Resumen "La celestina"

Enviado por Programa Chuletas y clasificado en Lengua y literatura

Escrito el en español con un tamaño de 12,66 KB

Acto 1

Calisto entra en la huerta de Melibea y, al verla, se enamora de ella. Entretanto y hasta que llegan Sempronio y Celestina a casa de Calisto, queda éste razonando con otro criado, Pármeno, un viejo conocido de Celestina que quiere inducirle a la concordia de Sempronio mediante la promesa de una aventura amorosa con Areúsa, una de sus pupilas.

Acto 2

Celestina parte de la casa de Calisto hacia la suya y Calisto queda razonando con Sempronio sobre la utilidad de las cien monedas que ha otorgado a Celestina como adelanto por sus servicios. Quedan entretanto Calisto y Pármeno juntos razonando.

Acto 3

Sempronio va a casa de Celestina, como había ordenado su señor, y la reprende por su tardanza. Finalmente se dirige Celestina a casa de Melibea. Quedan entretanto Sempronio y Elicia, su amada, en casa.

Acto 4

Celestina, andando por el camino, habla consigo misma hasta llegar a la casa de Pleberio, padre de Melibea. Entretanto llega un mensajero a llamar a Alisa y queda Celestina sola con Melibea, a quien descubre la causa de su venida.

Acto 5

De regreso de casa de Melibea, Celestina va hablando por la calle hablando consigo misma. En su casa descubre a Sempronio que la está esperando. Ambos van hablando hasta la casa de Calisto y Pármeno, que les ve venir y pregunta a su amo sobre si debe abrir la puerta, abre.

Acto 6

En casa de Calisto, éste le pregunta a Celestina sobre lo que le ha acontecido con Melibea. Celestina vuelve a su casa, donde Elicia le increpa por su tardanza.

Acto 8

Llega la mañana y Pármeno despierta. Una vez que se levanta, se dirige a la iglesia.

Acto 9

Sempronio y Pármeno van a casa de Celestina, hablando entre sí. Entre tanto llega Lucrecia, criada de Melibea, a llamar a Celestina, que vaya a estar con Melibea.

Acto 10

Mientras andan Lucrecia y Celestina por el camino, está hablando Melibea consigo misma. Alisa pregunta a su hija por los negocios de Celestina y ésta defiende a Celestina.

Acto 11

Celestina va sola por la calle hablando consigo misma. Sempronio habla con Calisto. Van a su casa, donde Celestina le informa sobre el amor de Melibea y la cita acordada. Mientras, Pármeno y Sempronio hablan entre sí. Cenan y se van a dormir.

Acto 12

Calisto, Sempronio y Pármeno van llegada la media noche a casa de Melibea, que ya le aguarda. Melibea afirma que estaba sedienta. Sempronio y Pármeno van a casa de Celestina a reclamar parte de la ganancia, pero Celestina se niega a compartir. Centurio lo promete delante de ellas, pese a intentar excusarse.

Acto 19

Calisto va con Sosia y Tristán al huerto de Melibea, que le está esperando. Melibea, al oír esto, sufre una crisis emocional.

Acto 20

Lucrecia llama a la puerta de Pleberio para que vaya a ver a su hija. Concluye el libro con un planto.



Fernando de Rojas

(La Puebla de Montalbán, España, h. 1470 - Talavera de la Reina, id., 1541) Escritor español, autor de La Celestina. En posesión del título de bachiller en Leyes, para el que tuvo que estudiar nueve o diez años, comenzó a ejercer como abogado en Talavera, de donde llegó a ser alcalde.

Se cree, casi con certeza, que escribió un solo libro, pero de una importancia fundamental en la historia de la literatura: La Celestina. La primera edición que conservamos de la obra fue publicada anónimamente en 1499, en Burgos, con el título de Comedia de Calisto y Melibea. La obra está escrita como una pieza de teatro, en forma dialogada, y dividida en actos; la primera edición tenía dieciséis actos y las de 1502, tituladas Tragicomedia de Calisto y Melibea, veintiuno. Se calcula que de 1499 a 1634 se publicaron 109 ediciones en castellano, no sólo en España sino también en otros países de Europa, donde además fue traducida a diversas lenguas.

Esta afirmación ha sido corroborada por la mayoría de estudiosos de La Celestina: de este modo, el extenso acto I (ocupa cerca de la quinta parte de sus páginas) habría sido escritor por una autor cuya identidad aún no ha sido verificada (Rojas mencionó en la Carta a Juan de Mena y Rodrigo Cota como posibles autores). A esta edición se agregaron, además, once octavas acrósticas escritas por Rojas y, al final del libro, seis octavas escritas por Alonso de Proaza, un humanista que fue el corrector de la edición y que reveló cómo por los acrósticos se puede saber que Rojas es el autor del libro, ya que la Carta del autor a un su amigo no llevaba firma.

