La Restauración Borbónica en España: Un sistema político conservador y católico

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Durante los años (1875-1902) en España se estableció un sistema político que buscaba restablecer la monarquía. Este régimen de la Restauración se consolidó gracias a que la burguesía y los propietarios de tierras querían una mayor estabilidad frente a la etapa anterior. Esta restauración se pudo llevar a cabo gracias al manifiesto de Sandhurst, ideado y elaborado por Antonio Cánovas del Castillo; en él se daba a conocer el nuevo sistema político que se quería implantar, una monarquía constitucional, es decir un nuevo régimen monárquico de tipo conservador y católico que defendía el orden social pero que garantizaba el funcionamiento del sistema político liberal y con sufragio censitario. El 29 de diciembre tras el pronunciamiento de Martínez Campos, se proclama a Alfonso XIII rey de España, lo que supuso el nacimiento de la Restauración Borbónica.

El nuevo sistema que ideó Cánovas, el líder político del partido conservador, se centró en los elementos que se van a plantear a continuación.

Constitución de 1876

En primer lugar, se redactó la Constitución de 1876, una constitución de carácter centralista que volvía al concepto de soberanía compartida entre el Rey y las Cortes, lo que reforzaba el papel de la corona, facilitaba el turno de partidos y consagraba la confesionalidad católica del estado.

Bipartidismo

Aparte, también destacó el bipartidismo en donde solo gobernaban dos partidos políticos leales a la corona, los llamados partidos dinásticos: el Partido Conservador dirigido por Cánovas que recogía a los moderados y a los alfonsinos, y el Partido Liberal dirigido por Sagasta que engloba a los grupos burgueses más progresistas y demócratas. Ambos partidos se alternarían el poder de forma pactada y decidida de antemano, mediante un turno pacífico. Esta alternancia que era dirigida desde el gobierno se conseguía con el fraude electoral.

Fraude electoral y caciquismo

El fraude electoral se basaba en el caciquismo, es decir, cuando llegaban las elecciones, el gobierno pasaba a los Gobernadores Civiles una lista de candidatos que tenían que salir elegidos realizando una operación, el encasillado, por la cual se rellenaba las casillas correspondientes a los distritos con los nombres de los candidatos que el Gobierno estaba dispuesto a proteger. Estos candidatos a su vez se valían de los caciques para obtener los votos necesarios por diferentes medios (compra de votos, coacción o simple pucherazo con colaboración de la policía, es decir, alteración sistemática de resultados electorales. Los caciques eran los notables locales (propietarios de tierras y negocios diversos) que, siguiendo las instrucciones del Gobernador Civil, amañaban las elecciones.

Nacionalismos vasco y catalán

Los textos hacen referencia a los nacionalismos vasco y catalán. Surgen, durante el siglo XIX, como resistencia al proceso centralizador del sistema de la Restauración, ya que en regiones como Cataluña y el País Vasco se defendía un modelo de Estado más descentralizado porque poseían, entre otras cosas, elementos culturales propios y un diferente desarrollo económico con respecto al resto de España. Además, el desarrollo industrial en estas regiones fue mayor que en las demás, y dio lugar a la aparición de una burguesía industrial que defendían un mayor autogobierno y, por tanto, apoyaron la ideología nacionalista.

Si analizamos ambos textos, vemos con claridad que el punto de partida de sus respectivos argumentos nacionalistas consiste en afirmar que Cataluña y el País Vasco son naciones con personalidad propia, es decir, tienen sus propias lenguas, fueros y costumbres, y que tienen derecho al autogobierno.

Otra similitud es que ambos movimientos poseen un carácter conservador ya que tanto el líder del movimiento catalán, Enric Prat de la Riba, como el líder del movimiento vasco, Sabino Arana, defendían un conservadurismo nacionalista.

Las principales diferencias que hay que destacar entre ambos movimientos es que tienen distintos orígenes ya que el nacionalismo catalán tiene sus raíces en la supresión de los fueros antiguos abolidos por Felipe V en 1714, como represalia a los catalanes por haber apoyado al candidato austriaco en la guerra de Sucesión; mientras que el nacionalismo vasco se originó más tarde, cuando sus fueros fueron abolidos durante la Restauración en 1876 tras las sucesivas derrotas de los carlistas, apoyados por los vascos.

Este independentismo se caracterizó en regiones del País Vasco como Álava, Guipúzcoa, Vizcaya y parte de Francia. Con respecto a la Lliga Regionalista, no hay presencia de una radicalización tan generalizada.

Decretos de Nueva Planta

En el mapa observamos la nueva organización territorial de regiones militares y provinciales que impone Felipe V a comienzos del siglo XVIII. Los Decretos de Nueva Planta fueron una serie de normas implantadas por este rey Borbón entre 1707 y 1716 que, en represalia al apoyo prestado al archiduque Carlos de Austria en la Guerra de sucesión española (1700-1715), suprimirían a los fueros e instituciones de los territorios de la Corona de Aragón. Esto significaba que en esos territorios regirían las mismas leyes e instituciones de Castilla. Estos Decretos tenían como objetivo imponer en España un absolutismo monárquico, siguiendo el modelo de la Francia de Luis XIV y eliminando la política pactista de los Austrias.

Por otra parte y como podemos ver en el mapa, España se divide en regiones militares y demarcaciones provinciales, al frente de las cuales estaba un Capitán General que sustituía al virrey. El Capitán General también estaba al frente de las reales audiencias, con competencias judiciales. De este modo, los capitanes generales representaban el poder absoluto del rey en el territorio en el que actuaban. Mientras, el poder municipal recayó en los corregidores, una institución castellana que se extiende a toda España. Estos corregidores eran nombrados por el rey.

Por último, en el ámbito fiscal, se impuso un sistema de contribución única. Cada reino debía recaudar una cantidad fija, según su peso demográfico y riqueza. Sólo se respetó la tradición fiscal de las provincias vascas y de Navarra. En definitiva, los Decretos tuvieron como consecuencia la unificación jurídica e institucional de España según el modelo castellano, configurándose una monarquía unitaria y centralizada.

En primer lugar, tuvo lugar la eliminación de sus fueros, sus Cortes, sus Diputaciones e instituciones municipales. Salvo Valencia, los demás reinos sólo conservaron su derecho civil.

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