La República Literaria de Saavedra Fajardo: Crítica y Alegoría del Saber en el Siglo de Oro

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Diego de Saavedra Fajardo y su Obra Cumbre

Diego de Saavedra Fajardo (1584-1664) fue un destacado escritor, diplomático y pensador español del Siglo de Oro. Su obra, rica en contenido político, moral y literario, ofrece una profunda reflexión sobre la sociedad y el conocimiento de su tiempo.

La República Literaria: Contexto y Temas Centrales

Obra de juventud, La República Literaria fue publicada por primera vez en 1655, siete años después de la muerte de su autor, aunque Saavedra Fajardo la escribió hacia 1612. Este texto, de gran interés, plantea una serie de temas recurrentes y casi universales, que ya hemos encontrado en otras obras de la época.

Temas Recurrentes:

  • El Sueño Alegórico: Un tema central es el del sueño alegórico, presente en autores como Quevedo y en muchas otras obras, donde el protagonista se queda dormido y experimenta una visión simbólica.
  • La República Ideal: Otro tema fundamental es la concepción de una república ideal, inspirada en la tradición platónica.
  • Influencia Clásica: Se observa la influencia de Luciano de Samosata, cuyos magníficos diálogos también emplean el recurso del sueño como vehículo narrativo.

Aunque los Sueños de Quevedo se estaban redactando en 1605, no podemos determinar con exactitud hasta qué punto influyeron en Saavedra Fajardo. Sin embargo, sí existen antecedentes comunes a ambos, como el viaje fantástico (similar a la Divina Comedia de Dante) y la concepción de una república ideal (como la República de Platón), si bien la de Saavedra Fajardo se comprime en el ámbito literario.

En relación con las ciencias, Saavedra Fajardo se muestra partidario de las ciencias experimentales, pero critica aquellas que considera inútiles o meramente especulativas. No ataca a las ciencias en sí, sino a los malos libros, a ciertas prácticas empíricas sin fundamento o a los científicos mediocres. Por ejemplo, considera el estudio de la gramática como algo aburrido si no se aplica con un fin práctico.

Argumento y Recorrido Alegórico

Saavedra Fajardo se muestra crítico con la imprenta, pues considera que publica indiscriminadamente sin un criterio de selección, lo que impide discernir entre lo útil y lo valioso. Absorto en estas reflexiones, se queda dormido, y su preocupación se manifiesta en el sueño.

En su sueño, Saavedra busca un mentor en la figura de Marco Terencio Varrón (siglo I a.C. - siglo I d.C.), un polígrafo de gran relevancia en su época, quien participó en la guerra de Pompeyo y fue director de bibliotecas públicas. Varrón, autor de unas 400 obras (entre ellas, De lingua latina y Rerum rusticarum, de las que se conservan obras completas y citas), es elegido por Saavedra como guía por su vasta erudición y su actitud intelectual.

Juntos, llegan a los arrabales de la República Literaria, donde se encuentran con los practicantes de las artes plásticas, considerados entonces artesanos. Entre ellos, se mencionan escultores, pintores y arquitectos. Destaca la presencia de Velázquez entre los pintores y Miguel Ángel entre los escultores, a quien se considera imparcial por dominar ambas disciplinas.

Al llegar a las puertas de la República Literaria, observan un panel que representa la invención de la imprenta, obra de un escultor del Segura, y donde se imprimen las siete artes liberales. Tras cruzar esta puerta, que funciona como una aduana de libros, se realiza una clasificación:

  • Los libros son clasificados en buenos y malos, y estos últimos son utilizados para envolver productos de venta, según su contenido:
  • Los de poesía amorosa envuelven ciruelas, por ser agrias.
  • Los satíricos, alfiler y pimienta, porque pinchan y pican.
  • Los de alquimia fabrican cohetes, al igual que los de astronomía.
  • Los de historia, arcos triunfales.
  • Y los de política son quemados directamente por considerarse peligrosos.

Dentro, se encuentran con Fernando de Herrera, quien se encarga de pesar la inteligencia o necedad de quienes ingresan. Herrera emite juicios sobre escritores históricos y contemporáneos, mencionando a Petrarca, Dante, Garcilaso, Boscán, Juan de Mena, Góngora y Lope de Vega. Se destaca la ausencia de Quevedo, lo que sugiere una posible aversión por parte de Saavedra Fajardo.

Los personajes huyen de las clases de gramática, consideradas aburridísimas. Visitan diversas secciones, como las de historiadores, filósofos, alquimistas y poetas, donde interactúan con personajes representativos de cada ámbito.

Presencian una pelea entre gramáticos que termina en el manicomio. Allí, se encuentran con filósofos y arqueólogos, entre ellos Demócrito y Heráclito, quienes lloran y ríen, respectivamente, ante la decadencia de su tiempo. También se encuentran con Esopo, a quien Saavedra elogia.

Saavedra critica la ciencia inútil, no la práctica, y señala que las ciencias verdaderamente útiles son aquellas que proceden de Dios, representadas con el color verde. Más adelante, se encuentran con Safo, quien huye de su padre por no ajustarse a los roles tradicionales asignados a las mujeres.

Se menciona a Plantino, y se hace una observación sobre cómo las obras, incluso aquellas que se 'consumen' en contextos de 'histerias' (quizás aludiendo a lecturas superficiales o desordenadas), siguen siendo, en esencia, creaciones literarias.

Finalmente, la República Literaria sufre un ataque, y las ciencias huyen, dejando a nadie capaz de defenderla. En ese momento, Saavedra se despierta, concluyendo: “desperté de muchos errores en los que vivía dormido”.

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