La Revolución Industrial en España: Un Desarrollo Desigual

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La Revolución Industrial en España tuvo unas características particulares. En Inglaterra a mediados del siglo XVIII tuvo lugar una renovación de la agricultura y nuevos sistemas de producción fabril que dieron lugar a la Revolución Industrial, con un crecimiento económico sin precedentes.

En España en el siglo XIX se produjo un proceso de modernización económica, pero fue lento debido a la inestabilidad política, a la escaseza de materias primas y capitales, a la falta de innovaciones tecnológicas y a la mentalidad conservadora de los empresarios y gobernantes. Por eso se habla del fracaso de la revolución industrial o la del “modelo latino”.

Esta modernización fue desigual en las distintas regiones españolas y tuvo una incidencia desigual en los distintos sectores económicos.

Dentro de España existía un fuerte desequilibrio territorial y regional, zonas atrasadas y zonas desarrolladas como el País Vasco y Cataluña, fuerte dependencia del exterior (tecnología, equipamiento), la importancia de la minería y una política proteccionista.

A finales del siglo XIX la economía española era principalmente agraria.

El Sector Textil

El camino hacia la industrialización fue iniciado por el sector textil, principalmente el del algodón. Siendo Cataluña la principal zona de producción de textil, donde ya existía una vieja tradición artesanal (las indianas).

El fortalecimiento de la industria textil catalana se explica, por otra parte, por su predominio casi en exclusiva del mercado interior español, ya que estuvo defendido por altos aranceles debido a una política proteccionista del gobierno central. Ligada al sector textil surge una industria química de colorantes y lejía.

La Siderurgia

El segundo sector que destaca en su desarrollo es la siderurgia, aunque tiene un desarrollo tardío.

La siderurgia española estuvo muy supeditada a la explotación mineral de sus materias primas: mineral de hierro y carbón.

Durante la primera mitad del siglo XIX ofrece una triple localización:

  1. Siderurgia malagueña. Fue la primera en introducir los altos hornos (1830-1864) pero fracasaron debido a los elevados costes del carbón vegetal.
  2. En Asturias. La explotación masiva del carbón (data de los años cuarenta del siglo XIX) con la posterior instalación de altos hornos y de diversas industrias metalúrgicas con capital foráneo. El proceso industrializador presentó numerosas dificultades. El carbón resultaba caro y, como no podía competir frente al inglés, se aplicó una política proteccionista que facilitó su crecimiento de manera artificial.
  3. La siderurgia vasca. Tiene su crecimiento en el último cuarto del siglo XIX. La existencia de mineral de hierro, muy abundante y de calidad, permitió crear en Bilbao el mayor centro siderúrgico español. La política arancelaria desde la década de 1890, que gravaba productos siderúrgicos extranjeros, permitió el crecimiento de la siderurgia vasca. A partir de esta industria se creó una red de empresas de construcción mecánica y naval.

En Cataluña también hubo un importante foco siderúrgico, totalmente renovado desde el punto de vista tecnológico.

El Ferrocarril

A mediados del siglo XIX España presentaba un panorama negativo, con grandes dificultades de comunicación. El ferrocarril, que era un medio barato y eficaz de transporte terrestre, llegó relativamente tarde a España (1848 – línea Barcelona-Mataró). Era necesario aumentar la construcción para impulsar la economía y dar salida a los productos agrícolas del interior de España.

La Ley de Ferrocarriles de 1855 estimuló la creación de la red ferroviaria básica mediante:

  • El apoyo del Estado a través de subvenciones y franquicias arancelarias para importar materias primas.
  • Entrada masiva de capital extranjero, permitido por la ley para facilitar la construcción.
  • Desamortización de Madoz, que propició recursos financieros.

Como consecuencias positivas de la introducción del ferrocarril destacamos:

  1. Fue decisivo en el proceso de modernización económica y como fuente de empleo
  2. Ayudó a la bajada de precios y el aumento de intercambios
  3. Contribuyó a la articulación de un mercado interior, especialmente de cereales y tejidos

Como aspectos negativos:

  1. El trazado ferroviario no seguía las necesidades de la industria sino que era una estructura radial con centro en Madrid.
  2. El ancho de vía de 1,67 (en el extranjero era 1,44) dificultó los intercambios internacionales.
  3. Capital mayoritario extranjero que remó el desarrollo interno.
  4. Construcción por empresas privadas extranjeras con lo que los beneficios iban a manos privadas extranjeras.

No se produjo un aumento de demanda sobre el sector siderúrgico o de maquinaria que la construcción de los ferrocarriles podría haber provocado igual que en otras economías europeas. Por eso se dice que la construcción de la red ferroviaria fue una ocasión perdida para la industrialización.

Conclusión

El papel del ferrocarril en el desarrollo económico español resulta polémico: por una parte permitió comunicar unas zonas con otras, creando un mercado interior e integrador y por otra los resultados fueron inferiores a los esperados.

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