El Reinado de Fernando VII: Absolutismo, Trienio Liberal y Sucesión

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El Reinado de Fernando VII (1814-1833)

El fin de las operaciones militares contra Francia no calmó el país. La tensión entre Liberales y Absolutistas era palpable, ambos a la espera de ver qué haría Fernando VII a su vuelta.

La Restauración Absolutista (1814-1820)

Fernando VII aceptó el ofrecimiento de algunos generales de colaborar en la reposición del absolutismo monárquico. Declaró ilegal la convocatoria de las Cortes de Cádiz y anuló su obra legisladora. Con este golpe, España volvía a una situación similar a la de la ocupación francesa, y algunos, como los afrancesados y liberales, volvieron al exilio.

El rey quitó la libertad de prensa y restableció la Inquisición. Los Jesuitas volvieron a España, apoyados por el rey. La Iglesia colaboraba con el Santo Oficio, delatando a liberales, pero sus rentas decrecían. La Iglesia exigió la devolución de sus tierras, pero Fernando VII se negó, argumentando que pertenecían al gobierno.

Muchos, a estas alturas, ya se oponían al Antiguo Régimen. Distintos oficiales intentaron pronunciamientos que pretendían derrocar el Absolutismo. Estos se nutrían del descontento popular causado por la situación de España después de la guerra. Además, la independencia de América privaría a España de un mercado importante y necesario para su reconstrucción.

Como resultado de la labor de las Cortes de Cádiz, todos los españoles fueron obligados a colaborar en el sostenimiento del Estado. Para facilitar la contabilidad gubernamental, las Cortes de Cádiz elaboraron un presupuesto nacional. Pero Fernando VII volvió al régimen fiscal anterior al ver que la deuda aumentaba. Aunque los resultados fueron malos, bastó para que el responsable de Hacienda Estatal se convirtiera en el blanco de distintas campañas de descrédito, que se manifestaron en versos satíricos.

La agricultura tuvo cierta expansión, pero volvió la Mesta, que la perjudicaba.

El Trienio Constitucional (1820-1823)

Estalló todo en 1820 cuando Riego, con tropas cerca de Cádiz, se levantó a favor de la Constitución de 1812. Esto, entre otras cosas, hizo ver a Fernando VII que debía cambiar de política y aceptar el régimen constitucional. Mientras tanto, nacían las Juntas Liberales.

Comenzó la segunda experiencia revolucionaria, pero fracasó por el poco respaldo social y político del liberalismo.

Los liberales llevaron a cabo reformas:

  • Eliminaron la Inquisición.
  • Impulsaron un nuevo sistema fiscal.
  • Suprimieron los señoríos.
  • Expulsaron a los jesuitas.
  • Garantizaron derechos y libertades.

La Iglesia fue la que más sufrió con la supresión de órdenes monacales y la desamortización de tierras de monasterios.

Las reformas provocaron la ruptura de los liberales en dos facciones principales: Moderados (participantes en las Cortes) y Exaltados (seguidores de Riego). Los Moderados querían reformar la Constitución para restringir la plena soberanía del pueblo mediante sufragio limitado y una cámara alta en las Cortes, mientras que los Exaltados defendían el sufragio universal y unas Cortes de una sola cámara. Esta división sentó las bases para la futura distinción entre Moderados y Progresistas.

A punto de estallar una guerra civil, un ejército francés (los Cien Mil Hijos de San Luis), respaldado por absolutistas españoles, entró en España con el fin de restablecer a Fernando VII en la plenitud de su soberanía. Los liberales nada pudieron hacer ante un ejército superior en número. Esto puso fin a la segunda experiencia revolucionaria liberal.

La Década Ominosa (1823-1833)

Hasta su muerte en 1833, Fernando VII gobernó como monarca absoluto. Al recuperar el poder, se vengó de los liberales con una dura represión. De esta manera, consiguió que el país volviese a cerrarse a las novedades del pensamiento y la ciencia. Muchos españoles se vieron forzados al exilio, conspirando contra Fernando VII.

La nueva restauración absolutista fue, en cierto modo, un restablecimiento parcial del Antiguo Régimen. Más tarde, se creó el Consejo de Ministros. A partir de ese año, se buscó una política de autarquía económica con el fin de compensar lo perdido. Fernando VII impulsó la iniciativa privada, montando la primera siderurgia moderna. Pero nada de esto logró levantar un país arruinado. Fue un periodo de gobierno muy destructivo.

Dos graves amenazas pesaron sobre su gobierno: los liberales exaltados y los realistas puros o ultras. La inestabilidad política se veía incrementada, y bajaban las esperanzas de los Carlistas (los ultras que apoyarían a Carlos, hermano del rey). La situación política en Francia, donde la revolución liberal había triunfado (en 1830), complicaba el panorama para el gobierno absolutista español.

Nace Isabel, hija de Fernando VII. Antes de nacer ella, él había promulgado la Pragmática Sanción, permitiendo reinar a las mujeres. Tras un complot (promovido por los ultras a favor de su hermano Carlos), buscó ayuda en los liberales moderados y autorizó el retorno de exiliados. Al morir el rey, su mujer (María Cristina) heredó la regencia en nombre de su hija hasta su mayoría de edad, lo que desencadenaría la Primera Guerra Carlista.

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