Revolución Francesa y Europa en el Siglo XIX: Transformación Política y Social

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Causas de la Revolución Francesa

Francia se encontraba en una profunda crisis económica y social. Venían sucediéndose malas cosechas que provocaron el alza de los precios de los alimentos. La burguesía estaba enriquecida por el crecimiento económico, pero también descontenta por su marginación política, pues solo los privilegiados podían ostentar cargos y gozar de reconocimiento social. La burguesía aspiraba a poner fin al absolutismo y al sistema del Antiguo Régimen. La monarquía se hallaba en una profunda crisis financiera, debida a los elevados gastos del Estado, de la corte y de la ayuda francesa a la independencia de Estados Unidos. La solución pasaba por una reforma fiscal que obligase a la aristocracia a pagar impuestos.

El Comienzo de la Revolución: 1789

Se inició con una revuelta de la aristocracia. Los privilegiados se negaron a pagar impuestos y exigieron a Luis XVI que convocase los Estados Generales. Estos se abrieron en Versalles, presididos por el rey y formados por representantes de la nobleza, el clero y el Tercer Estado. Los representantes del Tercer Estado exigieron doble representación y el voto por persona, pero solo les concedieron la doble representación, ya que estaba en juego la idea de la Soberanía Nacional. Los diputados del Tercer Estado se erigieron en Asamblea Nacional y se comprometieron a elaborar una constitución.

El Fin del Antiguo Régimen

El pueblo de París respaldó a los representantes del Tercer Estado, y ante el temor de que las tropas reales detuvieran a los diputados, asaltaron la fortaleza de la Bastilla, tomaron las armas y se pusieron a defender el progreso revolucionario. Formaron también una revuelta antiseñorial en el campo. Con estos hechos, la Asamblea Nacional Constituyente decretó la abolición de los principios feudales y promulgó la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano.

Fases de la Revolución

La revolución atravesó diferentes etapas que coincidieron con diferentes propuestas para organizar el estado:

  • Monarquía constitucional: estaba apoyada por la burguesía conservadora, que aspiraba a llegar a un acuerdo con el rey y los privilegiados para abolir el Antiguo Régimen e imponer el liberalismo.
  • La República democrática: fue impulsada por la burguesía radical y los sectores populares, que ambicionaban una transformación más profunda.
  • La república burguesa: supuso un retorno al poder de la burguesía conservadora, que consagró el predominio del propietario.

La Monarquía Constitucional

El rey y la nobleza aceptaron la nueva situación y la Asamblea Nacional inició un proceso reformista para convertir Francia en una monarquía constitucional y parlamentaria. En 1791 se promulgó una constitución, que ejemplificó los ideales del liberalismo político: separación de poderes, soberanía nacional e igualdad legal para todos los ciudadanos, aunque reservaba al rey el derecho al veto. Se estableció el sufragio indirecto y censitario, que dividió a los ciudadanos en activos si tenían riqueza y pasivos si no. Tras la aprobación del texto constitucional se formó una Asamblea Legislativa, en la que se redactaron nuevas leyes para garantizar la igualdad de todos. Se creó un nuevo ejército (Guardia Nacional).

Diferentes Opciones Políticas

Las reformas del período 1789-1791 satisficieron a los burgueses al concederles derechos políticos y libertad económica. El nuevo régimen contaba con muchos opositores: la nobleza que deseaba recuperar sus privilegios, el clero descontento por la desamortización y la monarquía que conspiraba para derribar la Asamblea. Los sectores populares mostraron su descontento ante la restricción del sufragio a los que poseían bienes o dinero y el encarecimiento del coste de la vida. Entre los revolucionarios destacaban los girondinos y los jacobinos, y también los cordeliers, que tenían el apoyo de los Sans-culottes.

El Fracaso de la Monarquía Constitucional

La oposición de la familia real a la Revolución se manifestó a raíz de su huida de París para unirse al ejército austriaco, que planeaba invadir Francia y restablecer el absolutismo. El monarca desprestigiado fue devuelto a la capital. La Asamblea Legislativa declaró la guerra a Austria. Los austriacos invadieron Francia y llegaron a las puertas de París. La situación originó un clima de revuelta entre los Sans-culottes, quienes asaltaron el palacio real y proclamaron la república.

La Convención Girondina

La república quedó en manos de los girondinos, que convocaron elecciones por sufragio universal masculino para la nueva Convención Nacional. Ésta llevó a cabo un juicio contra el rey Luis XVI y su mujer María Antonieta, que fueron acusados de traición, condenados y ejecutados en la guillotina. La muerte del rey provocó una alianza de las monarquías europeas. La república se hallaba en peligro y en el interior del país estallaron algunas revueltas contrarrevolucionarias. Los ejércitos coaligados invadieron Francia.

