La Reminiscencia, la Dialéctica y el Amor en la Filosofía de Platón

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2. Conocer cómo recordar: la reminiscencia

Al encarnarse en el cuerpo, el alma olvida su pertenencia al mundo de las Ideas y lo que vio y conoció allí; pero una vez encarnada en un cuerpo dispone de sentidos para percibir las cosas sensibles, y, como éstas son una copia de las inteligibles -de las Ideas-, al verlas el alma recuerda los orígenes. Las cosas le sirven para recordar aquello que conocía pero estaba olvidado. Esta explicación aparece en los diálogos Fedón y Fedro.

3. La dialéctica

Por dialéctica van a entenderse cosas diversas a lo largo de la historia de la filosofía. En el caso de Platón es un método supremo de conocimiento que se compone de dos momentos:

Dialéctica ascendente (composición)

Parte de la diversidad de las Ideas, para encontrar algo que tengan esas Ideas en común. Debido a la organización jerárquica de las Ideas, este procedimiento de búsqueda de lo común nos lleva desde las Ideas inferiores a las superiores en un proceso de ascensión. Por eso se conoce esta forma de la dialéctica platónica como dialéctica ascendente. Se trata de ir de la multiplicidad a la unidad, buscando afinidades, identidades, entre las diversas Ideas (componiendo), hasta alcanzar el fundamento único de todo el saber: la Idea de Bien.

Dialéctica descendente (división)

En la dialéctica ascendente, las Ideas eran tomadas como hipótesis o supuestos, pero a diferencia de lo que ocurre en la dianoia, dejarán de ser meros supuestos gracias a la dialéctica descendente. En este momento, el dialéctico, una vez alcanzado el conocimiento de la Idea suprema y fundamento de las demás (Idea de Bien), desciende a partir de ella encadenando deductivamente el resto de las Ideas, ahora ya no como hipótesis sino como verdades absolutas.

4. La concepción de amor de Platón

Platón atribuye al eros (amor-deseo) un papel muy importante en la filosofía, pues es el amor deseo lo que empuja al filósofo hacia el mundo de las Ideas (en el diálogo Banquete). Ciertamente este amor-deseo, comienza siendo deseo sensual, de la belleza sensible. Pero una vez encendido el deseo no se satisface en el mundo sensible y el alma, empujada por este deseo, inicia una ascensión que le lleva del amor a la «belleza física de los cuerpos», al amor a la «belleza del alma», y de éste al amor a la belleza de las «instituciones y de las leyes», luego al amor a la belleza del «orden matemático», y finalmente al amor a la belleza en sí, a la «Idea de Belleza». Éste es el auténtico sentido del «amor platónico». Para Platón, eros, el deseo, el amor, es como un intermediario entre lo divino (el mundo de las Ideas) y lo humano.

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