El Reinado de Alfonso XIII: Transformaciones Políticas y Sociales en la España de la Restauración
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El Reinado de Alfonso XIII (1902-1923)
El régimen de la Restauración fue creado con el fin fundamental de dotar al Estado de una estabilidad política que se venía demandando desde varios sectores desde los tres primeros cuartos del siglo XIX. Una cuestión importante es el pretorianismo: la influencia del ejército en la política, con el recurso a los pronunciamientos militares como alternativas de cambio (la mayoría de los cambios políticos del siglo XIX se verifican con el pronunciamiento militar: sublevación en un cuartel a la que se van sumando otros hasta tener fuerza para derribar una dirección del Estado, no necesariamente el Estado en sí mismo). En esencia, los militares son políticos. En este contexto, la Restauración llega para dotar de estabilidad, que debe crear los sustitutos de los militares: se generan grupos de personas dedicadas profesionalmente a la política, teniendo en cuenta que el sistema de la Restauración está muy basado en la persona.
El sistema se dota de estabilidad mediante el turnismo, en el que el Partido Liberal y el Conservador inicialmente (luego más grupos) se alternan en el poder y aíslan a la oposición de los extremos: los más a la izquierda (apenas representada) y de ultraderecha (si bien estas están en el parlamento de la Restauración: recordar las tres guerras carlistas, con una importante presencia no solo en el País Vasco y en Navarra, sino en el rural catalán y en la montaña levantina, puesto que habrá carlistas representados en el parlamento español). Este turnismo, en apariencia sencillo, es bastante complejo de mantener. Simplemente con repasar las prácticas hay que ver cómo las políticas de los liberales son aprobadas por los conservadores y viceversa. Esto consolida el turnismo, pero se consigue con muchas negociaciones previas (sin luz y taquígrafos) y sin llegar al final del debate. No es simplemente que se marcha uno y entra el otro: hay mucho trabajo previo.
En el funcionamiento del régimen, realmente es el Gobierno quien elige las Cortes y no al contrario. Este poder desde arriba se consideraba absolutamente necesario para garantizar la estabilidad del sistema. En 1890 se aprueba una nueva ley electoral que establece el Sufragio Universal Masculino con una serie de condiciones (mayor de 25 años, mínimo 2 años de vecindad en un ayuntamiento determinado, todos los derechos civiles de propiedad, etc.). Lo decisivo para la segunda etapa de la Restauración será la reforma electoral de Maura (1907) que pretende abrir y perfeccionar la realidad de ese sufragio y la capacidad de representación social en las Cortes, así como resolver un problema de gestión: hay elecciones de distritos uninominales (se escoge una persona por distrito, de tal modo que, por muchos votos que tenga el segundo, queda fuera). El famoso artículo 29 de esta ley electoral indica textualmente que en los distritos donde no resultaren proclamados candidatos en mayor número de los llamados a ser elegidos, la proclamación equivale a elección y no tiene que haberla (en los distritos en los que solo se presenta un candidato, ya no se celebran elecciones, se proclama diputado directamente). Esto distorsiona el sistema porque simplemente hay que conseguir eliminar las otras candidaturas. De ahí, la extensión de los llamados 'candidatos cuneros' (los cuneros son aquellos que no tienen por qué tener arraigo en la zona por la que salen nombrados, sino que son elegidos por las propias maquinarias electorales de los partidos que los colocan para alcanzar el acta de diputado; mientras, en el tiempo que estén en el Parlamento, no tienen obligación de pisar el distrito: un natural de Valencia puede ser escogido por A Fonsagrada). Por tanto, la finalidad inicial de la ley de abrir la representación se ve perjudicada por el art. 29.
Debemos entrar a tratar el caciquismo, si bien el término más correcto sería el de 'redes clientelares', esto es la capacidad de estos partidos para montar un entramado organizativo que estructura toda su acción política. Lo importante del caciquismo es que todas las estructuras clientelares precisan de un 'cacique', que por norma general no está en las instituciones, sino que es el hombre-clave que abre toda una red relacional que permite ganar los votos. El cacique funciona como elemento de transmisión de la estructura pública: cuando alguien quiere liberarse de la mili, no llama a la oficina del ayuntamiento, llama a la casa del 'cacique' (aquel que le puede hacer ese favor; se considera 'favor' porque hay un intermediario privado). Es decir, para conseguir lo público, se busca una intermediación de carácter privado encarnada en ese cacique (hay un servicio público que se transmuta con un intermediario privado). Así, es muy fácil conseguir el voto y la capacidad de influencia. Recordemos también que el voto en la Restauración no es limpio: es un sistema viciado en su totalidad. No se pueden comparar las democracias de comienzos del siglo XX con las de comienzos del siglo XXI, si bien esa monarquía parlamentaria de comienzos del siglo XX en España no es muy diferente de lo que acontecía en la altura en Francia o Alemania. Los conceptos de democracia, ciudadanía, etc. tal y como los entendemos hoy en día prácticamente no existían. En síntesis, caciquismo son redes clientelares, en las que el elemento que lo trastoca todo es la entrada de lo privado para conseguir lo público, de tal modo que el cacique suple a la administración pública. En las dictaduras de Primo de Rivera y Franco, esta dinámica se extiende; de hecho, el Franquismo toma muchísimo de este funcionamiento anterior, lo que nos remite a la confusión entre lo privado y lo público como una de las grandes claves para comprender la diferencia entre democracia y dictadura. En la II República estas redes basadas en afinidades y contactos no desaparecen, puesto que los caciques están en la capilaridad de la red social y mantienen una mayor proximidad cotidiana con la comunidad, mientras que a los diputados no los ven nunca en la villa; dicho de otro modo: goza de mayor credibilidad el vecino que el diputado. Así, en la República el sistema no es capaz de retraer estas redes.
En la misma línea, el caciquismo no es solo cuestión de elecciones, afecta a toda la realidad convivencial. La capacidad de negociación entre las personas de estatus elevado y las otras es muy escasa. El principal ámbito de las redes clientelares es el ayuntamiento, al que las leyes municipales de la Restauración conceden mucho poder (multas, arrestos, expropiaciones, licencias de obras…); además, el alcalde controla la comisión municipal de las actas electorales. El segundo, tras el alcalde, es el secretario municipal, que accede por oposición, pero los alcaldes tienen capacidad de escoger qué secretario en concreto puede estar en ese ayuntamiento entre los que sacan la oposición. De esta forma, el secretario teóricamente es el contrapeso del poder político.
En la etapa de la Restauración se va perfeccionando el sistema liberal, que se había ido implantando desde la muerte de Fernando VII. Teniendo en cuenta que todas las reformas electorales que existen tienen el objetivo de consolidar el sistema en el beneficio de su perdurabilidad, para poder alterar los resultados de representantes en Cortes, como los distritos eran uninominales y no provincias, a las ciudades se les acercaba una amplia comarca rural porque se diluía el voto tendencialmente progresista de la ciudad con el tendencialmente más conservador del rural. Es una casuística que se da especialmente en Galicia y que tiene por resultado la moderación. Hay muy pocos diputados antisistema que salgan elegidos (aunque el movimiento obrero tenga mucha potencia en determinadas ciudades, esta potencia se rebaja: por ejemplo, A Coruña podía tener 10.000 sindicados, pero si sumas 30-40 mil del rural, la tónica general se orienta al moderantismo). Retomando la idea de que las elecciones se organizan de arriba hacia abajo, el instrumento es el encasillado: desde el Ministerio de Gobernación (Madrid), se montan las elecciones de modo prácticamente total. Con un mapa se componen los distritos con el candidato que debe ganar, diseñando un sistema de equilibrios. En este encasillado, hay, por un lado, distritos enfeudados (con diputados que son permanentes en determinado distrito y siempre van a salir elegidos, aún más con el control del art. 29) y, por otra, diputados que tienen que someterse al turno (en algunas elecciones están o no dependiendo de la posición del turno, si bien pueden ser reubicados en otras instituciones).