La Convención Jacobina

Los jacobinos se hicieron con el poder y detuvieron a los principales dirigentes políticos. Promulgaron una constitución basada en la democracia social: soberanía popular, sufragio universal directo y derecho a la igualdad. El ejecutivo quedó en manos de un Comité de Salvación Pública, que concentró todo su poder en Robespierre. La república organizó un ejército, decretó la leva en masa e impulsó la política del Terror. Suspendió las libertades y unos tribunales revolucionarios castigaron con prisión o muerte a los sospechosos de ser contrarrevolucionarios. El Comité de Salvación Pública aprobó una serie de leyes sociales: el control de los precios y salarios, la distribución de bienes, la venta de las tierras del clero en pequeños lotes y la instrucción obligatoria. Se cerraron las iglesias y se estableció el culto a la diosa razón.

La Caída de los Jacobinos

Las revueltas interiores habían sido sofocadas y los ejércitos franceses se oponían a los de la coalición extranjera. Pero la radicalización de la revolución, el Terror y el gobierno dictatorial de los jacobinos provocaron la oposición de gran parte de la población. Mediante el golpe de estado de Termidor, fueron derrotados y ejecutados Robespierre y otros dirigentes jacobinos.

La República Burguesa (1794 - 1799)

La burguesía conservadora volvió a tomar el control de la Revolución. Se elaboró una nueva constitución que otorgaba el poder ejecutivo a un gobierno colegiado, restablecía el sufragio censitario y confiaba el poder legislativo a dos cámaras. El nuevo gobierno pretendía volver a la constitución, para ello clausuró y persiguió a los jacobinos, derogó la constitución y promovió una política de retorno de los auxiliados a causa del Terror. Tuvo que hacer frente a la oposición, tanto de la aristocracia como de las clases populares que sufrían la subida de los precios. El ejército empezó a ganar prestigio y se propuso como única institución capaz de imponer orden. Napoleón Bonaparte, con el apoyo de la burguesía, protagonizó un golpe de Estado que puso fin al Directorio e inauguró el Consulado.

Napoleón, de Cónsul a Emperador

Fue nombrado cónsul y su política de gobierno se encaminó a consolidar los logros de la revolución burguesa. Permitió el regreso de los exiliados, que aceptaron el nuevo orden, y firmó un concordato con la Iglesia para restablecer la paz religiosa. Llevó a cabo una reforma administrativa de carácter centralista, con la creación de la figura de los prefectos, que hacían cumplir las órdenes del gobierno en las provincias. Se promulgó un Código Civil que racionalizaba y unificaba todas las leyes anteriores y se formó la Hacienda y el sistema de enseñanza. Napoleón se sentía tan fuerte que se hizo coronar emperador. Sus enormes triunfos militares y su capacidad para gobernar con mano de hierro le asentaron sin discusión en el poder.

Las Conquistas Napoleónicas

Uno de los motivos del prestigio y el poder de Napoleón fue su capacidad para derrotar a los monarcas absolutos. Las tropas de Napoleón consiguieron conquistar gran parte de Europa y el Imperio napoleónico se encontraba en apogeo. Buena parte del resto de Europa se situaba bajo el control de Francia. En los países donde Napoleón colocó en el trono a familiares o generales se impusieron las ideas revolucionarias.

La Caída de Napoleón

Los ejércitos napoleónicos actuaron como conquistadores, favorecieron los intereses materiales de Francia por encima de los ideales revolucionarios. Todo ello desencadenó en los territorios ocupados fuertes sentimientos nacionales contra la Francia invasora. Los ideales de libertad expandidos por los franceses se convirtieron en el sustento ideológico con el que los patriotas de numerosos países se opusieron a la presencia francesa. El levantamiento protagonizado por los españoles en 1808 contra la invasión e imposición de un rey extranjero (José Bonaparte) fue el primero y el que marcó el declive del Imperio Napoleónico.

Europa en la Restauración

Los estados vencedores de Napoleón se reunieron a propuesta del canciller austriaco en el Congreso de Viena. Su objetivo era la restauración del absolutismo monárquico. Tras reponer a los monarcas en sus tronos, las cuatro grandes potencias (Rusia, Reino Unido, Prusia y Austria) remodelaron el mapa europeo. Francia volvió a sus fronteras de 1792 y el Imperio Napoleónico se dividió entre los vencedores. Las decisiones del Congreso de Viena se completaron con la Santa Alianza, un tratado de ayuda mutua entre los monarcas europeos. Para mantener el orden absoluto en Europa, acordaron reunirse en congresos periódicos. A pesar del retorno al Antiguo Régimen, las ideas que generó la Revolución Francesa influyeron en muchos países europeos. En 1815 el liberalismo y el nacionalismo se opusieron a la Restauración.

El Liberalismo

Era un sistema político que fundamenta la sociedad en el individuo. El estado debe garantizar los derechos y las libertades de las personas. Los ciudadanos somos individuos libres y un conjunto de ciudadanos forman una nación que detenta la Soberanía. El liberalismo promulga un sistema representativo (Parlamento) elegido por sufragio que elabora las leyes. Defiende la necesidad de una constitución que asegure la división de poderes. El derecho de propiedad es formulado como una libertad fundamental y la economía se fundamenta en el mercado.