Se ha discutido si son de su autoría los cinco actos que tiene de más la edición que aparece con el título de Tragicomedia de Calisto y Melibea (1502), quizá escritos a petición de los lectores, que querían que se prolongara la historia de amor de Calisto y Melibea. Menéndez Pelayo lo consideró el mejor libro español después del Quijote.

Entre las comedias elegíacas destaca el Pamphilus(siglo XII), con un argumento similar al de La Celestina, aunque mucho menos desarrollado y con desenlace feliz.

Se trata, en definitiva de obras dialogadas de carácter dramático pero no destinadas a la representación, sino a la lectura en voz alta ante un auditorio, como el propio Rojas menciona en el prólogo.

Por su lineal simplicidad, resulta fácil trazar un resumen del argumento de La Celestina: el joven Calisto entra en un jardín para recoger a su halcón, se encuentra con Melibea y queda deslumbrado por su belleza. Calisto le declara su amor, pero Melibea le rechaza. El lugar de este primer encuentro, no obstante, sólo se conoce por los resúmenes que añadieron los impresores, y se cree que en realidad tiene lugar en un templo, lo que explica las irreverentes hipérboles sacras con que Calisto pondera su amor.


Desde el primer momento se advierte el extravío de Calisto, cuya extrema pasión amorosa le lleva a la blasfemia: "Melibeo soy y a Melibea adoro y en Melibea creo y a Melibea amo", responde cuando su criado Sempronio le pregunta si es cristiano. Siguiendo el consejo de Sempronio, Calisto decide valerse de los servicios de una vieja alcahueta, llamada Celestina, para obtener el favor de Melibea. Su otro criado, Pármeno, previene a Calisto sobre el oficio y malas artes de Celestina: la reputación de la vieja es tal que su sola presencia es un deshonor para la casa. Pero Calisto ignora su consejo, la recibe en su casa y le cuenta su mal. Celestina acepta el encargo y le promete concertar una cita con Melibea. Ello será, por supuesto, a cambio de dinero o dávidas, que Celestina acuerda repartir con Sempronio y también con Pármeno, a quien logra poner de su lado.

Con un pretexto que le proporciona una de sus múltiples actividades, Celestina penetra en casa de Melibea y logra hablarle a solas. Pero Celestina le explica que ha venido a pedirle su amuleto para curar a Calisto, que sufre de un terrible dolor de muelas. Melibea le presta el amuleto y llega a rogar a Celestina que vuelva a verla, para darle una oración contra el mal de su protegido; superado el rechazo inicial al que le obligaba su pundonor, la pasión irá también apoderándose de Melibea.

Celestina informa de la buena marcha de sus tercerías a Calisto, que, contentísimo, le da nuevos regalos. En la siguiente visita de Celestina a Melibea, la joven ya no puede ocultar su amor por Calisto, y queda concertada una cita nocturna en el huerto de Melibea. Los criados Pármeno y Sempronio visitan a Celestina para exigir su parte de los beneficios, conforme a lo pactado. Pero Celestina, cegada por la codicia, se niega. Los criados la matan y, capturados por la justicia, son decapitados.

Al ir Calisto a ayudarle, cae desde el muro a la calle y se mata. Melibea se suicida arrojándose desde lo alto de la torre. La obra termina con el impresionante lamento de Pleberio, una desconsolada imprecación contra los males del mundo y el poder destructor de las pasiones.

No hay motivo para negar esa intención; la finalidad moral de la ficción literaria predominó durante toda la Edad Media y seguiría predominando en el Renacimiento.

Ello no ha impedido a los estudiosos, sin embargo, detectar una fuerte carga crítica en la obra: el converso Rojas trazaría un agrio retrato de una sociedad que se dice cristiana pero que en modo alguno actúa como tal: todos los personajes se mueven por el egoísmo, por el propio interés; a unos los ciega la pasión, a otros las lujuria, a otros la codicia, la envida o el odio; y todos persiguen el dinero o el placer, sin importar su clase social: desde Calisto hasta los rufianes y las prostitutas protegidas por Celestina. Antes de arrojarse desde la torre, Melibea no piensa en que su suicidio supondrá su condenación eterna; en su lugar, lamenta amargamente no haber disfrutado más del placer ("¿Cómo no gocé más del gozo"?).

Los jóvenes amantes pasan por encima de su honor y de su dignidad, prescindiendo de los mayores y de los usos sociales; los criados, convertidos en meros asalariados, sólo persiguen su interés; el inframundo celestinesco atiende a lo inmediato y prescinde igualmente de toda moral. La Celestina sería así el reflejo de un mundo en desc


Entradas relacionadas: