Reinos Cristianos en la Iberia Medieval: Formación, Expansión y Crisis (Siglos VIII-XV)

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Los Reinos Cristianos en la Península Ibérica (Siglos VIII-XV)

La Formación de los Núcleos Cristianos (Siglos VIII-X)

Tras la conquista musulmana de la Península Ibérica, la resistencia cristiana se organizó principalmente en dos áreas montañosas: la cordillera Cantábrica y los Pirineos.

Zona Cantábrica

La victoria de Don Pelayo en la batalla de Covadonga (722) se considera tradicionalmente el inicio del Reino de Asturias. Durante el reinado de Alfonso II el Casto, se produjo el hallazgo (o invención) de la tumba atribuida al apóstol Santiago en Compostela, un hecho de gran trascendencia religiosa y política. Posteriormente, la capital se trasladó a León, dando lugar al Reino de León. A finales del siglo X, Fernán González consolidó el Condado de Castilla, sentando las bases para su futura independencia del Reino de León.

Zona Pirenaica (La Marca Hispánica)

En los Pirineos, el emperador franco Carlomagno creó la Marca Hispánica, una franja defensiva frente a Al-Ándalus compuesta por diversos condados. Tras la descomposición del Imperio Carolingio, estos condados se independizaron progresivamente:

  • Pirineo occidental: Surgió el Reino de Pamplona (posteriormente Reino de Navarra), que expandió su territorio bajo la dinastía Jimena.
  • Pirineo central: Se formaron los condados de Aragón, Sobrarbe y Ribagorza, que acabarían uniéndose para formar el núcleo del futuro Reino de Aragón.
  • Pirineo oriental: Wifredo el Velloso (siglo IX) unificó varios condados catalanes, iniciando un proceso de autonomía. Borrell II (conde de Barcelona, Gerona y Osona) rompió de facto el vínculo de vasallaje con los reyes francos en 987, al no recibir ayuda de estos contra una razia musulmana.

La Consolidación de los Núcleos Cristianos (Siglos XI-XII)

Siglo XI

Sancho III el Mayor de Pamplona (1004-1035) reunió bajo su autoridad el Reino de Pamplona, el Condado de Castilla y los condados aragoneses, convirtiéndose en el monarca cristiano más poderoso de la península. Tras su muerte (1035), dividió sus dominios entre sus hijos, lo que dio origen al Reino de Castilla (con Fernando I) y al Reino de Aragón (con Ramiro I). En 1085, Alfonso VI de León y Castilla conquistó la estratégica ciudad de Toledo, antigua capital visigoda. Sin embargo, la intervención de los almorávides (imperio norteafricano llamado en auxilio por los reinos de taifas) frenó temporalmente el avance cristiano con su victoria en la batalla de Sagrajas (1086).

Siglo XII

El Reino de Navarra quedó territorialmente encajonado entre Castilla y Aragón, perdiendo protagonismo en la expansión hacia el sur. En 1139, Alfonso Enríquez se proclamó rey, fundando el Reino de Portugal, que se independizó de León y Castilla y comenzó su propia Reconquista, conquistando Lisboa en 1147. El Reino de Aragón se expandió significativamente bajo Alfonso I el Batallador, destacando la conquista de Zaragoza (1118). La unión dinástica del Reino de Aragón y los Condados Catalanes en 1137 (mediante el matrimonio de Petronila de Aragón y Ramón Berenguer IV de Barcelona) dio origen a la Corona de Aragón, una entidad política que posteriormente incorporaría los reinos de Mallorca y Valencia.

La Gran Expansión Territorial (Siglo XIII)

La decisiva victoria de una coalición de reinos cristianos (Castilla, Aragón, Navarra y Portugal) en la batalla de Las Navas de Tolosa (1212) contra los almohades marcó un punto de inflexión, abriendo el valle del Guadalquivir y el Levante a la conquista cristiana.

