La Revolución Francesa: Hitos y Transformaciones del Nuevo Régimen

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El Nuevo Régimen: Cimientos y Transformaciones de la Revolución Francesa

El Nuevo Régimen se fue conformando por obra de la Asamblea Nacional. Aparte de las medidas sociales ya mencionadas, el 27 de agosto se aprobó la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano. Aunque los americanos ya habían aprobado su Declaración de Derechos, este documento fue más operativo e influyente en la historia del mundo. Pese a que sea un poco utópico —«todos los hombres nacen libres e iguales»—, ha servido de base a cuantas declaraciones de derechos humanos se han hecho después, y contribuyó en muchas épocas de la Edad Contemporánea y en muchos países a resaltar públicamente la dignidad de la naturaleza humana y el carácter inviolable de cada conciencia.

La Gran Reforma Administrativa y Territorial

Antes de aprobarse la Constitución, se puso en marcha la gran reforma administrativa. El deseo de igualdad y la supresión de privilegios territoriales condujeron a una homogeneización de la maquinaria administrativa que pudo degenerar en centralismo, o bien en la ignorancia de las peculiaridades de cada región. Sin embargo, todo ello se hizo en nombre de unos criterios que se juzgaban más modernos y, por tanto, más «progresistas» que los del Antiguo Régimen. La división territorial fue al mismo tiempo un triunfo de la geografía sobre la historia; actualmente aún existen estas divisiones. Desaparecían las divisiones tradicionales, basadas en siglos de convivencia, en tradiciones culturales o de costumbres. La uniformación significaba, por un lado, igualdad absoluta entre todas las comunidades; por otra, monotonía y centralismo.

Crisis Económica y la Cuestión Eclesiástica

Los problemas económicos habían llegado a extremos angustiosos, y la Asamblea, para solucionarlos, decretó el 2 de noviembre la incautación de los bienes eclesiásticos, que a continuación el Estado vendió como si fueran suyos. Para facilitar la operación a los compradores, se emitió un tipo de papel moneda que provocó una inflación enorme.

Casi todo el proceso revolucionario estuvo dominado por esta espiral de emisión de más papel y más inflación. Las bruscas subidas de precios provocaron continuas revueltas, que contribuirían a la posterior radicalización de la Revolución. Individuos de las clases medias o arrendatarios de buen nivel se quedaron con las tierras, en tanto la Iglesia resultó arruinada. Se dictó el 20 de julio de 1790 la Constitución Civil del Clero, que reducía el número de diócesis y convertía tanto a obispos como a párrocos en funcionarios del Estado, dependientes de él y perceptores de un sueldo fijo. Aunque muchos clérigos pudieron con ello mejorar su situación económica, la mayor parte no aceptaron una solución que les hacía depender del poder político y no de Roma. Se dividió así el clero francés en juramentados y refractarios, sembrando un nuevo campo de discordia.

La Constitución de 1791: Consolidación del Nuevo Régimen

En septiembre de 1791 se aprobó al fin el texto de la Constitución, principal finalidad de la Asamblea y símbolo de la entrada de Francia en el Nuevo Régimen. La Constitución de 1791 es monárquica moderada. Proclama la soberanía nacional y divide el poder en los tres preconizados por Montesquieu: Legislativo, Ejecutivo y Judicial. Refrenda los derechos ciudadanos, pero limita el ejercicio del sufragio a los «ciudadanos activos», por lo general de acuerdo con su capacidad económica. La primera ley electoral del Nuevo Régimen es menos democrática que la última del Antiguo Régimen, la decretada por Luis XVI para reunir los Estados Generales. Cuando el monarca juró la nueva Constitución, fueron muchas las voces que se alzaron para proclamar que la Revolución se había consumado.

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