Respuestas de la Iglesia Católica a los Retos Modernos: Doctrina Social, Arte y Sectas

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Origen de la Doctrina Social de la Iglesia

No debemos vivir en el mundo de Jesús, sino en el nuestro; debemos dar respuesta a problemas que no existían hace veinte siglos. Los Evangelios nos ayudan a comprender la vida de un nuevo modo, nos ofrecen motivaciones, valores y orientaciones de carácter global, pero no proporcionan respuestas precisas a muchos interrogantes actuales sobre trabajo, economía, política, sociedad, etc.

Para responder a estas necesidades, nace la Doctrina Social de la Iglesia (DSI), como conjunción del amor cristiano con la razón humana. Puesto que tiene un fundamento racional, puede ser aceptada por personas no creyentes. Es importante destacar que estos documentos no se identifican con ningún modelo político concreto.

Inicio del Magisterio Social de la Iglesia: La Encíclica Rerum Novarum

El inicio del magisterio social de la Iglesia se sitúa en 1891, cuando el Papa León XIII publicó la encíclica Rerum Novarum (“De las cosas nuevas”). Su título alude al profundo cambio que supuso la Revolución Industrial para la relación entre capital y trabajo.

Ante la ausencia de leyes laborales y la prohibición de sindicatos, una muchedumbre infinita de proletarios era esclavizada. León XIII condenó los salarios de hambre entonces existentes, sostuvo que los poderes públicos debían implicarse con leyes oportunas y políticas sociales, y defendió el derecho de los trabajadores a asociarse para proteger sus intereses.

La Iglesia y el Arte Contemporáneo

La Iglesia nos pide que no nos cerremos al arte contemporáneo, sino que aprendamos a mirarlo con paciencia. Aunque en muchos casos se ha convertido en una expresión materialista que olvida su vocación de transmitir belleza y abrirse a otra realidad, también en este tipo de expresiones artísticas podemos encontrar una llamada de socorro para el compromiso con la sociedad y el mundo. Tal vez nos está pidiendo que le ayudemos a humanizarse, superando su rencor a la belleza, asociada inevitablemente para el cristianismo al bien y a la verdad.

El Fenómeno de las Sectas Destructivas

Las sectas existen porque hay personas que se sienten excluidas y tienen la necesidad de pertenecer a una comunidad y de constituir una identidad compartida; porque buscan respuestas al sentido de la vida que no han sido capaces de satisfacer las instituciones religiosas tradicionales; porque no se sienten bien reconocidos por estas últimas; o porque no sienten satisfechas otras necesidades psicológicas básicas.

La mayoría de estas sectas buscan sus adeptos entre jóvenes, es decir, individuos que aún no han fijado su personalidad. Es urgente para la Iglesia aprender a acogerlos fraternalmente.

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