  • Castilla y León: Tras la unión definitiva de ambos reinos bajo Fernando III el Santo (1230), se conquistó gran parte de Andalucía: Córdoba (1236), Jaén (1246), Sevilla (1248). Su hijo, Alfonso X el Sabio, completó la ocupación de Murcia y la Baja Andalucía (Cádiz, Huelva).
  • Portugal: El Reino de Portugal, bajo Alfonso III, culminó su expansión hacia el sur con la conquista del Algarve (Faro, 1249), definiendo prácticamente sus fronteras actuales.
  • Corona de Aragón: Jaime I el Conquistador incorporó a la Corona de Aragón el Reino de Mallorca (conquista iniciada en 1229) y el Reino de Valencia (conquista iniciada en 1238), asegurando su expansión y dominio comercial en el Mediterráneo.

La Repoblación de los Territorios Conquistados

La repoblación fue un proceso fundamental y paralelo a la expansión territorial, organizado mediante diferentes sistemas según la época y la zona:

  • Presura o Aprisio (siglos VIII-X): En las tierras despobladas al norte del río Duero y en el piedemonte pirenaico. Campesinos, individualmente o en grupo, ocupaban tierras y las ponían en cultivo, adquiriendo su propiedad simplemente por el hecho de trabajarlas. Fue un modelo mayoritariamente espontáneo.
  • Repoblación concejil (siglos XI-XII): Aplicada en las zonas entre los ríos Duero y Tajo, y en el valle del Ebro. Los reyes fundaron o reorganizaron concejos (municipios) a los que otorgaban fueros o cartas pueblas. Estos documentos concedían privilegios (tierras, exenciones fiscales, libertades) a los nuevos pobladores para atraerlos. Cada concejo controlaba un amplio territorio circundante (alfoz).
  • Órdenes Militares (siglos XII-XIII): Predominante en zonas extensas y poco pobladas como La Mancha, Extremadura y el Maestrazgo (entre el Tajo y Sierra Morena). Se entregaron grandes latifundios a las órdenes militares (Santiago, Calatrava, Alcántara, Montesa) por su papel crucial en la conquista y defensa de la frontera.
  • Repartimientos (siglo XIII): Utilizado en las últimas grandes conquistas (valle del Guadalquivir, Murcia, Valencia, Baleares). Las tierras y propiedades de los musulmanes vencidos se distribuyeron en grandes lotes (donadíos) entre la alta nobleza, la Iglesia y las órdenes militares que habían participado en las campañas. También se repartieron lotes menores (heredamientos) a otros participantes. Este sistema a menudo implicó la coexistencia con población musulmana (mudéjares), a quienes se permitió conservar su religión y costumbres a cambio de impuestos especiales y su residencia en barrios segregados (morerías). Los judíos también vivían en barrios separados (juderías).

Instituciones Políticas en los Reinos Cristianos

Las principales instituciones de gobierno fueron la monarquía, las Cortes y los municipios:

La Monarquía

  • En Castilla: La monarquía tendió a acumular más poder, considerándose que el rey tenía facultades amplias para declarar la guerra, legislar (aunque a menudo con asesoramiento) y ejercer la justicia suprema.
  • En la Corona de Aragón: El poder real estaba más limitado por la doctrina del pactismo. Se entendía que el poder del rey emanaba de un pacto con sus súbditos (representados en las Cortes), lo que le obligaba a respetar los fueros, leyes y costumbres de cada reino (Aragón, Cataluña, Valencia, Mallorca) antes de ser reconocido y recibir subsidios.

Las Cortes

Eran asambleas que representaban a los tres estamentos del reino: nobleza, clero y burguesía (representantes de las ciudades). Las del Reino de León (1188) se consideran unas de las primeras de Europa con participación del estado llano.

  • En Castilla: Tenían un carácter principalmente consultivo. Su función principal era aprobar los impuestos extraordinarios solicitados por el rey y jurar al heredero al trono.
  • En la Corona de Aragón: Cada reino (Aragón, Cataluña, Valencia) tenía sus propias Cortes, con mayor poder que las castellanas. Tenían cierta capacidad legislativa (pactaban leyes con el rey) y votaban los subsidios o"servicio". Cuando las Cortes no estaban reunidas, una delegación permanente, la Diputación del General o Generalitat (en Cataluña, Aragón y Valencia), gestionaba la recaudación de los impuestos aprobados y vigilaba el cumplimiento de las leyes.

