Revolución Copernicana: Del Geocentrismo al Heliocentrismo
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De Ptolomeo a Copérnico, los astrónomos se habían esforzado en introducir cada vez más epiciclos en la representación del Universo, con el objetivo de acomodar las observaciones a la teoría. La complejidad del modelo había aumentado tanto hasta el punto de que ya no se podía sostener. Copérnico estaba convencido de que los problemas planteados por el movimiento retrógrado de los planetas y sus variaciones de luminosidad podían explicarse de forma más sencilla, al suponer que el Sol era el centro del Universo y que el resto de planetas (incluida la Tierra) giraban a su alrededor. Por este motivo propuso un modelo heliocéntrico que otorgaba a la Tierra tres clases de movimientos:
- Rotación.
Tycho Brahe (1546-1601), que era contrario al heliocentrismo copernicano, consiguió con sus observaciones (las más precisas antes de la introducción del telescopio en la práctica astronómica) dar soporte a las tesis de Copérnico.
Johannes Kepler (1571-1630) fue un defensor del heliocentrismo. A partir de las observaciones de su maestro (Brahe), formuló una serie de leyes que desterraron la herencia aristotélica que el copernicanismo mantenía: la circularidad de las órbitas y la uniformidad de sus velocidades. Kepler dio consistencia al heliocentrismo al afirmar que las órbitas planetarias eran elípticas (en lugar de circulares), que en uno de sus focos estaba el Sol, y que la velocidad de desplazamiento de los planetas variaba en función de la distancia a la que estuviera el Sol. Estas leyes permitían, por primera vez, dar una explicación sencilla y plausible de la retrogradación aparente de los planetas y de los cambios en la intensidad de su brillo.
Galileo Galilei (1564-1642). Sus aportaciones significaron la consolidación definitiva del heliocentrismo. Fue el primero en utilizar un telescopio con fines científicos. Esto le permitió descubrir las manchas solares o los cráteres lunares, que acabaron definitivamente con la creencia aristotélica en un Universo perfecto e inmutable. Otro de sus descubrimientos fueron las lunas de Júpiter. Este fenómeno contradecía el prejuicio geocentrista de que todos los planetas giraban alrededor de la Tierra.