La Restauración Española: Fraude Electoral, Crisis Colonial y Regeneracionismo

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Introducción: La Crítica de Galdós al Fraude Electoral en la Restauración

a) El fragmento proviene de un artículo escrito por Benito Pérez Galdós, una de las principales figuras del realismo en la literatura española. En él, Galdós critica la corrupción política que se produjo dentro del sistema canovista en la España de la Restauración. Este artículo forma parte de una recopilación de obras.

b) En el texto, siguiendo la estructura del original, Galdós expresa su pesar por el fraude electoral en las elecciones. En particular, menciona las últimas, celebradas con “no pocas violencias y atropellos”, destacando la baja participación de aquellos que “se benefician de las relaciones y favores políticos”, mientras que la mayoría de la ciudadanía, desilusionada, se abstiene con indiferencia o desdén. Posteriormente, Galdós señala al Ministerio de la Gobernación y a la Administración del Estado como los responsables de esta farsa. Con aguda ironía, advierte sobre el poder absoluto de este ministerio, al que define como el “Espíritu Santo político” que bloquearía la obtención de un escaño incluso al “mismo Padre Eterno” si lo deseara.

c) Aunque el sistema canovista pretendía una alternancia pacífica entre los partidos dinásticos para impulsar el desarrollo del país, en la realidad, el régimen de la Restauración degeneró en un continuo fraude electoral. Sin embargo, los resultados de las elecciones eran previsibles, ya que los candidatos seleccionados por el Ministerio de la Gobernación, conocidos como “encasillados”, resultaban elegidos diputados por el distrito correspondiente, gracias al control social que ejercían los caciques, hombres influyentes del partido en cada circunscripción. En este contexto, el pucherazo (compra de votos, manipulación del censo, etc.) se consolidó como una estrategia para asegurar la victoria.

La Restauración Borbónica: Orígenes y Consolidación (1874-1931)

La Restauración (1874-1931) fue el período de la historia de España en el que se restableció la monarquía borbónica con Alfonso XII, hijo de Isabel II, después del fracaso de la Primera República. Durante este tiempo, el liberalismo y sus instituciones se consolidaron bajo la dominación de la burguesía.

El 1 de diciembre de 1874, Alfonso XII, con el apoyo del ejército, fue proclamado rey en Sagunto tras el Manifiesto de Sandhurst, redactado por Cánovas del Castillo, que proponía el regreso a la monarquía tradicional y aceptaba los principios del liberalismo parlamentario.

El sistema político de la Restauración se plasmó en la Constitución de 1876, impulsada por Cánovas, que establecía un régimen parlamentario con un sistema bipartidista entre el partido liberal-conservador de Cánovas y el liberal-fusionista de Sagasta. La Constitución garantizaba la soberanía compartida entre el Rey y las Cortes, pero restringía el sufragio a un pequeño porcentaje de la población (solo el 5% mediante sufragio censitario), y establecía un sistema centralizado que reducía la autonomía.

Aunque el sistema buscaba una alternancia pacífica entre los partidos, en la práctica, el régimen degeneró en un fraude electoral mediante el "pucherazo", donde los candidatos elegidos por el Ministerio de la Gobernación, conocidos como "encasillados", fueron designados gracias al control de los caciques, poderosos hombres influyentes en cada circunscripción.

El régimen canovista se sustentaba en el apoyo de los grupos más conservadores de la sociedad, como los latifundistas e industriales, mientras el resto de la población vivía en condiciones de pobreza extrema y analfabetismo. La Restauración se apoyó en una estructura social controlada por los caciques, quienes dominaban la vida política y social.

Crisis y Descomposición del Sistema de la Restauración

Aunque el sistema político canovista perduró hasta 1931, en el siglo XX comenzó su crisis debido al surgimiento de nuevas fuerzas políticas y movimientos sociales excluidos del marco institucional. Destacamos:

  • El Auge de los Nacionalismos Periféricos

    El nacionalismo catalán, impulsado por las Bases de Manresa (1892), exigía autonomía y presentó candidaturas a través de la Lliga Regionalista. En el País Vasco, Sabino Arana sentó las bases del nacionalismo vasco, que llevó a la creación del PNV. En Galicia y Andalucía también emergieron movimientos autonomistas, siendo Blas Infante el referente andaluz, impulsor del Estatuto de Autonomía.

  • El Crecimiento del Movimiento Obrero

    A pesar de algunas iniciativas estatales como la Comisión de Reformas Sociales (1883), la Restauración se caracterizó por la falta de atención a los problemas laborales. Desde la fundación de la I Internacional (1864), nuevas corrientes políticas tomaron protagonismo: el PSOE y la UGT representaban el marxismo, mientras que el anarquismo se organizó en la CNT (1911). La primera gran manifestación obrera fue la huelga de 1890, que reclamaba la jornada laboral de ocho horas, y ese mismo año se celebró el 1 de mayo como Día del Trabajo en España.

  • La Crisis Colonial

    El movimiento independentista cubano, pese a haber sido momentáneamente sofocado con la Paz de Zanjón (1878), culminó con la pérdida de la isla tras el "Desastre del 98". Esto afectó la imagen del Ejército, generando un fuerte resentimiento en sus filas. Para evitar levantamientos militares, el gobierno aprobó leyes que reforzaban el poder castrense sobre el civil.