Los Municipios

Las ciudades y villas contaban con cierto grado de autonomía y jurisdicción propia, regulada por sus fueros. El gobierno municipal (concejo) evolucionó con el tiempo.

  • En Castilla: El crecimiento urbano llevó a la sustitución del concejo abierto por un cabildo más restringido, controlado por las oligarquías locales (nobleza urbana). Posteriormente, se impuso el regimiento, donde los cargos municipales (regidores) eran designados por el rey o se volvían vitalicios y hereditarios.
  • En la Corona de Aragón: El gobierno municipal también quedó bajo el control de las oligarquías urbanas (ciutadans honrats en Barcelona, por ejemplo). Órganos como el Consejo de Ciento en Barcelona alcanzaron gran poder, representando los intereses de la burguesía comercial y financiera.

La Crisis del Siglo XIV

El siglo XIV fue un periodo de profunda crisis en toda Europa, que afectó gravemente a los reinos peninsulares:

  • Crisis demográfica: La llegada de la Peste Negra (1348), sumada a un ciclo de malas cosechas y hambrunas, provocó una enorme mortandad. Se estima una pérdida de población de hasta un 40% en Cataluña y un 25% en Castilla.
  • Crisis económica: La despoblación causó el abandono de tierras de cultivo (despoblados), la caída de la producción agrícola y artesanal, y el aumento de los precios. Los señores feudales intentaron compensar la caída de sus rentas endureciendo las condiciones a los campesinos, lo que generó fuertes tensiones y revueltas, como las de los payeses de remensa en Cataluña, que estaban adscritos a la tierra.
  • Crisis social: En las ciudades, el hundimiento del comercio (especialmente el mediterráneo, afectando a la Corona de Aragón) y la artesanía provocó paro y miseria, aumentando los conflictos entre la oligarquía urbana y los grupos populares. Además, se intensificó la persecución de los judíos, a quienes se culpaba de la crisis, produciéndose violentos pogromos (asaltos a juderías), especialmente en 1391. Esto llevó a conversiones forzadas masivas, dando lugar al problema de los conversos o cristianos nuevos, a menudo discriminados y sospechosos de judaizar.

Conflictos Políticos y Sociales en la Baja Edad Media (Siglos XIV-XV)

La crisis generalizada se tradujo también en una fuerte inestabilidad política:

  • Castilla: La primera guerra civil castellana (1366-1369) enfrentó a Pedro I el Cruel (partidario de reforzar el poder real) con su hermanastro Enrique de Trastámara (apoyado por gran parte de la nobleza). El asesinato de Pedro I y el ascenso de Enrique II inauguraron la dinastía Trastámara, que tuvo que hacer importantes concesiones a la nobleza (mercedes enriqueñas), debilitando temporalmente el poder real. Más tarde, durante el siglo XV, las luchas entre facciones nobiliarias fueron constantes. La nobleza impuso a Isabel como heredera frente a la hija del rey Enrique IV, Juana la Beltraneja, desencadenando la Guerra de Sucesión Castellana (1474-1479). Isabel, casada con Fernando de Aragón, acabó venciendo y sentando las bases de la monarquía autoritaria de los Reyes Católicos. También hubo importantes revueltas sociales, como las de los irmandiños en Galicia contra los abusos señoriales.
  • Corona de Aragón: Tras la muerte sin descendencia directa de Martín I el Humano (1410), el Compromiso de Caspe (1412) eligió como sucesor a un Trastámara castellano, Fernando de Antequera (Fernando I de Aragón). Esto introdujo una dinastía de origen castellano. Durante el siglo XV, la Corona de Aragón sufrió graves conflictos: las revueltas remensas en Cataluña se recrudecieron, y estalló una larga guerra civil en Cataluña (1462-1472) que enfrentó al rey Juan II (padre de Fernando el Católico) contra la Generalitat y las oligarquías urbanas. Estos conflictos debilitaron enormemente Cataluña y el poder real en la Corona.
  • Navarra: El reino también se vio afectado por crisis internas y una larga guerra civil desde 1447 entre facciones nobiliarias (agramonteses y beaumonteses). Esta debilidad interna facilitó su conquista e incorporación a Castilla por Fernando el Católico en 1512, aunque Navarra conservó sus propias instituciones, fueros y Cortes.

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