Las ciudades, generalmente en el caso de las capitales de provincia, son sedes de los gobiernos civiles, los que determinan extraordinariamente el gobierno porque representan el orden público. Los gobiernos de la Restauración tienen la potestad de que en los gobiernos de más de 25 mil habitantes, es el gobierno del Estado quien designa al alcalde. De igual modo que hay que aumentar los distritos para controlar al voto progresista, las ciudades con mayor población también hay que controlarlas (se vota, pero el alcalde es elegido por el gobierno del Estado, no es aquel que saca más votos).
Oposición al Sistema: El Republicanismo
Frente a todo este sistema que se genera desde las élites, habrá muestras de debilitamiento desde comienzos del siglo XX, expresadas y protagonizadas por varios movimientos de carácter político, si bien ninguno de ellos logra alcanzar una importante representación dentro de la Galicia política de aquellos tiempos.
El primer movimiento que continúa la oposición a la monarquía parlamentaria es el republicanismo. Un golpe militar derriba la I República y buena parte de los republicanos son apartados de sus posiciones, de tal modo que el republicanismo se moderniza desde comienzos del siglo XX, con dos grandes organizaciones:
- El Partido Reformista de Melquíades Álvarez: Este partido alcanza escasa importancia en Galicia (logrará más en Asturias o Madrid). Es un movimiento de élites y demuestra cierto tono regeneracionista (el Regeneracionismo como tal no tiene partido, este es el que más se le acerca). Existe una crítica a la monarquía y una búsqueda de republicanismo, aunque sea de manera teórica y no tanto modernización de estructura.
- El Partido Radical de Alejandro Lerroux: Este pretende sin duda ser de masas. Entra con mucha fuerza en Galicia, sobre todo en Pontevedra. En tanto que serán manos derechas de Lerroux, emergen como claves dos figuras: José Juncal y Emiliano Iglesias (líderes muy vinculados a las estructuras agrarias de Pontevedra, que movilizan masas, dotados además de una capacidad oratoria destacable). No distan mucho de ser caciques (Emiliano Iglesias fue arrestado por manipulación electoral). El partido parte de la Barcelona de comienzos del siglo XX y pretende dotar de esa renovación al Partido Republicano. Así, el Partido Radical comienza a expandir su mensaje y crear organizaciones, una dinámica en la que Lerroux visita determinadas localidades (preferentemente ciudades o villas), en las cuales va a haber contacto con pocas personas que deciden crear una organización local, provistas de estatutos que se van copiando de unos lugares a otros. Viene a Galicia en 1904 y crea organizaciones en Ferrol, Ourense, Vigo y A Coruña.
La cuestión es que los nuevos relatos siempre tropiezan con los viejos: el nuevo republicanismo tropieza con el espacio de los viejos republicanos en Galicia, que se van a oponer a la llegada del Lerrouxismo. Por tanto, Lerroux divide al republicanismo histórico gallego: los más jóvenes se integran en el Lerrouxismo, mientras que los más viejos quedan en el viejo republicanismo histórico. El Partido Radical va a ser acusado de servir como instrumento del poder central para frenar el avance de los nacionalismos y del movimiento obrero, porque su objetivo es demagógico: se pretende que sea de masas, es realmente un populismo, que tropieza con las élites que son los viejos republicanos (élites económicas e intelectuales). A su vez, el Lerrouxismo contará con tres grupos importantes: Pontevedra (Juncal y las redes agrarias), Ourense (agrarismo vinculado a Basilio Álvarez), A Coruña (Gerardo Abad Conde, quien será alcalde de A Coruña pero no por el PR porque va a ser designado por el gobierno). A partir de 1910, ese Lerrouxismo muy urbano va a ir tendiendo más hacia el agrarismo y se va a extender fundamentalmente por las villas gallegas (Padrón, Valdeorras… y muchas más). Finalmente, el Partido Radical desaparece en 1936, tras una evolución en la que solo quedan las grandes figuras.
Ni unos ni otros fueron capaces de ofrecer alternativa al régimen de la Restauración, por lo que en algunas localidades se contentaron con mantener el poder local, como en Pontevedra o A Coruña (en A Coruña con mayoría republicana, pero el alcalde era de tendencia monárquica porque se designan desde el gobierno).
Otros Elementos de Oposición: El Movimiento Obrero
Otro de los elementos de oposición al sistema es el movimiento obrero, con especial presencia en el ámbito urbano gallego (desde los años 1915-20 se extiende hacia el agrario), como ocurre en el resto de España. El obrerismo aparece y tiene mayor presencia en las ciudades con mayor desarrollo industrial y presencia obrera (antes del siglo XX: Ferrol, A Coruña, Vigo… obrerismo con presencia muy activa). En estos años de finales del siglo XIX y comienzos del siglo XX, debemos pensar especialmente en el obrerismo de la construcción, por ejemplo con el ensanche de Vigo. Estos obreros llegan con el propósito de integrarse en esta sociedad, generando espacios comunes de sociabilidad entre los obreros, lo que genera una altísima filiación al movimiento obrero. Teniendo en cuenta también que el Estado de Bienestar de la Segunda Guerra Mundial no existía para nada, por lo que lo único que les otorga algo de asistencia son los suyos, las mutuas (cierta capacidad de cubrir el desempleo, fallecimientos…).
Pasando el siglo XIX (con una lucha obrerista fuerte en su última década), el movimiento obrero y republicano van a intentar generar estructuras más allá de las ciudades y del ámbito local, de tal modo que sus estructuras mayores van a ser de carácter interprovincial. Ambos movimientos (en contacto y compartiendo estar contra la Restauración) crean estructuras interprovinciales: entre zonas de Asturias, zonas de León, Galicia y norte de Portugal… esto se corresponde con una realidad convivencial, no con una realidad política. Por encima de lo provincial (sindicatos), crean estructuras intercomarcales, antes del salto a nivel estatal. Entre 1901-4, el movimiento obrero genera la primera estructura de colaboración de asistencia mutua entre sindicatos obreros de Galicia, Portugal y Asturias. Van contra el Estado en el sentido de que su objetivo es la clase y, por eso, priman las realidades convivenciales (generan estructuras superiores) por encima de las fronteras políticas estatales. Además, es un modelo que copia la estructura supraprovincial del republicanismo gallego. Es un proyecto con utilidad práctica: frenar la utilización sistemática de esquiroles portugueses ante la realización de huelgas obreras gallegas. Llegaron a celebrarse grandes congresos de unidad superadores de las fronteras nacionales.
