La Restauración y la industrialización en España

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La Restauración en España

En 1902, Alfonso XIII es proclamado rey. Su mandato se vio envuelto por la cuestión social sin resolver y se caracterizó por el constante intervencionismo tanto en la vida política como en los partidos dinásticos del turnismo.

Tras el asesinato de Cánovas y la muerte de Sagasta, empieza la etapa del revisionismo político, consistente en la modernización de España desde arriba (“revolución desde arriba”), sin alterar las bases del sistema de la Restauración. Esta etapa estuvo protagonizada por Antonio Maura, desde el Partido Conservador, y por José Canalejas, desde el Partido Liberal.

El primero de ellos (Maura) fue partidario de realizar reformas de carácter regeneracionista, basadas en incorporar nuevas capas sociales a la acción política (Ley Electoral) y en llevar a cabo una revolución desde arriba con el fin de evitar el creciente movimiento obrero mediante diversas leyes. Además, el gobierno de Maura trató de modernizar el poder municipal con la Ley de Administración Local, que estableció la autonomía municipal. Asimismo, impulsó nuevas medidas como la Ley de Huelgas o el Instituto Nacional de Previsión. Sin embargo, la labor política de Maura quedaría truncada en la Semana Trágica de 1909.

Al año siguiente asumiría la presidencia Canalejas por el Partido Liberal, llevando a cabo un programa político caracterizado por el reformismo social. En él, impulsó la intervención del Estado en materia laboral y social mediante el diálogo con obreros y empresarios, regularizando las jornadas laborales. Por otro lado, secularizó la vida política (separar Iglesia de Estado) mediante la Ley del Candado. Llevó a cabo reformas en los impuestos sobre los bienes de consumo, estableció el servicio obligatorio militar en tiempos de guerra y tramitó la Ley de Mancomunidades. Finalmente, el asesinato de Canalejas en Madrid (1912) pondría fin al regeneracionismo del sistema y marcaría el inicio de la decadencia del régimen de la Restauración.

La industrialización en España

A lo largo del siglo XIX, España fue un país eminentemente rural y dedicado económicamente al sector primario (ganadería, pesca y agricultura). Solo en ciertas zonas de nuestro país como las que vamos a comentar tuvo lugar la industrialización (aunque notablemente inferior al resto de países europeos más desarrollados), gracias a las manufacturas de indianas, la inversión económica de ciertos empresarios y los capitales procedentes de la agricultura y comercio.

La prohibición de la entrada de algodón importado consolidó el mercado textil. A ello hay que sumarle la mecanización del trabajo como consecuencia de la aparición de la primera máquina de vapor. Sin embargo, la escasez de carbón y la debilidad del mercado español limitaron en parte esta producción textil por lo que el gobierno implantó medidas proteccionistas  para hacer frente a la competencia de los tejidos extranjeros además de construir colonias industriales lejos de los núcleos de población para suplir así la falta de energía debida a la escasez de carbono.

Por otro lado, la industria siderúrgica en España se situó principalmente en Asturias, Málaga y País Vasco. En este último territorio existieron altos hornos (como el de Vizcaya) y el carbón de coque procedente de Gran Bretaña fue clave para afianzar económicamente el sector.

Finalmente, la Ley de Minas de 1868 permitió la concesión de explotaciones mineras a numerosas compañías además de que el sector se liberalizase. Las zonas más importantes para ejercer la minería fueron el Sur Peninsular, con yacimientos de como el de La Carolina o Riotinto, Cataluña con minas de hierro como la del Canigó, la zona del Cantábrico y el País Vasco principalmente.

Las compañías extranjeras (sobretodo francesas e inglesas) se hicieron con diversas concesiones de explotaciones de los yacimientos. El pago de estas concesiones ayudó a amortizar la dilatada deuda de la Hacienda española. La industria metalúrgica y la química en España también tuvieron un lugar destacado, aunque no tanto como la textil y la siderúrgica. La industria química destacó en Cataluña (Barcelona) con la industria farmacéutica, de abonos químicos, plaguicidas…

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