Repercusiones de avances científicos y tecnológicos del siglo XX

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En el s. XX se produjeron numerosos descubrimientos en los ámbitos de la biología y de la farmacología que permitieron que la medicina empleara sustancias capaces de combatir a los microorganismos patógenos causantes de enfermedades infecciosas que hasta entonces eran intratables, como la tuberculosis, la sífilis, el paludismo, el cólera y un largo etcétera. Las sulfamidas y los antibióticos fueron quizás la aportación más importante en este campo y Alexander Fleming (1881-1955), descubridor de la penicilina en 1928, uno de los hombres que hecho historia. También se desarrollaron vacunas capaces de controlar y, en algunos casos, erradicar, numerosas enfermedades, lo que incrementó la expectativa de vida de la población. En este terreno destacó el descubrimiento, en 1927, de la vacuna BCG (bacilo de Calmette-Guérin) contra la tuberculosis.

Progresos en la investigación médica

Asimismo, fueron numerosos los progresos en la investigación sobre la etiología los progresos en la investigación sobre la etiología de muchas enfermedades. Se sintetizaron sustancias como el colesterol, la insulina, la testosterona, la morfina o las vitaminas, entre otras. A partir de la teoría de las secreciones internas de Claude Bernard y de los trabajos de Thomas Addison, se fueron sentando las bases de la moderna endocrinología. De esta forma, la diabetes, enfermedad que se conocía ya desde la Antigüedad, solo fue posible controlarla eficazmente gracias al descubrimiento de la insulina, realizado por Frederick Banting y Charles Best en 1922. Este descubrimiento fue fundamental, además, porque dio lugar a una creciente investigación en fisiología humana y el progreso en el tratamiento de enfermedades similares. Cuando estalló la Primera Guerra Mundial, ya se había establecido que existía una relación entre dieta y ciertas enfermedades; además de mantener un equilibrio adecuado de nutrientes, resultaba evidente que había otros factores esenciales, las vitaminas. Si bien se conocía su función, solo fueron una abstracción hasta 1926, cuando se aisló la vitamina B1, cuya carencia produce la enfermedad de beriberi; 2 años más tarde la vitamina C, eficaz contra el escorbuto; en 1929 la vitamina K, fundamental en los procesos de coagulación de la sangre, y la vitamina D, cuyo déficit provoca desmineralización ósea, en 1931.

Avances en la cirugía y la anestesia

El desarrollo del microscopio electrónico, a partir de la década de 1930, facilitó también nuevas posibilidades a disciplinas como la genética, la bioquímica y la biología molecular. De esta forma pudo demostrarse la estructura del ácido desoxirribonucleico (ADN) que, aunque fue aislado por primera vez por Friedrich Miescher (1844-1895) en 1869, no fue hasta 1953 cuando James Watson (1928) y Francis Crick (1916-2004) pudieron demostrar su estructura, a partir de los trabajos realizados por Rosalind Franklin (1920-1958). Posteriormente, el español Severo Ochoa (1905-1993), junto con Arthur Kornberg (1918-2007), con el compartió el Premio Nobel de Fisiología y Medicina en 1959, realizaba la síntesis del ácido ribonucleico (ARN), asentándose el concepto del código genético con las funciones de replicación, transcripción y traducción. Pero, posiblemente, unos de los mayores logros de la medicina del s. XX, que se produjo, sobre todo a partir de la Segunda Guerra Mundial, sea el progreso técnico de la cirugía y la anestesia, cuyos desarrollos se deben al mejor conocimiento de la fisiopatología y a la introducción de nuevos recursos farmacológicos e instrumentales. Para la anestesia supuso un gran hito el empleo de curarizantes como relajantes musculares (1942), lo que ampliaba las posibilidades de la acción quirúrgica. Otro acontecimiento significativo fue la técnica de intubación endotraqueal, que iniciada por Friedrich Trendelenburg en el siglo anterior, no acabaría de introducirse hasta el perfeccionamiento de la laringoscopia en 1930. Además del control de dolor, el desarrollo de las técnicas de asepsia y de hemostasia también contribuyó a un mayor perfeccionamiento del acto quirúrgico, iniciándose el abordaje de procesos que afectaban a las distintas cavidades corporales. Apareció, entonces, la especialización en determinadas técnicas quirúrgicas, como la neurocirugía, la cirugía torácica, la digestiva y la cardiovascular entre otras. Mención especial merecen los trasplantes de órganos y la reimplantación de miembros de órganos, que han constituido una auténtica revolución de las técnicas quirúrgicas.

Aplicación de avances tecnológicos en medicina

Asimismo, también es destacable la aplicación a la medicina de los numerosos avances en las técnicas físicas, como los isótopos radiactivos, la electroforesis, el láser, los ultrasonidos, la tomografía axial computarizada o la resonancia magnética, que han revolucionado tanto las técnicas diagnósticas como las terapéuticas. Mención aparte merece el desarrollo de la investigación farmacológica, tanto la relativa a la farmacocinética como a la farmacodinamia, que ha permitido el conocimiento de los mecanismo de acción y las concentraciones plasmáticas de los medicamentos, dando como resultado un cambio radical en el tratamiento de las enfermedades. De esta forma, de los 800 fármacos de uso frecuente en el s. XX, no llegan a un 3% los que proceden del s. XIX. Entre otros, permanecen en uso la morfina, la codeína, la quinina, la cafeína y la aspirina. En el s. XX se han desarrollado la quimioterapia para las enfermedades infecciosas y los tumores malignos, la terapia hormonal sustitutiva y el tratamiento de las enfermedades mentales, que han permitido la integración de estos pacientes, considerados hasta entonces incurables, a una vida activa.

Interdisciplinariedad en la medicina

Pero si para la evolución de la ciencia médica ha sido necesaria la asociación de estas con otras ciencias como la biología, la farmacología y la física, disciplinas como la psicología, la sociología y la antropología han contribuido también al estudio de las enfermedades del hombre en su entorno. En este aspecto, es necesario destacar el desarrollo de la medicina psicosomática y la obra de Sigmund Freud (1856-1939), completada por Alfred Adler (1870-1937), precursor de la psicoterapia, y Carl Jung (1875-1961), fundador de la psicología analítica, que implicaron una renovación total en el conocimiento del comportamiento

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