En 1904 tiene lugar el Congreso Constituyente de la Federación Gallega del PSOE: pocas agrupaciones, centradas especialmente en las ciudades gallegas, pero con extensión por determinadas villas (Noia, Sanxenxo, Betanzos…). Hay un triángulo obrero especialmente marcado: A Coruña-Ferrol-Betanzos (entre estos tres el porcentaje de afiliación es altísimo). El número de afiliados es muy pequeño: hasta 1923, no pasa de 650 personas. Sería en la II República, cuando comienza el desarrollo de las agrupaciones socialistas: en 1932, el PSOE tendría 68 delegaciones en Galicia con 3500 afiliados (sobre todo la localidad de Ferrol, la localidad de Vigo y la zona minera de Lugo, además de algunas zonas de Ourense). En la mayoría de los conflictos de reivindicación del movimiento obrero se plantea una resolución con acuerdo pacífico, pero no siempre. La UGT va a ir ganando terreno en una ciudad inicialmente copada por el anarquismo: A Coruña. El anarquismo es el movimiento obrero primero de A Coruña, con conflictividad sindical permanente, pero gana importancia el socialismo en el siglo XX. En Vigo, al contrario: desde el comienzo se acude a la primacía del socialismo. Las concepciones de las huelgas cambian en función de si son de la UGT o anarquistas (las huelgas socialistas son puntuales con un principio y un fin bien acotados; las anarquistas pueden durar más indefinidamente hasta la consecución de los objetivos).
Una huelga de enorme relevancia es la del 16/12/1916, secundada por miles de trabajadores gallegos, iniciándose entonces un período de enorme conflictividad sindical, como en el resto de España. En julio de 1917, prácticamente la totalidad de la población obrera de Santiago va a ir a la huelga general durante varios días. El clima in crescendo de la conflictividad sindical alcanza el culmen en la huelga general de mediados de agosto de 1917, con la movilización de los obreros de todas las ciudades gallegas, con la excepción de Lugo. 1917, con la triple crisis, representa también un freno a las aspiraciones del movimiento obrero porque es un fracaso; sin embargo, el número de filiación al movimiento obrero va a ir en aumento (UGT de 3.000 afiliados en 1917 a 11.000 en 1920 (aumento sobre todo en el movimiento agrario); la CNT (muy focalizada en la ciudad de A Coruña) va a tener en 1919 unos 6.000 afiliados; 3.000 en Ferrol, 600 en Compostela).
La fuerza del anarquismo en A Coruña tiene por razón de ser (aparte del desarrollo industrial y de los líderes fuertes) que las primeras sociedades obreras que se generan desde 1880 tienen componente anarquista, pero son sociedades individuales autónomas, que buscan una capacidad de unidad en una plataforma mayor. En la altura no hay CNT, sino que van a ir federándose en una estructura mayor pragmática: Federación Local Obrera (FLO), que acoge sindicatos y sociedades de todo tipo. En otras sociedades no funcionó. La FLO no es un partido, sino una plataforma: hay sociedades de todo tipo, es la suma de la base social del obrerismo.
En el invierno de 1919-20 aparecerán muchos enfrentamientos en A Coruña que van a ser continuados en prácticamente todas las zonas urbanas de Galicia, con una expansión exponencial en los puertos (porque el mar tiene muchos obreros trabajando: 1910-20 como años de la expansión de la flota pesquera, con mucha gente que tiene que integrarse en las ciudades y en las villas y lo hace a través del movimiento obrero porque son los suyos). En 1920, todas estas huelgas terminan en un paro general de tres semanas de todo el obrerismo de A Coruña y de Compostela. El movimiento obrero va mucho más allá de una reivindicación material (dinero, salarios, jornada laboral…) o de una lucha contra el patrón o política, puesto que supone capacidad de relación social, de asistencia para los hijos, de leer periódicos y acudir a bibliotecas (no hay bibliotecas públicas, se lee lo que tiene el sindicato). Estar en el sindicato no es solo una expresión ideológica o política, es una forma de vivir: se generan afinidades y pensamiento, se llenan necesidades (cuando en aquel momento, también había una fuerte demanda de cultura -en el sentido de conocimiento- e información, algo que actualmente ya está totalmente naturalizado).
Los anarquistas también tienen capacidad de crear estructuras a nivel gallego. Sin embargo, se agrupan de modo bastante más tardío que los sindicatos socialistas (estos tienen estructuras más cerradas). Crean los anarquistas la Confederación Regional Galaica (CRG): consideran mucho más que el movimiento es desde la base, incluso con nombres distintos. Su primer congreso se celebra en Vigo, solo mes y medio antes del golpe de Primo de Rivera (1923).
Con la dictadura, los sindicatos socialistas inicialmente aplauden el golpe militar: Largo Caballero apoya el gobierno y la actividad de la UGT va a ser mantenida en los años de Primo de Rivera, representando el mundo del trabajo. Hay que tener en cuenta el fascismo social italiano, en el que los obreros tienen un conjunto de demandas que hay que cubrir; pero curiosamente, la estructura de Estado corporativo se inicia antes en España (Primo no imita a Mussolini, este no empieza a montar el Estado corporativo hasta 1925, cuando Primo ya lo tiene basado). Buena parte del anarquismo gallego será perseguido y tendrá que vivir en la clandestinidad, con una actividad mucho menor durante la dictadura. Con la dimisión de PR en enero de 1930, vemos el auge otra vez del movimiento anarquista, sobre todo en las villas pesqueras y en A Coruña. La CRG no participa de modo muy activo en las campañas para derribar la Monarquía en 1930-31, pero deja libertad de voto para sus afiliados, lo que supondrá el vuelco electoral de las elecciones de abril de 1931.
Vimos la evolución desde el republicanismo histórico en las ciudades a cambios en el republicanismo con Lerroux al movimiento obrero. Recordemos que cuando se habla de la izquierda en los 1920-30 no son los viejos republicanos, sino el movimiento obrero, en el seno de una sociedad con enorme estratificación social y gran masa de proletariado.
El Agrarismo
Para hablar del agrarismo, tengamos en cuenta que la estructura social de Galicia no se identifica plenamente con los marcos territoriales oficiales: los ayuntamientos y provincias son hasta cierto punto elementos pragmáticos que no se corresponden totalmente con el modelo del campo gallego. Los marcos convivenciales gallegos distan mucho de las estructuras establecidas por el Estado liberal. Así, cuando vemos crear las primeras sociedades de componente agrario, las primeras mutuas, surgen en el marco de la parroquia. La estructura inicial de un sindicato/organización agraria va a ser la parroquia, con sus diferenciaciones entre los lugares, y luego los ayuntamientos. Es cierto que es una estructura territorial vinculada a la concepción religiosa del catolicismo, pero la parroquia es entendida como una entidad de comunidad, colectiva, independientemente de la concesión. Se identifica de tal manera en un sentido colectivo que, cuando una sociedad agraria (independientemente de que sea de derecha, izquierda, centro…) se genera en la parroquia, ir contra la sociedad agraria representa incluso ir contra la parroquia, porque esa sociedad pretende defender los intereses de la parroquia cuando no hay ninguna otra institución que la represente. En estos primeros sindicatos se integran de manera mayoritaria aquellos campesinos con un contacto más marcado con el mercado (actúan como intermediación entre parroquias y mercado) y, en segundo lugar, el 'proletariado agrícola' (en Galicia, los pobres de solemnidad prácticamente no existen, si bien tampoco los campesinos excesivamente ricos). Desde finales del siglo XIX hasta los años 30, la cantidad de gente de capas inferiores va a ir aumentando, si bien inicialmente el sindicato era más controlado por las élites.