  • La Inestabilidad Política

    Con el asesinato de Cánovas en 1897 y la muerte de Sagasta en 1903, los nuevos líderes conservadores y liberales no lograron formar mayorías parlamentarias estables, lo que llevó a la constante formación de gobiernos de concentración. Todos estos factores, sumados a la crisis económica, precipitaron el declive del régimen y, finalmente, la caída de la monarquía.

El Fin del Imperio Colonial Español: La Guerra de 1898

La Derrota de 1898 y el Fin del Imperio Colonial

La derrota de España ante Estados Unidos en 1898 y la consiguiente pérdida de sus últimas colonias de ultramar impactaron profundamente a la sociedad española, generando críticas al sistema de la Restauración e impulsando intentos de reforma.

Antecedentes de la Caída del Imperio Español

Durante la última parte del siglo XIX, la política exterior de Cánovas se enfocó en mantener a España al margen de los conflictos entre potencias imperialistas y conservar lo que quedaba de su dominio colonial: Filipinas, Marianas y Carolinas en el Pacífico; Cuba y Puerto Rico en el Caribe, además de algunas posesiones en África y el golfo de Guinea.

Cuba y Filipinas: Los Últimos Territorios Coloniales

En 1868 estalló un movimiento independentista en Cuba, dando inicio a una guerra que duró diez años. El conflicto terminó con la Paz de Zanjón (1878), que otorgaba a los cubanos los mismos derechos que a los ciudadanos españoles. Sin embargo, la tregua fue breve, y en 1879 estalló la «Guerra Chiquita», que aunque corta, resultó violenta. España se negó a conceder la autonomía, priorizando los intereses económicos de los colonos españoles en la isla. Mientras tanto, Estados Unidos, con el objetivo de desplazar a España del comercio caribeño, apoyó a los independentistas cubanos. En 1895, con el «Grito de Baire», comenzó un nuevo levantamiento. Ese mismo año se publicó el Manifiesto de Montecristi, que recogía los principios del nacionalismo cubano liderado por José Martí. Tras su muerte en combate, Máximo Gómez y Antonio Maceo continuaron la lucha. El general Martínez Campos intentó negociar, pero sin éxito, por lo que fue reemplazado por Weyler, quien impuso una represión brutal. En 1897, tras el asesinato de Cánovas, Sagasta concedió la autonomía, pero ya era demasiado tarde para evitar la guerra. En Filipinas, los movimientos independentistas, encabezados por José Rizal y Emilio Aguinaldo, se fortalecieron. La respuesta del general Polavieja fue una dura represión, logrando sofocar la insurrección en 1897.

Consecuencias del Desastre del 98 y el Regeneracionismo

La Intervención de EE.UU. y el "Desastre del 98"

En febrero de 1898, el acorazado estadounidense Maine explotó en el puerto de La Habana, un incidente atribuido a un sabotaje español sin pruebas concluyentes. Como consecuencia, en abril de ese año, Estados Unidos declaró la guerra a España. El conflicto se libró principalmente en el mar, tanto en el Caribe como en el Pacífico. La prensa y la opinión pública españolas reaccionaron con entusiasmo, subestimando el poder militar estadounidense. En mayo de 1898, la flota española fue destruida en la batalla naval de Cavite, en la isla de Luzón, frente a Manila. Posteriormente, en julio, la escuadra norteamericana, con barcos acorazados y armamento superior, derrotó a la marina española en la batalla de Santiago de Cuba. En 1899, la resistencia española en Filipinas llegó a su fin con la rendición de un grupo de soldados en la iglesia de Baler, conocidos como "los últimos de Filipinas". Su resistencia fue elogiada incluso por Emilio Aguinaldo, líder independentista filipino.

La Paz de París y sus Consecuencias

Derrotada, España no tuvo más remedio que firmar el Tratado de París en diciembre de 1898. Según el acuerdo, Cuba obtuvo su independencia bajo tutela estadounidense, mientras que Filipinas, Puerto Rico y la isla de Guam pasaron a ser territorios de EE.UU. Un año después, en 1899, España vendió a Alemania las islas Carolinas y Marianas, marcando el fin de su imperio en América y el Pacífico. Este episodio, conocido como el Desastre del 98, causó una profunda crisis nacional. Entre las principales consecuencias de la derrota se encuentran la pérdida de mercados para los productos españoles y el fin de la importación barata de materias primas como azúcar y tabaco. También se generó un fuerte sentimiento antimilitarista, mientras que los militares, señalados como responsables del fracaso, mostraron un profundo resentimiento. La inestabilidad política se agravó con la desaparición de Cánovas y Sagasta, lo que debilitó aún más el sistema de la Restauración. En respuesta a la crisis, surgió un movimiento intelectual crítico con el régimen, el Regeneracionismo, que denunciaba el atraso del país. En este contexto, la Generación del 98 (Unamuno, Ganivet, Maeztu) plasmó en su obra el pesimismo de la época. Además, la Institución Libre de Enseñanza, liderada por Giner de los Ríos, promovió una educación renovadora como vía para modernizar España.

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