El Retrato Romano: Evolución, Características e Influencias

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El Relieve en la Columna de Trajano

Los relieves en una columna presentan una singularidad especial, ya que tradicionalmente se utilizaban como monumentos aislados. No es hasta Trajano cuando se incorpora el relieve como elemento narrativo. En la Columna de Trajano, se desarrolla una serie de relieves que representan las batallas del emperador contra los Dacios, con una forma helicoidal ascendente. Esta columna es fundamental porque presenta un gran tratamiento plástico de la escultura, con un matiz impresionista en la composición y una representación de tipo realista. La banda helicoidal funciona como un guion cinematográfico, con escenas que crean un sentido temporal.

El Retrato Romano: Orígenes y Características

El retrato romano comienza a partir del siglo IV a.C. con la aparición del retrato fisionómico en Grecia. Anteriormente, los retratos eran idealizados, siguiendo cánones de belleza. El mundo romano, en cambio, es realista: no representa a un personaje en su juventud, sino en un momento concreto de su vida. El origen del retrato romano se encuentra en diferentes elementos culturales:

  1. La tradición de las urnas funerarias etruscas, que se remataban con una cabeza de arcilla en la parte superior.
  2. Las “imágenes maiorum”, máscaras de caras de las que se hacía un molde en arcilla, basadas en el “Ius imaginum” (derecho de guardar en casa las estatuas de los antepasados ilustres), un derecho de las clases altas romanas. Estas máscaras se hacían a los muertos en cera, con mucha naturalidad.
  3. El retrato griego, que surge a finales del siglo IV a.C. y en época helenística, muy fisionomista. Se representa a los individuos con sus rasgos, pero fuertes y desnudos como dioses.

Los retratos más antiguos datan del siglo IV al II a.C., aunque es posible que existieran antes. También se incluían representaciones en monedas y de los antepasados. Hasta el siglo II-I a.C. no hay constancia de retratos de bulto redondo ligados al mundo etrusco, con influencia helenística. Estos retratos muestran realismo, arrugas, etc., pero con elementos helenísticos en la forma de hacer el pelo o la barba, con cierta simetría y severidad en los rostros (dos elementos de influencia etrusca). Bajo la influencia del mundo helénico, el rostro se irá dulcificando. Un ejemplo de esto es el Auriga (Orador, s. I).

Desde los Flavios, se observa un realismo. La tendencia helenizante, presente en ambientes cultos y oficiales, coexiste con una corriente más latina de carácter popular. Esta corriente se mantendrá hasta que, con Trajano, alcance su verdadera madurez y responsabilidad. Con Adriano, se generaliza la barba, como se aprecia en el retrato ecuestre de Marco Aurelio, con una expresión que denota su carácter.

En un último periodo, se produce una simplificación de las formas en el retrato, acentuando los rasgos, lo que favorece una mayor expresividad y comunicación psicológica. Esta simplificación conduce a un excesivo esquematismo, que ya se aprecia en los retratos del emperador Constantino, donde se apuntan ciertas características de simplicidad y hieratismo que derivarán en el retrato bizantino.

Evolución del Retrato Romano: Periodo Republicano

En cuanto al retrato, aunque muchos no se han llegado a identificar, debían representar a personajes preponderantes de la época. En los primeros tiempos, la ley solo permitía retratos a los patricios que habían ejercido cargos públicos (ius imaginum). Una vez que moría el pater familias, el escultor sacaba un vaciado de cera del rostro del cadáver, que se pintaba con colores lo más reales posibles. Estas mascarillas se guardaban en habitaciones de la clase patricia destinadas únicamente a este fin. Las familias contaban con un árbol genealógico de esculturas, y si uno de sus miembros la abandonaba, tenía el derecho de llevarse una copia a casa.

En poco tiempo, se puso de moda perpetuar estas mascarillas en vaciados de bronce y mármol, permitiendo transportar las copias a los nuevos hogares. El extremo realismo de sus rostros se debía al uso de mascarillas funerarias como moldes, algo ya utilizado por los etruscos, lo que provocaba en ocasiones una cierta rigidez gestual, casi cadavérica. Simultáneamente, los vivos también desearon ser representados, mostrando predilección por la absoluta fidelidad al modelo.

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