El agrarismo gallego va a tener altibajos, por su componente en redes (primero parroquias, luego ayuntamientos). Las sociedades agrarias también son empleadas en momentos de represión para procurar actividades que las dictaduras persiguen: no tanto para esconder personas perseguidas, sino para desarrollar relaciones con los ayuntamientos a los que la dictadura no llega, pero sí este agrarismo. Tras la crisis finisecular, comienza a aparecer un llamamiento a la unión del agrarismo, con movimientos campesinos como en Europa Oriental y corporativismo en el norte europeo (gestión casi autónoma del mundo del campo). La revolución de los transportes supone una virtud en el acceso a determinados productos.
Entre 1886 (primera sociedad agraria en Caldas de Reis) y 1896, todas las asociaciones del rural gallego son mutuas ganaderas, para el comercio y desarrollo del ganado. Serán las primeras y más extendidas (un seguro del ganado será de las iniciativas más extendidas del agrarismo). De hecho, las mutuas ganaderas son consideradas tan asépticas ideológicamente, que sobreviven con una clara continuidad incluso tras la guerra civil. El seguro mutuo ganadero supone la actualización y la modernización a modo de cooperativa, de fórmulas de ayuda comunitaria dentro de las parroquias que ya se empleaban previamente. Mutuas ganaderas para adaptar la actividad al mercado.
El agrarismo lo vamos a abordar de un modo transversal por ser imposible de entender mediante compartimentos políticos estancos, debido a que se trata de un movimiento muy "de corriente", cumpliendo prioridades y objetivos determinados independientemente de los regímenes políticos en los que nos encontremos. Encontramos numerosas tendencias y orientaciones que sirven para llegar a un objetivo común: trabajar hacia la modernización de un ayuntamiento, provincia, parroquia... observando una demanda de renovación de información, de demanda de mercados, etc., a las que el Estado no llega, y debemos pensar en una administración de finales del siglo XIX e inicios del siglo XX, absolutamente raquítica y débil, sin voluntad de volverse fuerte.
Inicialmente, este proceso se origina dentro del sector ganadero por la necesidad de ferias, de transportes... siendo evidente que la unidad hace la fuerza, por lo que todo este tipo de planteamiento colectivo ayudará. Entre 1886 y 1896 se crearían mutuas ganaderas autoorganizadas y, a partir de 1896, veremos dos tipos de asociaciones: las cámaras agrícolas y las sociedades de agricultores.
Cámaras Agrícolas
Las Cámaras Agrícolas se sitúan en las ciudades y en las villas siendo este fenómeno de las villas muy propio de Galicia: tenemos varias cabeceras de comarca que son las villas, funcionando estas como un poder más. Estas cámaras representan la versión gallega del Regeneracionismo, son elementos de la pequeña y mediana burguesía gallega, formados con una voluntad muy clara de política y que es llamada por Durán la “Generación gallega del 98”, siendo estas élites las que pretenden tomar esa fuerza y esas demandas por parte del agro y utilizadas en sus redes para expandir su base de apoyo. Las líneas principales de demanda serán la defensa del pequeño productor, la modernización del campo, la desaparición de las cargas forales y el anticaciquismo. Vemos que el anticaciquismo aparecerá desde un primer momento como un movimiento absolutamente retórico, utilizado por todos (élites y no élites) y que se vacía de significado.
Sociedades de Agricultores
Las Sociedades de Agricultores es la otra cara de la misma moneda, la autoorganización del agro gallego desde la base, constituyendo esta el punto de partida del asociacionismo rural gallego. Todas estas sociedades se van a constituir en la unidad del asociacionismo rural gallego. Un núcleo muy importante irradia desde la ciudad de Pontevedra, en el norte de la provincia y zona de la ría, y se vinculan con movimientos de modernización política, que no son sociales ni socialistas ni republicanos a pesar de pertenecer a la misma corriente, en coincidencia con ciertas demandas republicanas y socialistas.
Principios de Siglo: Inicios del Agrarismo Gallego
A partir de 1899 estas asociaciones van a crecer y desde aquí sectores del sistema comienzan a integrarse dentro de estas redes, no con un rol directivo, pero sí que utilizan a estas gentes en sus propios beneficios, manteniendo la red clientelar. En 1903 se constituyó en Pontevedra la primera Federación Agrícola provincial, con influencia en la zona de A Coruña y Betanzos, la zona de Chantada y las zonas de Ourense. A partir de 1907 comienza una nueva etapa en el ámbito agrarista, para muchos siendo esta el origen del agrarismo gallego: cuando se decide fundamentalmente alcanzar la solución a los problemas de la organización de la producción agraria, fundamentalmente la abolición del foro, siendo esta la bandera fundamental y prácticamente única del movimiento agrario.
Veremos, a partir de este momento, tres grandes movimientos:
Solidaridad Gallega
Organización política llamada Solidaridad Gallega, una mímesis, adaptando las distintas identidades, de lo que es Solidaritat Catalana, especialmente en Barcelona. Esta es la reunión de varios partidos y agrupaciones para concluir electoralmente e integrarse en el sistema, entrar en el sistema para poder cambiarlo. Todos estos sectores, en el caso de Galicia, tenían que tener en cuenta el discurso agrarista, siendo este un movimiento que surge de las élites políticas de las ciudades, contrarias al sistema de la Restauración, procurando su entrada en este momento. El referente fundamental será la ciudad de A Coruña, con una corporación municipal mayoritariamente republicana (no antisistema, gente formada con dinero y con poder, pero que su grupo de relación es uno que pretende el cambio hacia la República). Esta corporación municipal republicana de A Coruña hace que este sea el principal núcleo de los llamados solidarios, llegando a crear A Nosa Terra, periódico reconvertido en portavoz nacionalista posteriormente. De A Coruña se seguirán irradiando algunos centros: Carballo, Betanzos, Monforte, etc.
El núcleo inicial es muy diverso y variado, conformado por personas que quedaban fuera del sistema y querían integrarse en él: desde el carlista Vázquez de Mella, republicanos como Casares Quiroga y hasta regionalistas como Murguía, Lugrís o Carrero. El discurso es suficientemente ambiguo, en el cual aparece la demanda de la autonomía (regionalismo), discurso anticaciquil, una orientación de fondo regeneracionista recuperando la corriente de las Cámaras agrarias y un programa agrario poco definido y ambiguo para que todos los sectores entren en él. El líder más destacado de este será Rodrigo Sanz, y este movimiento tendrá cierto éxito en algunas municipales, como en A Coruña a la altura de 1909 o 1910. Este impacto va a ser, hasta cierto punto, escaso, una fórmula novedosa e impactante que funciona como elemento revulsivo pero que no va a tener una continuidad en el tiempo, quedando Solidaridad Gallega reducida en 1911 al grupo republicano en A Coruña.
Unión Campesina
El segundo grupo será Unión Campesina, un movimiento desde la base que cuenta con una orientación casi ácrata, colindante con el ámbito anarquista, muy de base y su pertenencia y afiliación se orienta fundamentalmente hacia sectores que trabajan en el rural pero que al mismo tiempo trabajan en las ciudades, por lo que estarán muy extendidos en comarcas cercanas a las ciudades: trabajadores urbanos que trabajan la tierra. Este es un movimiento muy inspirado por la fuerte presencia anarquista en la ciudad de A Coruña, lo que va a propiciar una vertiente agraria para todos aquellos sectores que a pesar de trabajar en la ciudad de A Coruña tengan relación de trabajo también con el campo, llegando a formarse hasta 28 asociaciones con los ayuntamientos colindantes de la ciudad herculina.
