La revalorización de la oralidad en la enseñanza
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En el desarrollo lingüístico-comunicativo del ser humano, la comprensión es anterior a la expresión (y siempre es mayor). Del mismo modo, la comprensión oral es bastante anterior a la escrita. En el ámbito educativo se ha descuidado la enseñanza de las habilidades orales, dando por supuesto que estas son innatas. Hoy, gracias al desarrollo de las corrientes constructivistas y sociolingüísticas, existe una conciencia de que la comunicación oral es la base de la vida en sociedad. Ello hace que la enseñanza tradicional (en la que el profesor habla durante la mayor parte del tiempo y los alumnos se dedican a leer y escribir) vaya dando paso a un espacio de interacción e intercambio. A menudo los docentes no suelen poseer buena formación académica en este campo, ni estrategias didácticas para desarrollarlo. Ello da como resultado que los alumnos tengan dificultades para expresarse oralmente de manera adecuada, sobre todo en situaciones formales o de carácter público. Estrategias para tratar con niños poco integrados socialmente, poco motivos para hablar o con deficiencias comunicativas:
- Fomentar un clima de confianza y estímulo, reforzando implícitamente las adquisiciones y los progresos
- Hacer preguntas abiertas y que requieran una aportación personal, no simplemente de sí o no, ni excesivamente obvias.
- Evitar las preguntas largas y complejas, ya que suelen provocar respuestas cortas.
- No obsesionarse con que el alumno conteste lo que el maestro cree que debe contestar.
- Repetir correctamente las estructuras que se hayan formulado mal, sin corregir de manera explícita.
- No poner de manifiesto ante la clase el error o problema en cuestión.
- Tampoco alabar demasiado cuando se expresen correctamente, ya que supone incidir de modo indirecto en el problema.
- Brindar modelos correctos y atractivos de uso lingüístico, con independencia del contenido. Comunicación no verbal: Los componentes paralingüístico y extralingüístico (subcanales de apoyo al mensaje oral) son fundamentales; hoy se sabe que, de hecho, comunican bastante más que las palabras. Se relacionan con la función fática del lenguaje; ayudan a aclarar, enfatizar, convencer... Paralenguaje incluye: rasgos de la voz como sonido, tono, volumen, duración, timbre. Rasgos prosódicos: acento, entonación, pausas, velocidad, ritmo. Vocalizaciones: risas, silbidos, gruñidos, bostezos. Códigos extralinguisticos:
- Cinésicos: relativos a las miradas, gestos, ademanes, posturas y movimientos corporales, e incluso al aspecto, como el peinado o la ropa.
- Proxémicos: relativos a la distancia entre los interlocutores y el espacio de acción.
- Otros: temporales o cronémicos (por ejemplo, el tiempo que dura un acto de comunicación), químicos (reacciones ajenas a la voluntad del hablante: sudor, lágrimas, palidez, etc.).
Estrategias para la compresión oral: Ejercicios de comprensión auditiva:
- Escuchar un texto descriptivo y elegir la imagen o el objeto a que se refiere.
- Elaborar un dibujo propio a partir de la descripción escuchada.
- Completar un texto o un mapa por medio de información oral.
- Realizar una serie de acciones indicadas por una grabación.
- Resumir lo que se ha escuchado.
- Ejercicios de elección múltiple o de rellenado de huecos; los oyentes centran su atención en obtener el dato que necesitan.
- Escuchar un cuento o un diálogo incompleto, que después se deberá completar oralmente o por escrito.
- Actividades de transcripción, entre las que se incluye el dictado tradicional.
- Escuchar canciones, a partir de las cuales se pueden plantear diversos ejercicios.
Estrategias para el desarrollo de la expresión oral: La más importante es saber escuchar. El desarrollo de la expresión oral va unido al aprendizaje de las normas sociales de la comunicación: Respetar los turnos de palabra en la conversación, tomar la palabra en los momentos adecuados para ello, tener en cuenta lo que se puede o debe decir en cada contexto y lo que no, ofrecer la retroalimentación precisa. Asimismo, la retórica y la oratoria se ocupan de la elocuencia o comunicación eficiente al servicio de un objetivo: capacidad de expresarse en público de manera fluida, capacidad de establecer comunicación emocional con el auditorio, capacidad de persuadir a los oyentes, evitando que permanezcan indiferentes, capacidad de elegir las palabras y las estructuras gramaticales más adecuadas al tema del discurso y al fin que se persigue.