Relatos Clásicos: Mitos Griegos y la Épica Segunda Guerra Púnica
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Apolo y Dafne: La Persecución y la Transformación
El dios Apolo, máxima representación de la belleza masculina, sufría un amor no correspondido. Dafne era una ninfa, hija del dios-río Peneo. Apolo estaba enamorado de ella, pero ella no de él.
Cupido, molesto por la ineficacia de sus flechas, lanzó una flecha de oro a Apolo, que le infundió un amor ardiente, y una flecha de plomo a Dafne, que le provocó una insensibilidad total al amor.
Un día, Apolo intentaba atrapar a Dafne. Desesperada, ella pidió ayuda a su padre, el dios-río Peneo, quien, para protegerla, la transformó en un laurel, impidiendo así que Apolo la alcanzara. Desde aquel día, Apolo lleva una corona de laurel en la cabeza como símbolo de su amor por Dafne y en su honor.
La Segunda Guerra Púnica: El Conflicto entre Roma y Cartago
En Cartago, Amílcar, descontento con las condiciones de paz impuestas por Roma, decidió iniciar una nueva guerra. De camino a la península ibérica, Amílcar murió mientras intentaba reunir un ejército.
Le sucedió su yerno Asdrúbal, quien continuó con su proyecto hasta que fue asesinado. Entonces, Aníbal Barca tomó el mando. Aníbal atacó Sagunto en el 218 a.C., lo que provocó que los romanos declararan la guerra a los cartagineses.
Los romanos les habían prohibido cruzar el río Ebro, pero los cartagineses desobedecieron e incluso atravesaron los Alpes y los Pirineos con un gran número de hombres y elefantes. Aníbal se fue quedando sin recursos y sufría la desventaja de que las ciudades italianas permanecían leales a Roma, y Cartago no le enviaba suficientes refuerzos. Así que Aníbal pidió ayuda a su hermano Asdrúbal, quien estaba en la península ibérica asegurando el territorio.
En el año 216 a.C., los romanos fueron derrotados por los cartagineses en la Batalla de Cannas. Los romanos decidieron crear tres ejércitos: uno destinado a Hispania, otro a Sicilia para reprimir una rebelión, y un tercero en Italia, encargado de reconstruir las ciudades destruidas por Aníbal.
En Hispania, dos Escipiones se encargaban de contener a las tropas cartaginesas y evitar que Aníbal recibiera refuerzos desde la península ibérica. Los romanos mataron a Asdrúbal en Hispania y entregaron su cabeza a su hermano Aníbal. Los dos Escipiones murieron en batalla y fueron sucedidos por Escipión el Africano.
Escipión el Africano se dirigió a África, amenazando Cartago. Aníbal fue llamado para defender su ciudad, lo que culminó en la Batalla de Zama en el 202 a.C., donde los cartagineses fueron derrotados, poniendo fin a la Segunda Guerra Púnica.
Los romanos obtuvieron la península ibérica y el control del mar Mediterráneo. Además, impusieron a los cartagineses las siguientes condiciones:
- Debían entregar sus flotas.
- Debían abandonar Europa.
- Debían pagar una gran indemnización a Roma.
- Debían ceder territorios en África.
Eco y Narciso: El Amor No Correspondido y la Vanidad
Eco era una ninfa que hablaba sin parar. Cuando Juno intentaba espiar en secreto las aventuras amorosas de Júpiter, Eco charlaba y charlaba hasta exasperar a la diosa. Juno, enfurecida, la hizo callar y dispuso que la ninfa no pudiera hablar si antes no le dirigían la palabra, y que todo lo que pudiera hacer sería repetir las sílabas finales de lo que habían dicho los demás.
Pasado un tiempo, Eco se enamoró de Narciso, quien la rechazó porque la ninfa solo sabía repetir las palabras que él le decía. Desconsolada, se recluyó en una cueva y se fue consumiendo hasta quedar reducida a una sombra. Solo le quedó la voz que hacía eco.
Narciso seguía rechazando el amor de todas las ninfas hasta que un día se acercó a una fuente de aguas cristalinas y se enamoró de aquel joven que veía en el reflejo. Narciso se enamoró del joven de las aguas y cada vez que extendía sus brazos para abrazarlo, la imagen le correspondía. Cuando Narciso sonreía, la imagen sonreía también, pero no podía tocarlo.
El joven cayó intentando tocar su reflejo y allí donde murió nació una flor que lleva su nombre.