Esta tiene una base obrera y de relato del discurso obrero. La virtud de este grupo es que funciona muy bien el apoliticismo, y lo que funciona muy bien es el objetivo de consecución de los objetivos respecto a la propiedad de la tierra, siendo tres sus objetivos: la lucha contra los altos impuestos municipales, el llegar a controlar algunas exportaciones internacionales por parte de los sindicatos (siendo la estructura sindical la más adecuada para controlar este circuito ante la falta de actuación del Estado, siendo estos prácticamente los únicos técnicos formados que pueden controlar el mundo del trabajo, continuando este control hasta los años 30 por parte de los sindicatos, propiciado esto, en parte, por la dejadez administrativa de control del sector del mundo del trabajo, siendo los sindicatos los principales beneficiados de este control) y avances en la modernización científica. A pesar de esto, a partir de 1920, se desharía este movimiento, debido a que el componente anarquista tiene una cara B (conflicto hasta las últimas consecuencias), provocando que se pueda considerar estos movimientos como algo contrario al Estado, siendo perseguidos.
Directorio Antiforista de Teis
El tercero y último de los grupos será el Directorio Antiforista de Teis. Este no es ni un partido, ni un sindicato, ni una estructura: es una plataforma que junta a sociedades de agricultores, protagonizada por la Sociedad de Agricultores de Teis, creada en 1900. Su gran virtud en el ámbito de la movilización es que va a ser la iniciadora de una campaña de movilización popular con un objetivo de eliminación de los foros. Esta Sociedad de Agricultores de Teis y todo el movimiento de agrupación popular que se inicia va a tener una acogida importante y, de hecho, sectores liberales dinásticos del sistema van a hacer campaña a favor de estas movilizaciones, aprovechándose de todo el movimiento.
Debido al éxito inicial se constituyó en 1907 un comité articulado para estructurar la propaganda, creándose el Directorio Antiforista en febrero de 1908, haciendo un llamamiento a que todo el mundo que se quiera unir a este movimiento lo haga. Este llega a tener más de 100 entidades en Pontevedra, teniendo el apoyo de la Unión Campesina y de Solidaridad Gallega, del agrarismo y de sus organizaciones. La estructura de propaganda antiforista no va a ser centralizada, sino que esta dependerá de la fuerza que tengan las asociaciones en los determinados territorios (por ejemplo, en las provincias de Lugo y Ourense la campaña será dirigida inicialmente por el Comité Antiforista de Becerreá).
A partir de aquí la propaganda antiforista se convirtió en un elemento prácticamente cotidiano en la organización de muchos mítines y organizaciones, incluso con movimientos de protesta antiforal que acabaron con conflictividad muy violenta, incluso con muertos en enfrentamientos contra la Guardia Civil en Tui, Oseira, Sobrado, etc., todo por un objetivo clave: la eliminación del foro.
Liga Agraria Redencionista y Liga de Acción Galega
A medida que se va sumando más gente estas plataformas van creciendo, así como la gente que está detrás de ellas, siendo este un movimiento no político. El número tan elevado de estas movilizaciones va a llevar a que se procuren estructuras unitarias. La unidad de las distintas versiones agrarias se convertirá poco a poco en una necesidad. La primera tentativa de sumar estas corrientes será la Liga Agraria Redencionista, creada entre los círculos gallegos de Madrid: Alfredo Vicenti, Portela Valladares, etc., los cuales demandaban una unidad para Galicia desde Madrid. Se crea un medio de comunicación: la revista Acción Gallega, que va a contar con el apoyo de los liberales monteristas y hasta del mismo Canalejas. Portela Valladares va a ganar su primer escaño por el distrito de A Fonsagrada, precisamente haciendo hincapié en la demanda redencionista de los foros (aprovecharían así el discurso antiforal para integrarse en el sistema y cambiarlo desde dentro, movimiento que termina funcionando), esto detrás de una gran movilización de masas nunca vista hasta el momento, a inicios del siglo XX. Tras llegar al gobierno los liberales como Canalejas dejan estas reivindicaciones y el movimiento redencionista decae.
La segunda será la Liga de Acción Galega, que va a conectar a estos círculos de Madrid con una generación nueva en Galicia con demandas antiforales: Ramón Cabanillas, Castelao, Fernández Mato, etc. Un líder atípico: Basilio Álvarez, un clérigo que después será excomulgado por el obispo, con una oratoria tremendamente combativa, demandando la redención foral y publicando el Manifiesto de Ourense en agosto de 1902. Su discurso es profundamente movilizador, detrás de la demanda de redención foral hay una enorme carga de posibilidad de movilización a través del discurso, y a partir de 1914 se va a aumentar aún más los mítines en torno a la redención foral.
Asambleas Agrarias de Monforte
Toda esta movilización progresivamente va a ir generando la base de todo esto, que son las sociedades de agricultores, todo detrás del discurso antiforal. Sin embargo, las mayores posibilidades de unión del agrarismo tuvieron lugar en las Asambleas Agrarias de Monforte en los años 1908, 1910 y 1911. Lo que hay detrás es la defensa y consolidación de la pequeña explotación agraria campesina, que además reclama la desaparición del foro para poder desarrollarse en esa nueva modernización capitalista. Reunión en asamblea de todas estas organizaciones representantes y elaboración de una serie de puntos de defensa en común:
- El desarrollo a partir de líneas corporativistas, funcionando el corporativismo como forma de llevar a cabo sus objetivos, procurando no perder la identidad colectiva.
- La modificación de la situación jurídica de la propiedad comunal, que tendría gran extensión en Galicia, demandándose una clarificación jurídica de la misma. Esto tendrá mucha relación con la explotación colectiva del monte, una de las principales riquezas de nuestro país.
- La desaparición del foro y de las aparcerías del ganado.
- Diversas medidas concretas para el aumento de la productividad agraria, demandando estas una modernización técnica y determinadas orientaciones que especialicen el mercado gallego. Un ejemplo de ello sería una extensión de la cabaña ganadera vacuna para la carne y no tanto para la leche.
Las tres primeras asambleas de Monforte dieron resultado, pero a partir de la cuarta las diferencias entre ellos y los distintos objetivos provocaron su caída. Las asambleas agrarias terminan en A Coruña en 1919, siendo estas un lugar de enfrentamiento dialéctico en estos últimos años.
Años 20: Nueva Orientación Agrarista
A partir de la segunda década del siglo acontecerá un segundo cambio, con nuevas orientaciones dentro del agrarismo. Comenzará una mayor definición ideológica, no tanto por las sociedades de agricultores, sino que se creaban nuevas orientaciones ajenas a las sociedades de agricultores que se adaptaban a ellas. Destacan dos grandes tendencias: sindicatos agrarios católicos y sindicatos neutros.
Sindicatos Agrarios Católicos
Los Sindicatos Agrarios Católicos defienden intereses conservadores, pero su relato es uno lógicamente trabajado que reivindica el apoliticismo, el respeto al orden, fórmulas cooperativas de trabajo y la dirección de las élites eclesiásticas. Estas se definen como asociaciones interclasistas, transversales a las clases pues pretenden superar esta lucha de clases. Hablamos de los años veinte, con un impacto de la posguerra en el mundo católico, con una necesidad de modernización y de llegar a las masas urbanas y a las agrarias para que las masas continúen creyendo en el discurso católico. Es un relato, no una práctica. Cada sindicato católico está dirigido por élites y tienen una figura fundamental: el consiliario, el párroco de la parroquia.
