El Reinado de Carlos V y Felipe II: Conflictos Internos y Expansión Imperial
El Reinado de Carlos V: Conflictos Internos (Comunidades y Germanías)
Carlos de Austria llegó a España el 17 de septiembre de 1517 como soberano de los reinos hispánicos. Su llegada estuvo rodeada de nobles flamencos (como Chièvres y Utrecht) que menospreciaban a los castellanos.
En 1518, en las Cortes de Valladolid, se le exigió el juramento de las leyes castellanas y se le pidió que no abandonara el reino, reconociendo a Juana la Loca como legítima reina. Más tarde, juró los fueros de Aragón. Tras la muerte de su abuelo Maximiliano, fue elegido emperador en 1519. Esta elección no fue bien recibida en Castilla, ya que alejaba al rey de España y lo implicaba en problemas exteriores. El rey necesitó dinero para Alemania y, por lo tanto, convocó Cortes en La Coruña. Dejó como regente a Adriano de Utrecht.
El descontento en Castilla fue notable, destacando ciudades como Toledo, Burgos y Ávila, que comenzaron a constituirse en Comunidad, formando su propio ejército bajo el liderazgo de Juan Bravo. En 1520, representantes de Ávila formaron la Junta Santa, intentando obtener el apoyo de Juana sin éxito. Ante esta situación, el regente formó un nuevo ejército. Por otra parte, el movimiento comunero se radicalizó en movimientos antiseñoriales, lo que provocó que algunos nobles abandonaran la Junta.
Los comuneros fueron finalmente derrotados en la Batalla de Villalar en 1521. Sus principales líderes, Padilla, Bravo y Maldonado, fueron ejecutados.
Las Germanías
La palabra Germana (o Germanía) servía para designar a las milicias que Valencia tenía derecho a formar para defenderse de los piratas berberiscos. En 1520, una milicia organizada por menestrales creó la Junta de los Trece. El carácter antinobiliario de la Germanía provocó la huida del virrey.
En 1520, otra Germanía surgió en Mallorca, y al año siguiente lanzó una dura campaña contra los nobles mallorquines, tomando el Castillo de Bellver.
La Monarquía Hispánica de Felipe II: Unidad Ibérica y Política Exterior
La política exterior de Felipe II se puede sintetizar en cinco apartados principales:
- Portugal
- Francia
- Turcos
- Inglaterra
- Flandes
La Unidad Ibérica
La unidad ibérica tuvo su origen en las muertes sin sucesión de Don Sebastián y Don Enrique en Portugal. Aparecieron dos posibles candidatos al trono portugués: Felipe II y Don Antonio (ambos nietos de Manuel I el Afortunado). Tras una breve guerra, las tropas de Felipe II se impusieron, y en 1581, las Cortes de Tomar lo reconocieron como rey. Felipe II mantuvo la independencia de las instituciones portuguesas y favoreció a su nobleza, aunque en las clases populares se mantuvo la bandera del Sebastianismo.
Relaciones con Francia
Respecto a Francia, Felipe II heredó el enfrentamiento con este país. España obtuvo dos victorias significativas: San Quintín en 1557 y Gravelinas en 1559, lo que condujo a la Paz de Cateau-Cambrésis en 1559. Felipe II se implicó en las Guerras de Religión libradas en Francia. Finalmente, en 1594, el hugonote Enrique de Navarra (futuro Enrique IV) accedió al trono francés.
La Amenaza Turca
En cuanto a los turcos, representaban una amenaza constante para las costas de Italia y España. Esto llevó a la formación de una coalición (España, Venecia y el Papa) llamada la Liga Santa, cuyo objetivo era atacar a los turcos. La Batalla de Lepanto en 1571 resultó en una decisiva victoria cristiana.
Conflicto con Inglaterra
Inglaterra se convirtió en un problema para Felipe II. El rey planteó la posibilidad de invadir Inglaterra con su gran escuadra, conocida como la Armada Invencible. Sin embargo, esta expedición fracasó en 1588.
La Rebelión en Flandes
En Flandes, el calvinismo se extendió por los territorios. La radicalización llevó a enfrentamientos que culminaron en 1566 con el asalto a iglesias católicas. Felipe II impuso una política de mano dura, encarnada por el Duque de Alba y su Tribunal de los Tumultos (también conocido como el Tribunal de la Sangre).