René Descartes y la Construcción del Conocimiento Moderno: Razón y Certeza
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La Modernidad Filosófica y el Legado de René Descartes
La Modernidad emerge como una corriente filosófica que desafió las tradiciones y los paradigmas establecidos en la Edad Media. Durante este periodo, dos corrientes principales, el racionalismo y el empirismo, aunque con enfoques distintos, compartían la finalidad de alcanzar el conocimiento verdadero a través de la razón y la investigación científica.
René Descartes, figura central de la filosofía moderna, es considerado el padre del racionalismo, una corriente que postula que el conocimiento se obtiene principalmente a través de la razón, en contraposición al empirismo, que enfatiza la experiencia y la investigación de los hechos.
El Racionalismo Cartesiano: La Búsqueda de la Certeza
El Racionalismo, corriente filosófica iniciada por Descartes, sostiene que el conocimiento verdadero y la certeza se alcanzan mediante la razón, y no a través de la experiencia sensorial. Descartes buscaba establecer un fundamento indudable para el saber, un apoyo confiable para la certeza.
Descartes es ampliamente reconocido como el padre de la geometría analítica y de la filosofía moderna. Para él, la Modernidad representa la emergencia de la razón como una facultad autosuficiente, capaz de alcanzar la certeza por sí misma. Su interés primordial radicaba en establecer un fundamento seguro para el conocimiento humano, lo que lo llevó a proponer un método riguroso basado en reglas claras y la aplicación constante de la duda metódica como proceso de investigación.
El Discurso del Método: Fundamentos de la Razón
Fue en Holanda donde Descartes escribió sus obras más influyentes, entre las que destacan Discurso del Método (1637), Meditaciones Metafísicas (1641) y Principios de la Filosofía (1644).
En el Discurso del Método, Descartes plantea la necesidad de un nuevo enfoque para el conocimiento. Sus ideas principales incluyen:
- La razón es la facultad universal para distinguir lo verdadero de lo falso, una capacidad inherente a todos los seres humanos.
- La búsqueda de un conocimiento veraz requiere un método riguroso, no meramente la acumulación de experiencias individuales.
- La verdad no se revela directamente, sino que debe ser descubierta a través de la aplicación sistemática de la duda.
En esta obra, Descartes introduce la duda metódica como herramienta fundamental para alcanzar la verdad indudable. Dudaba de todo lo existente, incluyendo las percepciones sensoriales y el mundo natural. La única certeza que encontró fue la de su propia existencia como ser pensante, inmortalizada en su célebre máxima: «Cogito, ergo sum» (Pienso, luego existo). Si dudaba, era porque pensaba, y si pensaba, existía.
Las Meditaciones Metafísicas: El Camino hacia la Verdad
En su ambicioso proyecto filosófico, Descartes comparó el conocimiento con un edificio. Propuso la necesidad de "derribar" el edificio de los saberes heredados y construir uno nuevo sobre cimientos firmes, desechando todo conocimiento que no pudiera ser demostrado con certeza para validar la realidad de sus propias ideas.
Las Meditaciones Metafísicas profundizan en este proceso de duda y búsqueda de la certeza:
- En la Primera Meditación, Descartes expone argumentos que siembran la duda sobre todo lo que se creía conocer. Introduce la hipótesis del 'genio maligno' o 'demonio engañador' para llevar la duda a su extremo, cuestionando la existencia misma de la realidad y la fiabilidad de los sentidos. Su propósito es demostrar que es necesario dudar de todo para encontrar un fundamento indudable.
- En la Segunda Meditación, el genio maligno no puede hacer dudar a Descartes de su propia existencia como ser pensante. Es aquí donde formula el «Cogito, ergo sum», estableciendo la existencia del 'yo' como una verdad indudable. Descartes subraya la importancia de examinar críticamente cada conocimiento para discernir su falsedad o verdad.
- En la Tercera Meditación, Descartes busca demostrar la existencia de Dios a partir de la idea de perfección que encuentra en su mente. Reconoce que, como ser finito e imperfecto, no podría haber generado por sí mismo la idea de un ser infinito y perfecto, lo que lo lleva a concluir que Dios debe existir como causa de esa idea. Admite la posibilidad de error en su razón, ya que esta no abarca todas las verdades existentes.
La finalidad última de sus Meditaciones fue superar la desconfianza epistemológica, utilizando la duda como un camino hacia el descubrimiento de verdades indudables. Descartes concluyó que, al aplicar un método riguroso, similar al matemático, es posible alcanzar la certeza en el conocimiento.