El Nacionalismo

Es una ideología política que sostiene el derecho de los pueblos a decidir sobre ellos mismos y a defender su soberanía. Se puede definir nación como un conjunto de individuos que poseen una serie de lazos culturales propios (religión, lengua, tradiciones…). Se expandió a lo largo del siglo XIX, en defensa de una Europa de naciones libres, frente a la Europa de la Santa Alianza. Los nacionalismos mostraron su voluntad de hacer coincidir Estado y Nación, es decir, reagrupar en el interior de las mismas fronteras una comunidad nacional.

Las Revoluciones de 1820

Hacia 1820, una serie de levantamientos liberales dirigidos por activistas intentaron en muchos países acabar con el absolutismo y tomar el poder mediante insurrecciones armadas, pero fueron vencidos por los ejércitos de la Santa Alianza. Solo triunfó Grecia, una insurrección contra el Imperio turco. Los griegos lograron la independencia tras una cruel guerra. Resultaron victoriosos los movimientos de las colonias españolas de América Continental, que se enfrentaron a la metrópoli y se declararon independientes.

Las Revoluciones de 1830

La segunda oleada revolucionaria se produjo en Europa Central y occidental y su extensión y repercusiones fueron mucho mayores. Las insurrecciones contaron con un apoyo popular. El movimiento se inició en Francia, donde se derrocó al monarca absoluto Carlos X de Borbón y se proclamó una monarquía de corte liberal en la persona de Luis Felipe de Orleans. También en Bélgica triunfó la revolución, se estableció un sistema liberal y se independizó de Holanda. En 1831 estalló una revuelta en Polonia, reprimida por el Zar de Rusia. En Gran Bretaña, se consiguió una ampliación de los derechos políticos.

La Primavera de los Pueblos

La revolución de 1848 significó la aparición de los ideales democráticos: sufragio universal, soberanía popular e igualdad social. La revolución se inició en Francia. Un levantamiento popular acabó con la monarquía de Luis Felipe de Orleans y se proclamó la república social y el sufragio universal. En la Europa occidental, la lucha fue esencialmente contra los regímenes absolutistas y la dominación imperial austriaca. La revuelta tuvo un carácter liberal en Viena y nacionalista en numerosos pueblos de Hungría, Bohemia… La mayoría de estas revoluciones fueron sofocadas, pero las reformas liberales y muchos procesos de independencia nacional se consolidaron en la segunda mitad del siglo XIX.

Las Unificaciones de Italia y Alemania

En la segunda mitad del siglo XIX se produjeron los procesos de unificación de Italia y Alemania. La unidad fue dirigida por el territorio más desarrollado de cada uno de los países (Piamonte y Prusia). Las dos unificaciones se consiguieron después de años de intensos conflictos armados. La burguesía fue la clase dirigente de los nuevos Estados, pero tuvo que pactar con los antiguos grupos privilegiados.

Italia

Estaba dividida en 6 estados. El papa era soberano en uno de ellos, con capital en Roma, y Austria se había anexionado la Lombardía y el Véneto. Solo Piamonte, a cuyo frente se encontraba la dinastía de Saboya, se manifestaba a favor de toda Italia. Cavour, jefe del gobierno piamontés, inició una guerra contra Austria y consiguió la anexión de la Lombardía. Un levantamiento popular dirigido por Garibaldi, derrocó a los monarcas de los Estados del centro y sur de Italia. El primer parlamento italiano proclamó rey de Italia a Víctor Manuel, hasta entonces monarca de Piamonte. Roma se convirtió en la capital.

Alemania

Estaba fraccionada en 36 estados y su principal problema era la rivalidad entre sus dos potencias: Prusia y Austria. Prusia lideró la unificación y potenció una unión aduanera que agrupaba a los Estados alemanes a excepción de Austria. El avance del nacionalismo se vio en las revoluciones de 1848 cuando un Parlamento reunido en Frankfurt ofreció la corona de una Alemania unificada al rey de Prusia, pero éste la rechazó. Prusia escogió el camino de la guerra para conseguir la unificación alemana. El canciller prusiano Otto von Bismarck dirigió victoriosas guerras, que le permitieron unir a todos los Estados bajo el cetro de Prusia. Tras la victoria de Sedán contra Francia, se proclamó el Segundo Imperio Alemán y Guillermo I fue proclamado Káiser (emperador).

La Europa de Finales del Siglo XIX

Parecía que Europa había alcanzado una cierta estabilidad política. Pero una serie de conflictos continuaban latentes. Los imperios austriacos seguían siendo regímenes absolutistas y en ellos persistían graves problemas nacionales, ya que bajo sus fronteras había pueblos que aspiraban a la independencia. En la Europa occidental, asentado el liberalismo, la lucha política tenía como objetivo el avance de la democracia, es decir, la conquista de la igualdad política mediante el derecho de sufragio universal, la ampliación de las libertades individuales y colectivas y el reconocimiento de los derechos sociales.

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