Reinado de Isabel II: Características, Política y Crisis (1843-1866)
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12.3. En el otoño de 1843, las Cortes, para evitar una nueva regencia, votaron la mayoría de edad de Isabel II, que iniciaba así con trece años su reinado efectivo.
Un reinado que duraría veinticinco años y que fue agitado y cambiante, pero presentó unas características comunes a lo largo del tiempo. En primer lugar, fue un periodo de tendencia muy conservadora, con la participación exclusiva de una oligarquía y de gobiernos autoritarios, que limitaron las reformas sociales y las libertades individuales. En segundo lugar, la reina Isabel intervino activamente en la vida política, apoyando a los sectores más conservadores y evitando el acceso al poder de los progresistas. También se creó la Guardia Civil en 1844, como cuerpo militar, al que se encargó mantener el orden y defender la propiedad en las zonas rurales. Otros cambios legales fueron el nuevo Código Penal y la reforma de la Administración, que reforzó el sistema centralista basado en las provincias y en su control desde el gobierno a través de los Gobernadores civiles y militares.
Fue el gobierno largo de O'Donnell, un periodo de estabilidad favorecido por la ola de prosperidad económica, propiciada por la construcción de los ferrocarriles y las grandes inversiones bancarias y bursátiles. La prosperidad también llegó, indirectamente, a las clases populares, lo que explica la ausencia de conflictos graves en aquellos años. Durante todo el siglo España había carecido de una política exterior seria, a causa de su debilidad e inestabilidad internas y las injerencias francesas e inglesas fueron constantes.
El gobierno de la Unión Liberal emprendió entre 1858 y 1866 una activa y agresiva política exterior, con el fin de desviar la atención de los españoles de los problemas internos y exaltar la conciencia patriótica, en pleno auge del nacionalismo en Europa.
Los progresistas se retiraron de la vida parlamentaria (el llamado retraimiento), y, dirigidos por el general Prim, pasaron, junto a demócratas y republicanos, a denunciar el sistema constitucional y a la misma Isabel II. Lentamente, la opinión pública comenzó a achacar a la Corona la responsabilidad del desastre político.
Estuvo, también, la grave crisis económica, que se inicia en 1864 con la quiebra de las compañías ferroviarias, debida a la baja rentabilidad de las líneas. Y la sublevación del cuartel de San Gil en junio de 1866, dirigida por los suboficiales y propiciada por los progresistas, que acabó con sesenta muertos, centenares de heridos y 66 fusilados. Acosados desde la prensa, la calle y el Parlamento, los gobiernos isabelinos sólo supieron responder con la represión y suspensión de las Cortes.
En agosto de 1866 representantes progresistas, demócratas y republicanos llegaron a un acuerdo, el Pacto de Ostende, para coordinar la oposición, con dos objetivos: el destronamiento de Isabel II y la convocatoria de Cortes Constituyentes por sufragio universal.