Religión en el Periodo Helenístico: Sincretismo, Cultos y Transformaciones

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Religión Helenística

(Roldán 1998: 468-470)

El Sincretismo Religioso

El helenismo fue una época de inquietud y efervescencia religiosa. La conquista griega no trató de imponer sus creencias y cultos en los territorios sometidos. Pero la mezcla de griegos y orientales, con sus correspondientes tradiciones religiosas, actuó en favor de una mezcla de atributos de divinidades griegas e indígenas y de elementos religiosos procedentes de sistemas distintos en un creciente sincretismo.

La Religión Cívica

La religión cívica tradicional griega sobrevivió a la decadencia política de las ciudades. Aunque la cohesión interna entre Estado, nacionalidad y religión se descompuso, continuó perviviendo en el marco municipal el culto a los antiguos dioses, en ocasiones, con un esplendor inusitado, como muestran los colosales templos erigidos en Grecia y Asia Menor y la atracción que siguen ejerciendo sobre las multitudes los grandes santuarios.

La Religión Personal: Los Cultos Mistéricos

Frente a la religión oficial de las ciudades y de los grandes santuarios panhelénicos, se sitúa la religión personal, que elige sus propios dioses y, en ocasiones, les da forma según sus deseos. Se trata de una concentración del sentimiento religioso en el interior del individuo, que busca, al margen de la religión oficial, aislado o en pequeños grupos cultuales, una liberación de las angustias y medios de este mundo a través de un obsesivo deseo de salvación personal.

De ahí, el inusitado éxito que en época helenística experimentaron viejos y nuevos cultos mistéricos, con su posibilidad de contacto directo con la divinidad y sus promesas de redención: Deméter en Eleusis; Cabiros de Samotracia; culto de Dioniso….

Los Cultos Orientales

Pero también viejos dioses regionales del Oriente tomaron entre los griegos nuevos atributos y formas de manifestación y se convirtieron en divinidades universales, que participaron de estos rasgos salutíferos y mistéricos: Cibeles y Attis, Sabacio, identificado con Dioniso, Atargatis, Baal, Adonis, Mitra ....

La frecuente confusión de sus rasgos originarios y el sincretismo a que se vieron sometidos con divinidades griegas sería un paso más en el camino hacia el monoteísmo, hacia la búsqueda de una divinidad originaria y única.

También Egipto contribuyó a esta comunidad de creencias con dos divinidades importantes, Isis y Sarapis. Si la primera, equiparada por los griegos con Deméter, era conocida desde antiguo, Sarapis es un producto típico de mezcla de la nueva religiosidad helenística. En efecto, Ptolomeo I, consciente de la importancia de la religión como instrumento político, creó una divinidad que compartía los rasgos de Apis, el buey sagrado adorado en Menfis, y de Osiris, el dios infernal, hermano-esposo de Isis, que cada primavera regresa del mundo de los muertos para fecundar el mundo. El intento sincretista tuvo una enorme aceptación y muy pronto la pareja Isis-Sarapis y los misterios ligados a su culto se hicieron familiares en todo el Mediterráneo.

Otras Manifestaciones Religiosas

El tradicional Panteón griego, los cultos mistéricos y las nuevas y viejas divinidades orientales no agotan el rico sentimiento religioso del helenismo o la búsqueda en lo irracional de soluciones a las angustias vitales. De ahí, la proliferación de ‘taumaturgos’ y ‘hombres divinos’, supuestos hacedores de milagros, la multiplicación de magos y de prácticas mágicas y encantamientos o el espectacular éxito de la astrología.

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