La Revolución Agraria y su impacto en la sociedad medieval

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JACQUES LE GOFF

La Revolución Agraria y su impacto en la sociedad medieval

JACQUES LE GOFF

La Revolución Agraria se expresa tanto en un conjunto de progresos técnicos como en la ampliación del espacio productivo.

El primero de esos perfeccionamientos técnicos es la difusión del arado asimétrico con ruedas y vertedera. Este tipo de arado remueve más profundamente la tierra, la ablanda más, trabaja las tierras pesadas o duras que el arado tradicional no podía penetrar o sólo podía aflorar; asegura una mejor nutrición a la semilla y, por lo tanto, un rendimiento superior.

Otros perfeccionamientos fueron la difusión del enganche en fila, que consistía en el uso de varios caballos o bueyes para distribuir mejor la fuerza y no disminuir la potencia; y el uso del hierro para la construcción y las herramientas. Estos dos contribuyeron a la construcción de iglesias.

Hubo además otro progreso que afectó profundamente a la agricultura en este periodo: el desarrollo de la rotación de cultivos trienal. Esto constaba de dividir la superficie en tres porciones o suelos iguales, y sólo una de ellas se dejaba anualmente en reposo, con lo que la producción pasó de la mitad a los dos tercios.

A partir de esta Revolución Agraria, las aldeas y los señoríos experimentaron la necesidad de tener relaciones más continuadas con los mercados, porque los progresos en la producción hacían surgir excedentes comercializables y las ganancias en dinero que de ellos resultaban permitían comprar géneros u objetos que la producción local no proporcionaba.

En efecto, el último aspecto del desarrollo comercial fue el auge de la economía monetaria y de las operaciones de cambio y crédito. Pero el único inconveniente era que cada ciudad o señor acuñaba una pieza propia y distinta al resto, bajo leyes y áreas de circulación diferentes. No se podía considerar todavía una “economía mundial”.

Le Goff dedica todo un capítulo a la importancia y a la perspectiva de dos espacios naturales durante la Edad Media: el desierto y el bosque.

Empieza oponiendo al desierto con la ciudad donde el primero era considerado como un refugio para las personas en búsqueda de la soledad y también para escapar de las pruebas y tentaciones que había en el último.

A lo largo del capítulo se citan diferentes relatos del medioevo o anteriores a ello y autores que también tienen puntos de vista parecidos a él, tal es el caso de Césaire de Arlés quien consideraba al desierto como un lugar de liberación para quienes corren hacia la libertad de las soledades, un “puerto de salvación” o “un rincón de paraíso”.

Otros de los autores a los que se refiere son Charles Higounet y Marc Bloch quienes empiezan a hablar del bosque y cómo este era visto como un refugio para los vencidos y marginales que necesitaban aislarse por un momento del mundo de la ciudad.

Los eremitas o ermitaños eran monjes que decidieron irse de la ciudad para estar en paz pero aún así seguir en contacto con ese mundo. La figura del ermitaño fue muy importante durante la época, eran personas a las que se recurría para confesarse o expiarse de sus pecados, mismo los reyes iban con ellos.

En Yvain, el personaje del mismo nombre se encuentra, a lo largo de sus aventuras en el bosque, con un ermitaño que tiene contacto con seres humanos “normales”, con un “hombre salvaje” bruto, feo y repugnante, y con un leñador (es importante destacar que como este trabajador también había otros recolectando materiales como frutos y miel o cazando animales). En fin, el protagonista interactúa con distintas personas con historias y vidas diferentes mostrando que el bosque-desierto no está hecho solamente para las personas solitarias y marginales sino para aquel que lo necesite de distintas formas. Ni el bosque ni el desierto son lugares de soledad absoluta, sino lugares marginales en los que el hombre puede aventurarse y encontrar allí a otros hombres.

Un punto que comparten todos estos relatos es que al final todas estas personas regresan al mundo de “la ciudad” donde nada cambió a lo que era antes.

Le Goff, dentro de su obra habla sobre lo maravilloso y lo cotidiano, enumerando los distintos tipos de maravilla: - lo mirabilis (maravilloso como tal); - lo magicus (sobrenatural); y - lo miraculosus (milagros).

En un principio, la Iglesia perseguía a todo lo que consideraba maravilloso o ajeno a sus creencias por ser actos paganos o del diablo. Luego, adoptó y acomodó algunos de ellos para tomarlos como suyos.

Lo maravilloso en lo cotidiano se puede tomar tanto como distracción u ocio, o también como una forma de controlar a la sociedad. En la política se suele apelar a lo maravilloso para justificar el poder.

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