La estructura de los sindicatos católicos es eclesiástica, la estructura eclesiástica trasplantada con un mensaje, con fórmulas cooperativas por ser este el único modelo que podía funcionar en el agrario gallego. El catolicismo tiene una estructura de salida muy fuerte, que es la estructura parroquial y las redes de relaciones establecidas desde hace siglos en Galicia, como serían las catequesis, que tenían enormes dificultades de comunicación, necesitando del párroco por ser este el que tiene información del exterior. Todo este caudal simbólico de poder se pone en marcha para hacer funcionar esto como elemento intermediador entre la colectividad y el Estado, especialmente en estos años y durante la dictadura de Primo de Rivera. Los intereses de estos sectores son conservadores y de beneficio económico, haciéndose cada vez más agresiva la competencia del Estado, funcionando estos como defensores de la pequeña propiedad y de la parroquia.
Los años de mayor actividad de este sindicalismo católico fueron entre los años 1918 y 1920. Se van a generar federaciones de carácter intermedio en lugares como Lugo, Tui, A Coruña, Ourense, Mondoñedo, etc. y a finales de los años 20 crecerían de manera rapidísima, encontrándonos a finales de 1920 con un número de alrededor de 500 sindicatos católicos agrarios (no de sociedades de agricultores, que están dentro de la propia parroquia), esto con una cifra de afiliados de alrededor de 45.000 personas. Debemos, sin embargo, poner estas cifras de filiación católica en tela de juicio por llevar estas una contabilidad distinta: las cifras que dan los movimientos católicos son cifras de toda la familia, esto porque la red confesional llega a toda la familia, siendo la unidad de contabilidad del universo conservador católico distinta, atendiendo el universo progresista a un voto por persona, mientras que en el conservador la contabilidad incluye a toda la familia (aparecen entonces, inclusive, niños en la contabilidad).
Sindicatos Neutros
Los Sindicatos Neutros son la otra nueva fórmula de sindicalismo agrario en esta época. Estas son estructuras no vinculadas ni a la iglesia ni a las organizaciones obreras, son sectores críticos con el sistema que pretenden la modernización del mismo en un sentido liberal, pero no en un sentido liberal-dinástico, sino una democratización de la capacidad de acceso de diversas élites que están fuera del sistema, como acontece en el liberalismo británico y francés. Estos superan los marcos de la política local y municipal, con una enorme influencia en algunas zonas concretas. Desde 1912 se va a generalizar en la provincia de Pontevedra la constitución de federaciones agrarias, con un ámbito municipal o de partido judicial (más villas y espacios villanos en este caso).
En el Congreso de Ponteareas de 1919 el número de entidades sobrepasa los 175, y había un total de 16.000 asociados. El movimiento neutro en otras cuestiones, buena parte de sus dirigentes son sectores del poder local, comerciantes, sectores del poder económico, etc. No son proletarios agrarios ni obreros de base, es la imagen de la villa y de la parroquia. La cuestión es que estos sectores que pretenden aplicar esta modernización que se está produciendo en otros lugares de Europa el sistema no les da entrada, por lo que buscan la manera de entrar, pues están perdiendo dinero con este sistema agrario: su propio desarrollo económico no es posible, se les cierran las oportunidades de crecer.
El Abolicionismo
A finales de la década de los diez surge otra tendencia más radical, el llamado abolicionismo. Este quiere decir abolir los foros sin intervención del Estado, directamente. En el caso gallego todo ese movimiento a favor de la redención foral se radicaliza en este sentido, con los mismos métodos, movilizaciones, etc. Las zonas destacables de este abolicionismo serán Pontevedra, la Ría de Arousa, Monforte, Chantada, Ourense y ciertas zonas de la comarca de A Coruña. Estas siguen siendo sociedades de agricultores, no cambian el nombre por cambiar las técnicas: la Sociedad de Agricultores de Teis sigue llamándose igual a pesar del cambio de aproximación al problema en esta época, cambiando a una acción directa. En el Congreso de Ponteareas de 1919 esta tendencia abolicionista se define por los simples términos de la lucha de clases, es decir, “la tierra para quien la trabaja”.
Esta medida abolicionista será utilizada como una opción estratégica, como medida de fuerza para imponer convenios de redención foral, siendo asumida como relato por prácticamente toda la sociedad política gallega, tanto por liberales, republicanos, socialistas, galleguistas, etc. El movimiento agrario irá creciendo y en Pontevedra y Ourense en 1920, en A Coruña en 1922 y en Lugo en 1923 se formaron las Federaciones Provinciales Agrarias. Estas pueden estar integradas por los sindicatos de todos los demás grupos. Por encima de todos ellos se observaría por primera vez la formación de una estructura: la Confederación Regional de Agricultores Gallegos (CRAG) en 1922, dirigida por Basilio Álvarez, que alcanzará el número de 60.000 asociados. La CRAG va a funcionar bien en la iniciativa de negociar las redenciones forales, observando cómo se negocian varias de estas en los años finales de la monarquía, conseguido esto por la unidad de acción y la radicalidad de las propuestas. Sin embargo, esta fracasaría en el intento de crear un partido agrario gallego, si la principal expresión de movilización social y política hasta la dictadura de Primo de Rivera es el agrarismo, podríamos pensar que para lograr entrar en el sistema se necesitaría la constitución de un partido, pero esto no se dio, en parte por la propia falta de unidad.
La Dictadura de Primo de Rivera
El agrarismo gallego continúa, pero con la llegada de Primo de Rivera y el golpe militar las sociedades de agricultores de tendencia abolicionista no van a ser vistas con mucha claridad. Con todo, el golpe sí será saludado por el sindicalismo católico, por sus valores conservadores, y el sindicalismo neutro, por su relato marcadamente superador de la estructura caciquil que impide la llegada de las élites al sistema político. El conflicto foral va a ir terminando porque la tendencia abolicionista va a acentuar el proceso de redención del foro. La apertura de vías legales para esta ley de redención terminará en la Ley de Redención de Foros de 1926, quedando definitivamente abolidos (con todo, aún quedan unos pocos bajo el nombre de arrendamientos históricos). Todo este movimiento agrarista consigue así uno de sus objetivos básicos. Los Sindicatos Agrarios Católicos funcionan como el sindicalismo agrario del régimen de la dictadura: operaban en las presentaciones oficiales y conformaban una especie de sindicato único del movimiento agrario.
Los socialistas van teniendo un proceso en este mundo del sindicalismo agrario de cierta unidad. En marzo de 1926 se constituye la Federación Regional de Agricultores, el ámbito de actuación de la UGT en el campo. Habrá dos grandes nombres para los sindicatos de base en ese momento: Sindicato de Oficios Varios (tendencia anarquista) y Federación Regional (tendencia socialista).
Sindicalismo Católico Agrario en la Dictadura
Con respecto al Sindicalismo Católico Agrario es curioso constatar que donde tiene más fuerza es precisamente donde la especialización ganadera es mayoritaria y donde la incidencia del foro es mínima. Realmente lo que se aprecia es que las expectativas, objetivos y prácticas del Sindicalismo católico agrario no se corresponden con sociedades de especialización ganadera fuerte y donde casi no afectaba la distribución del foro, habiendo una gran propiedad colectiva como es el monte. Así, este tuvo gran influencia en zonas del norte como A Coruña, Lugo y Mondoñedo, zonas de monte.
