La Restauración Borbónica: Constitución, Oposiciones y Crisis Colonial
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La Constitución de 1876
Esta Constitución fue uno de los pilares del nuevo régimen y la que más larga vigencia tuvo (1876-1923). Fue redactada siguiendo las ideas de Cánovas y era el reflejo legal de un liberalismo doctrinario reformado. Se inspiraba en la moderada de 1845, pero incluyendo los derechos individuales reconocidos por la de 1869. Era un texto flexible en los aspectos más conflictivos, por lo que podía servir de marco legal para los dos partidos dinásticos.
Principios Fundamentales
- Soberanía compartida entre las Cortes y el Rey.
- La Corona era uno de los pilares del sistema. Entre sus atribuciones estaban: legislar junto a las Cortes; sancionar y promulgar las leyes; nombrar y cesar al gobierno y disolver las Cortes antes de finalizar la legislatura. Además, tenía derecho de veto. El Rey ostentaba el mando supremo del ejército.
- Las Cortes eran bicamerales. La cámara alta era un Senado elitista, con representación de las principales fuerzas sociales que apoyaban al régimen. El 50% de los senadores no eran elegidos, sino que lo eran por “derecho propio” o por “designación real”. Los restantes eran elegidos por las corporaciones y por los mayores contribuyentes. Por otro lado, el Congreso de los Diputados pretendía representar el interés general, pero la Constitución no establecía el sistema electoral.
- El poder ejecutivo lo ejercía la Corona a través de los ministros, que respondían ante las cámaras. El rey designaba al Jefe de gobierno.
- En cuanto a lo religioso, con el partido conservador había una confesionalidad estricta y con el liberal una libertad de culto.
Las Oposiciones al Sistema: Carlismo y Republicanismo
Fuera del régimen de la Restauración, y al margen de los partidos dinásticos, quedaron una serie de sectores sociales y políticos que se enfrentaron al sistema desde distintas posiciones y con distintos métodos. En esta primera etapa, hasta 1902, fueron, sobre todo, los carlistas y los republicanos.
Carlistas
Después de la derrota de 1876, algunos sectores del carlismo marcharon al exilio, al tiempo que protagonizaron, en el interior, intentos insurreccionales. El fracaso de la vía armada y la integración en el régimen de un sector de católicos tradicionalistas (los llamados neocatólicos opuestos al liberalismo), llevaron a los carlistas a la participación en la vida política, de la mano de Cándido Nocedal. Entre 1891 y 1923, el carlismo obtuvo representación parlamentaria y creó una fuerza paramilitar para luchar contra el republicanismo y el anarquismo: el Requeté. La participación en la vida política produjo la escisión de sectores que no eran partidarios de esa vía. Además, el crecimiento del nacionalismo vasco, que tuvo sus raíces en el carlismo, limitó la expansión de éste.
Republicanos
Tras la I República, el republicanismo se fragmentó en distintos partidos. Tuvieron en común una serie de ideas como la fe en el progreso, el reformismo social y la aspiración a una secularización del Estado, que derivó hacia actitudes anticlericales. Estas ideas se difundieron entre las clases medias y populares a través de casinos, ateneos, cooperativas y prensa. Lo que les diferenciaba entre sí era, principalmente, la concepción del Estado (centralista o federalista) y la estrategia para alcanzar el gobierno (insurrección o por la vía electoral).
- El Partido Federal de Pi i Margall defendía el federalismo.
- El Partido Centralista de Salmerón era partidario del unitarismo del Estado.
- El Partido Histórico de Castelar adoptó una actitud posibilista ante el régimen y acabó integrándose en el Partido Liberal en los años ochenta.
- El Partido Republicano de Ruiz Zorrilla defendió la opción del golpe militar para combatir al régimen.
No será hasta 1903, ya con Alfonso XIII, cuando se unifiquen esas tendencias en la Unión Republicana.
Las Guerras Coloniales y la Crisis de 1898
La pérdida, en 1898, de las últimas colonias ultramarinas (Cuba, Puerto Rico y Filipinas) fue conocida como Desastre del 98. El mal hacer de los gobiernos españoles, sobre todo los conservadores, incapaces de introducir reformas descentralizadoras solicitadas por las colonias, provocó que las tensiones independentistas se reavivaran a finales del siglo XIX.
Las tensiones entre la colonia y la metrópoli aumentaron a raíz de la oposición cubana a los fuertes aranceles proteccionistas que España imponía para dificultar el comercio de la isla con los EEUU.; los norteamericanos amenazaron con cerrar las puertas a los productos cubanos si el gobierno no modificaba el arancel.
En 1892, José Martí fundó el Partido Revolucionario Cubano, que protagonizó la revuelta independentista iniciada en 1895 (el denominado grito de Baire) y que dio origen a una nueva guerra. El gobierno español envía un ejército a Cuba, frente al cual se hallaba el general Martínez Campos. Pero la falta de éxitos militares provocó el relevo por el general Weyler, quien aplicó métodos más contundentes, que rozaban el genocidio.
Tras el asesinato de Cánovas, un nuevo gobierno de los liberales intentó probar la estrategia de la conciliación, relevando a Weyler y concediendo a Cuba la autonomía, el sufragio universal, la igualdad de derechos con los peninsulares y la independencia arancelaria. Pero ya los independentistas contaban con el apoyo norteamericano y se negaron a aceptar el fin de las hostilidades hasta conseguir la separación total.
Coincidiendo con la insurrección cubana, se produjo también la de Filipinas, donde la presencia española era más débil que en las Antillas. Comenzó con el motín de Cavite y estuvo dirigido por José Rizal y Emilio Aguinaldo. España envió al general Polavieja y Fernando Primo de Rivera a sofocar las sublevaciones.
En febrero de 1898, con el pretexto de la explosión de unos de sus barcos de guerra, el Maine, anclado en el puerto de La Habana, los norteamericanos, acusando a España del suceso, le declaran la guerra e intervienen en Cuba y Filipinas. Era el pretexto idóneo, ya que EE.UU. había intentado comprar la isla a España en muchas ocasiones, en el contexto del imperialismo estadounidense de finales de siglo.
Tras las derrotas hispanas por su inferioridad militar en Cavite y Santiago de Cuba, en diciembre de 1898, se firma la Paz de París, que significó la entrega a EE.UU. de Cuba, Puerto Rico, Filipinas y la isla pacífica de Guam, por unos 20 millones de dólares. En febrero de 1899 cedía a Alemania las islas Carolinas, las Marianas y las Palaos (Océano Pacífico) a cambio de 25 millones de dólares.
Consecuencias del Desastre del 98
- A corto plazo, la derrota fue percibida en España como un desastre y originó una profunda crisis de conciencia nacional, y de la legitimidad del sistema de la Restauración. Por eso surgirá un movimiento intelectual llamado Regeneracionismo, que pretendía sacar a España de aquella decadencia.
- A medio plazo, España, tras perder su imperio ultramarino miró hacia África como punto de partida de un nuevo imperio español (Africanismo).
- Político, el sistema de la Restauración sufrió una crisis definitiva y facilitará el acceso a la política de ciertos opositores (republicanos, partidos obreros, nacionalistas).
- Económico, el desastre del 98 acentuó la política económica proteccionista, aunque en parte fue beneficioso para nuestro país ya que se repatriaron capitales españoles en Cuba.