Restauración Borbónica Española: Sistema Canovista, Constitución 1876 y Oposición Política
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La Restauración Borbónica en España (1874-1902): El Sistema Canovista y sus Desafíos
La Restauración Borbónica en España (1874-1902) se inició con el pronunciamiento del general Martínez Campos en 1874, que restauró a Alfonso XII en el trono tras la caída de la I República. Antonio Cánovas del Castillo, líder del Partido Conservador, fue la figura central de esta etapa, instaurando un sistema político bipartidista, conocido como turno de partidos, basado en la alternancia pacífica entre conservadores y liberales en el poder.
La Constitución de 1876: Pilares del Sistema Canovista
La Constitución de 1876, de carácter conservador, fue redactada para permitir la gobernabilidad tanto de conservadores (liderados por Cánovas) como de liberales (liderados por Sagasta). Sus principales características fueron:
- Amplia declaración de derechos y libertades, aunque su aplicación podía ser restringida por leyes ordinarias.
- Soberanía compartida Rey-Cortes, un principio conservador que otorgaba al monarca un papel significativo en el poder legislativo.
- El sufragio quedaba regulado por el gobierno en funciones mediante leyes electorales, lo que permitía la manipulación del censo y los resultados.
- El catolicismo fue establecido como religión oficial del Estado, con control de la educación por parte de la Iglesia y un presupuesto destinado al sostenimiento del culto y el clero.
- Carácter centralista en cuanto a la organización territorial, con ayuntamientos y diputaciones controlados directamente por el gobierno central.
El Turno de Partidos: Fraude y Caciquismo
El sistema del turno de partidos se fundamentaba en la alternancia en el gobierno de los “partidos dinásticos” (Conservador y Liberal). Cuando el partido en el poder mostraba signos de desgaste político, se sugería al rey la formación de un nuevo gobierno. El monarca nombraba Jefe de Gobierno al líder de la oposición, disolvía las Cortes y convocaba elecciones legislativas. Sin embargo, el resultado de estas elecciones era siempre acordado de antemano mediante un mutuo pacto entre los líderes de ambos partidos.
Este sistema no era democrático, ya que se basaba en el fraude electoral y el caciquismo. Los líderes políticos manipulaban el voto a través de la coacción, la compra de sufragios y la alteración de los resultados, garantizando así la alternancia pactada y la estabilidad del régimen.
Consolidación y Desafíos del Régimen (1885-1897)
La muerte de Alfonso XII en 1885 impulsó el Pacto de El Pardo, un acuerdo entre los partidos del turno para asegurar la estabilidad de la regencia de María Cristina de Habsburgo y garantizar la continuidad de la Monarquía. A pesar de la implementación de reformas importantes como el sufragio universal masculino en 1890, el fraude electoral siguió siendo una práctica común.
En el ámbito económico y social, se produjeron avances como la abolición de la esclavitud en 1888 y la aprobación del Código Civil en 1889. Sin embargo, la estabilidad del régimen dependía en gran parte de estas prácticas corruptas. En 1895, Cánovas asumió de nuevo la presidencia, cargo que ocupó hasta su asesinato en 1897.
Conflictos Externos y sus Consecuencias
El fin de la III Guerra Carlista y la Guerra de los Diez Años de Cuba contribuyeron a la consolidación del régimen. En el caso de los carlistas, el conflicto continuó en el País Vasco y Navarra hasta febrero de 1876, resultando en la abolición definitiva del régimen foral.
En Cuba, se firmó la Paz de Zanjón, que incluía la abolición de la esclavitud (aprobada en 1888) y la promesa de reformas para que Cuba tuviera representación en las Cortes españolas. El retraso en el cumplimiento de estos acuerdos provocó un nuevo conflicto en 1879 (la Guerra Chiquita) y la insurrección de 1895, preludio de la guerra hispano-estadounidense.
La Oposición al Sistema de la Restauración
A pesar de la aparente estabilidad, la oposición al sistema de la Restauración creció significativamente. Los principales focos de disidencia provenían de:
- Los carlistas, que mantenían su aspiración a una monarquía alternativa.
- Los republicanos, que defendían un modelo de estado diferente.
- El movimiento obrero, influenciado por ideologías socialistas y anarquistas.
- Los movimientos nacionalistas en Cataluña y el País Vasco.
Nacionalismos Periféricos: Cataluña y País Vasco
El catalanismo político y el nacionalismo vasco cobraron fuerza durante la Restauración. En Cataluña, surgió la Unión Catalanista en 1891, que en 1892 aprobó las bases para la Constitución Regional Catalana (conocidas como las Bases de Manresa).
El nacionalismo vasco se consolidó con Sabino Arana, quien fundó el Partido Nacionalista Vasco (PNV) en 1895, destacando el componente católico, tradicionalista y fuerista del movimiento.
El Movimiento Obrero: Anarquismo y Socialismo
El movimiento obrero estaba profundamente influenciado por el socialismo y el anarquismo.
- El anarquismo se arraigó especialmente entre el proletariado catalán y el campesinado andaluz, organizándose en la Federación de Trabajadores de la Región Española (FTRE).
- El socialismo se consolidó con la creación del Partido Socialista Obrero Español (PSOE) en 1879 y la Unión General de Trabajadores (UGT) en 1888, liderados por Pablo Iglesias.
El Asesinato de Cánovas y la Crisis del 98
El anarquista italiano Michele Angiolillo asesinó a Cánovas del Castillo en 1897, como venganza por la represión que había sufrido el movimiento anarquista tras una serie de atentados. Un año después, España sufriría la pérdida de sus últimas colonias de ultramar: Cuba, Puerto Rico y Filipinas, un evento que marcó el inicio de la Crisis del 98. Esta crisis generó un profundo debate nacional y un llamamiento en favor de la regeneración de un sistema político que, a pesar de sus deficiencias, se mantendría durante las primeras décadas del siglo XX.