La Renovación Teatral Española de Principios del Siglo XX

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El teatro español durante el primer tercio del siglo XX ofrece una clara dicotomía: de una parte, un teatro que triunfa porque goza del favor del público burgués (**teatro comercial**, representado por Jacinto Benavente), y de otra, intentos de **renovación** que se estrellan contra las barreras comerciales o el gusto establecido (Valle-Inclán o Lorca).

El Teatro Comercial y Poético

A principios del siglo XX seguían triunfando las tendencias teatrales de finales del XIX (**Teatro neorromántico** de Echegaray y el **teatro realista** de Galdós). El denominado teatro comercial contaba con la burguesía como público y su finalidad era distraer. El público mostraba preferencia por el costumbrismo, representado por la alta comedia o el sainete. Además, se desarrolla un **teatro poético modernista**.

Jacinto Benavente

Jacinto Benavente es la figura más representativa del teatro comercial. Algunos lo sitúan en la generación del 98 por su obra El nido ajeno, comedia retirada ante la indignación del público. Tras este fracaso, se ve obligado a aceptar los límites impuestos por el espectador. Su obra maestra será Los intereses creados, una farsa que encierra una cínica visión de los ideales burgueses. También intentó el drama rural con La Malquerida.

El Teatro Poético

El denominado teatro poético combina rasgos posrománticos y modernistas. Cultivadores de este son Francisco Villaespesa, Eduardo Marquina y los hermanos Machado.

El Teatro Cómico

Dentro del teatro cómico destacaron la comedia costumbrista y el sainete. Los hermanos Álvarez Quintero llevan a escena una Andalucía tópica y sin más problemas que los sentimentales. Carlos Arniches presenta sainetes de ambiente madrileño y una tragedia grotesca. Dentro del teatro cómico cabe ser mencionado el subgénero del astracán, piezas descabelladas sin otro fin que provocar la carcajada (La venganza de Don Mendo).

El Teatro Renovador

Frente a las tendencias mayoritarias, surgió un tipo de teatro renovador y minoritario. Autores como Azorín, Unamuno o Valle-Inclán se esforzaron por cambiar el panorama teatral español a través de argumentos simbólicos o conceptuales, cargados de elementos metafóricos. Su influencia fue casi inapreciable, ya que el público seguía prefiriendo el teatro de masas. Aunque algunos miembros de la generación del 98 intentaron escribir un teatro diferente, sus experiencias fueron un fracaso. De estos intentos destacan los de Unamuno o Azorín. Sin embargo, en el grupo del 98 aparece una figura que revolucionará el teatro contemporáneo: Valle-Inclán.

Valle-Inclán y el Esperpento

Valle-Inclán es una de las grandes figuras de la literatura española. En sus comienzos compartió con Rubén Darío la estética modernista, pero su inquietud le llevó a fraguar un “arte de ruptura”. Es considerado como un “vanguardista” que se anticipa a las nuevas tendencias del teatro occidental posteriores a la Segunda Guerra Mundial.

Vida y Obra

Ramón María del Valle-Inclán nació en Villanueva de Arosa y comenzó la carrera de derecho, pero su inquietud aventurera lo llevó a México. A su vuelta, llevará una vida bohemia en Madrid. Ocupó la cátedra de Estética en la Escuela de Bellas Artes de Madrid, que dejará pronto para consagrarse a la literatura. Colaborador de la República, fue director de la Academia Española en Roma. Muere en Santiago de Compostela. Se mostró desde el principio declaradamente antiburgués, ensalzaba los viejos valores rurales y arcaizantes (“carlista por estética”).

Su producción es considerable y variada: novelas, cuentos, teatro, poesía, etc. Se observa una singular evolución, paralela al cambio ideológico: de un modernismo elegante y nostálgico a una literatura crítica, basada en una feroz distorsión de la realidad. Su trayectoria se divide en dos etapas: modernista y esperpéntica.

Etapa Modernista

Su primer libro, Femeninas, aparece en 1895. Pero la producción cumbre de sus inicios son cuatro novelas: Sonatas (Sonata de Otoño, Sonata del Estío, Sonata de Primavera, Sonata de Invierno). Son las supuestas memorias del Marqués de Bradomín, un “don Juan feo, católico y sentimental”. Es la exaltación de un mundo decadente, visto con una mirada entre nostálgica y distanciada.

A las Sonatas le siguen las Comedias Bárbaras, tres obras teatrales ambientadas en una Galicia rural, oscura, mítica y cruel, protagonizadas por don Juan de Montenegro. Con estas obras, Valle inicia su “teatro en libertad”, aunque son obras teatrales irrepresentables, su fuerza dramática es incontestable. La evolución estética se acentúa con la trilogía de novelas de La guerra carlista, que presentan el contraste entre el heroísmo romántico de las partidas carlistas y la brutalidad de la guerra.

Etapa Esperpéntica

Su fecha clave es 1920, cuando publica obras dramáticas decisivas como Divinas palabras (continuación de Comedias Bárbaras) y Luces de Bohemia, la primera a la que Valle denomina esperpento. Los esperpentos son aquellas obras suyas en las que lo trágico y lo burlesco se mezclan con una estética que quiere ser una superación del dolor y de la risa.

Según Valle, hay tres modos de ver el mundo artística o estéticamente: “de rodillas, de pie o levantado en el aire”. Si el autor mira desde abajo, los héroes aparecen como seres superiores, si se mira al mismo nivel aparecen como nuestros hermanos y si los miramos desde arriba, aparecerán como peleles. Los dioses y héroes se convierten en personajes de sainete (posición de Valle).

Otros esperpentos son Los cuernos de Don Friolera, Las galas del difunto y La hija del Capitán, las tres recogidas en Martes de Carnaval. También cultivó el esperpento en novela: Tirano Banderas.

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