Durante los años de la dictadura este tendrá algunas realizaciones importantes, poniendo en marcha el Matadero de Porriño, una de las ideas centrales de esas ideas de especialización ganadera de 1910, es decir, la centralización de un matadero bien conectado para toda Galicia. Este provoca la reducción de las pérdidas de peso que suponía el transporte de ganado en vivo, reduciendo enormemente los costes. Esta presión hará que se cree este matadero, pero este, al llegar al final de la dictadura de Primo, no se desarrollará lo suficiente, paralizándose ya en los años del franquismo esta centralización. Con el apoyo de la estructura neutra, aparecerán también las primeras iniciativas industriales de transformación de la leche, observándose esto en Pontevedra, en el norte de A Coruña... zonas donde el sindicalismo neutro tenía actuación.
La II República
Llegamos al final de la dictadura y el sindicalismo confesional va a decaer, y con la llegada de la Segunda República aparecería una libertad de asociación y la posibilidad de desarrollar iniciativas. Sin embargo, este planteamiento de utilizar la inmensa cantidad de gente detrás de las sociedades de agricultores será aprovechado también por los partidos políticos de la República; en el caso gallego, la ORGA (buena parte de estos sectores integrados en el proceso de renovación política) y en mayor medida el Partido Radical (vuelve a funcionar y a aprovechar extraordinariamente estas sociedades de agricultores, controlando los líderes del agrarismo la mayoría de la votación de la provincia pontevedresa). Habrá también muchas sociedades de agricultores que quieren seguir un camino propio, lo que vemos con la Federación Provincial Agraria de Pontevedra, que a partir de febrero de 1933 tratará de crear una federación agraria de entidad regional gallega. A finales de 1935 esta tendrá un total de 14.000 afiliados, presentará candidatos al Parlamento de la República y alcanzará un diputado en la legislatura de 1936, Antón Alonso Ríos.
Aquellas organizaciones más vinculadas a la masa obrera van a expandir sus bases de sindicatos agrarios socialistas y anarquistas por todas estas zonas como las Marinas de Ferrol y Betanzos, del Bajo Miño, con una especial incidencia del Partido Comunista en las zonas de Pontevedra, Ourense, etc. Estas, a nivel local, son trascendentes por permitir influir en el rumbo local de las parroquias, esto por encima de las cuestiones ideológicas (no acostumbrando a haber competencia entre los sindicatos de base socialista, comunista y anarquistas), entendiéndose como la defensa del mundo del trabajo y del mercado, no de las ideologías. Los sindicatos agrarios son esencialmente pragmáticos en este sentido: la defensa de la parroquia nunca se olvida, desde el principio hasta el final.
Durante la República se van a dar años de crisis, factor que al mundo agrario gallego le va a afectar por varias cuestiones. Una de estas será el Tratado comercial con Uruguay de importación de carne, lo que va a afectar a todo ese proceso de especialización ganadera. En 1933 se aprueba la capacidad de importar enormes cantidades de carne congelada de Uruguay, lo que provoca una caída importante del sector ganadero gallego. Habrá una especialización lechera muy fuerte en Galicia, dedicándose a cooperativas de carácter lechero, sobre todo en el norte de Galicia.
Dictadura Franquista
Cuando llega el golpe militar de julio de 1936, quedará poco del sindicalismo agrario, únicamente los sindicatos católicos agrarios, y solo en los primeros años. Muchos de los líderes agraristas de estos años de la República van a ser reprimidos e, inclusive, asesinados, fracturándose las comunidades entre vecinos y sindicatos. La capacidad de praxis de las dictaduras es infinita, por lo que muchos de estos líderes de sociedades de agricultores que no se significaran mucho políticamente tendrán un papel referente en las sociedades locales gallegas del ámbito agrario por no tener el estado la capacidad de cubrir estos huecos, no existiendo técnicos para esto (no sufrirán esta represión hasta años muy posteriores en la dictadura). Muchos de los sindicatos agrarios se integrarían a partir del año 1942 con la creación del Sindicato Vertical, dando lugar esto después a las denominadas como Hermandades de Labradores, viendo aquí la continuidad de estas personas.
La Dictadura de Primo de Rivera en Galicia (1923-1931)
En principio debemos comentar que el momento decisivo será un golpe militar de carácter interno con un objetivo muy claro: renovar la vieja maquinaria política de la Restauración, esto hasta el punto de destrozarla. Los golpes militares y los cambios de gobierno violentos pueden ser de carácter más interno o externo, de forma más blanda o dura, tratando a menudo que estos sean lo más rápido posible y de manera más efectiva, con menos costes. A partir de tomar el poder veríamos un poder dictatorial y absoluto, de pocos equilibrios. Como ese es el caso tendremos un problema a la hora de afrontar nuestro pasado, y es que al hablar del golpe todo lo vemos bajo el prisma de 1936, pero habría más golpes de diversas características. En este caso en concreto el golpe militar es auspiciado por la jefatura del Estado, es una huida hacia adelante del propio sistema, de la cúpula del sistema, para conservar ese poder.
Es el propio monarca Alfonso XIII quien llama a Primo de Rivera para que se coloque al frente de un cambio en la dinámica política del país. El golpe es rápido, no llega a ser ni siquiera un pronunciamiento militar, en este caso no hizo falta ni eso, el cambio en la dirección de gobierno fue hecho en horas. Esa huida hacia adelante se produce en un contexto internacional europeo en el que este tipo de alternativas frente a un viejo sistema parlamentario que va perdiendo su empuje sin una renovación se ofrece como la alternativa más sólida desde una perspectiva incluso de modernización. De las primeras medidas prácticas que se hacen son planteamientos de carácter colectivo, antes incluso de que Mussolini implemente medidas de este tipo en Italia, como serían las ejecuciones concretas de ciertos personajes. Es evidente que se hace para echar a andar al estado, pero ¿qué pasa en la población gallega tras el golpe militar?
La primera dirección de la cúpula militar es un cuatriunvirato, cuatro militares al frente del poder. Esto fue acogido por la población gallega con inmensa diferencia, pues en la inmensa mayoría de los lugares no hubo respuesta: adhesión entusiasta por parte de la prensa y cierta parte de la sociedad, pero, sobre todo, primó la indiferencia. Que la iniciativa fuera del propio monarca dotaba a estas medidas de credibilidad para la sociedad. Lo que existe es una situación general de indiferencia y apoyo, situación que cambiará con el paso del tiempo. Los dos más firmes pilares de la dictadura en Galicia serán los sectores agrarios y los católicos. Los sectores agrarios tendrán cierto olvido en los primeros años, siendo los sectores católicos los más importantes en un sentido político: sectores agrarios católicos, sindicatos católicos, etc. La generación rápida y extendida de los sindicatos agrarios católicos va a crear una red de capilaridad muy extensa por toda la geografía gallega.
La dictadura no es un golpe sorpresivo, no será sentida como un corte, sino considerada como una medida de urgencia, una alternativa provisional e interina que no cambia esencialmente las estructuras del poder. Poderes locales dirigidos por militares que irán creando progresivamente una estructura civil de apoyo. Recorte considerable de libertades civiles y políticas como primer paso de la dictadura, gobernadores civiles sustituidos por militares, así como los cargos de la administración, etc.
El Directorio Militar (1923-1925)
En esa primera fase de la dictadura militar su primer trabajo fue la lucha contra el caciquismo, con todo no hay una percepción de las élites clientelares desposeídas del poder de que exista una ruptura, con una sensación de que “les toca a otros” pero el poder no cambia (el hecho de que cambien los nombres de las propiedades no significa que cambie de manos el poder, siendo esta la sensación predominante en la sociedad civil y en las comunidades). Se va a proceder inicialmente a la inspección y suspensión de algunos consejos, cese de las diputaciones provinciales, aprobación de decretos de incompatibilidad, renovación de los juzgados provinciales y locales y creación de la figura de los delegados gobernativos. Además se institucionalizaría y se colocaría dentro de la administración a una cosa creada durante la Restauración, el Somatén, cuerpo paramilitar creado para mantener la orden pública.
Debemos destacar además que en esta dictadura (a diferencia de lo que sucederá con la franquista) se busca mantener canales de comunicación con la sociedad, aunque fuese con la sección conservadora, funcionando el Somatén como la buena sociedad, una sociedad civil preparada para defender el sistema. Los componentes de los nuevos equipos de poder no se diferenciaban mucho de los equipos de los ayuntamientos anteriores, existiendo un cambio de nombres pero continuando las viejas estructuras de poder. Por encima lo que tenemos es una imagen de cambio, pero la realidad es que el poder efectivo continúa sin cambios radicales.
A partir de abril de 1924 hay una nueva fase de la dictadura militar que pretende dotar de una imagen civil del régimen, con el fin de la etapa de excepcionalidad inicial de dos meses. Accede personal civil a cambio de la administración provincial y regional, a partir de este mes se desarrolla la Unión Patriótica, partido político único del régimen. Al mismo tiempo habrá una iniciativa legislativa fuerte para cambiar lo que es la estructura administrativa del Estado: Estatuto Municipal de 1924 y Estatuto Provincial de 1925. Teóricamente son medidas de descentralización: mayor autonomía a ayuntamientos y diputaciones. El redactor inspirador y encargado de llevar a cabo este tipo de reformas administrativas será Calvo Sotelo, técnico formado y muy activo, prohombre de la dictadura en el campo legislativo y de reformas. Con todo, en la práctica los ayuntamientos siguieron siendo apéndices de los gobiernos civiles, con una estructura de poder que ni siquiera la II República conseguirá vencer.
Dentro de este programa de reformas legislativas de Calvo Sotelo uno de los más importantes para Galicia sería la revisión de la división municipal: múltiples ayuntamientos inoperativos cuyas lindes obedecían a un reparto político y social del siglo XIX. También se pretende fracturar el control de ayuntamientos muy extensos con el objetivo de fracturar las propias redes clientelares y muy amplias de estos ayuntamientos. La realidad efectiva fue escasa, pero hubo alguna: reorganizar algunos ayuntamientos, creación de nuevos ayuntamientos, separación en dos de otros, etc. Sí es cierto que estas medidas de control de los propios ayuntamientos provocaron encadenamientos, especialmente una enorme extensión de multas, por cuestiones de carácter fiscal como fraudes y, en todas estas hay grandes protagonistas. Por un lado los Delegados gobernativos, que obedecen a la designación de los gobiernos civiles, siendo estas asociaciones de delegados los que tienen una cierta visión imparcial, lo más importante de todo es la generación de una determinada cultura social “cívica”, en la que se fomentaba en este momento la delación de carácter anónima. Esto convierte a una sociedad en sospechosa por parte de todo el Estado, ninguno se libra y todo pasa bajo tela de juicio, siendo esta una sociedad que se vigila a sí misma, siendo este un Estado que no genera confianza y que pierde credibilidad en su función social.
Esta cultura desarrollada no será exclusiva de España, con ejemplos como el III Reich o la próxima dictadura franquista. La unidad de inspección tuvo determinado auge durante los primeros seis primeros meses, dando la imagen de que se iba contra la vieja política, y luego en la práctica muchos de esos sancionados no lo fueron realmente, siendo esta una gran campaña de imagen. En cuanto al Estatuto Provincial, las diputaciones se reafirman en su poder, teniendo las gallegas un reforzamiento. Si bien el poder de los gobernadores civiles sigue siendo notable, se refuerza el poder de las diputaciones provinciales casi como una prolongación del poder central. Estas se encargan más de los ayuntamientos rurales, atendiendo a equilibrar la desproporción entre rural y urbano.
Otra de las cuestiones de formación y estructura de la dictadura es la creación del Somatén, creados en los primeros años de la dictadura, pretendía dar esa imagen de la propia estructura civil que se representa a sí misma, sin embargo su eficacia práctica fue prácticamente nula, la mayor eficacia práctica del Somatén en Galicia está en la celebración de manifestaciones multitudinarias en villas y ciudades. Esta estructura no se convierte en las camisas pardas de la Alemania nazi, el Somatén tenía una razón de ser para enfrentar a las masas obreras, siendo una imagen meramente honorífica e irreal de resistencia y apoyo al régimen, sin llevar a cabo acciones reales de represión contra las manifestaciones obreras ni otro tipo de acciones. Lo que sí hizo fue crear, aunque con poco poder, una especie de red clientelar propia que será bien utilizada en los primeros años tras el golpe militar de 1936, teniendo una línea de continuidad notable perceptible de redes clientelares hasta este momento.
La Unión Patriótica, a partir de 1924 llevará a cabo la creación de organizaciones locales y provinciales, observándose una enorme campaña propagandística pretendiendo ampliar esa base civil del régimen militar a partir de un partido político único, siendo un desastre la afiliación a esta estructura política. Lo que se pretende es generar conciencia civil protofascista, pero no se consigue. En Galicia la base social de la unión serán los sectores católicos, sectores agrarios neutros y sectores conservadores, funcionando esta mejor en zonas rurales y no en zonas urbanas, pues el sector social pretendido, la base social auto-organizada estaba en las zonas urbanas unida al movimiento obrero y el movimiento progresista. La Unión Patriótica, en sus élites y grupos dirigentes van a pretender plantear un camino nuevo, se persigue a líderes que no participaran en el sistema de la Restauración pero que tuvieran un denominador común: su antiliberalismo y conservadurismo.
El Directorio Civil (1925-1930)
A partir de diciembre de 1925 la dictadura entra en una nueva etapa en la que pretende basarse en un control militar a un componente mucho más civil en el que la Unión Patriótica debe tener un papel predominante. El mundo del trabajo y el movimiento obrero sufre un parón notable, con una serie de sociedades como la anarquista represaliadas y perseguidas, con miembros anarquistas que entran sistemáticamente y de manera constante en la cárcel, estando estos tremendamente vigilados y perseguidos. Los socialistas, sin embargo, especialmente en los primeros momentos se convirtieron en el aparato del movimiento obrero del régimen, e incluso crearon y fundaron un primer Congreso Regional de Sociedades Agrarias vinculadas a la UGT en Lugo en marzo de 1926, siendo este algo conocido y no clandestino. A esta asistieron representantes de 36 sociedades agrarias de toda Galicia, pero la conflictividad sindical, a pesar de esto, continúa, buena parte de ella por presión anarquista pero con apoyo, especialmente en los últimos años, de los sindicatos socialistas. A mediados de 1922 se inicia una huelga de mineros en Ribadeo y continuará de manera intermitente hasta el final de la dictadura.
Si en los primeros momentos la UGT es planteada como la parte sindical de la dictadura, también se va a crear una estructura sindical única: la Organización Corporativa Nacional en noviembre de 1926, que pretende encargarse del mundo del trabajo, siendo esta el germen de lo que significan los Sindicatos Nacionales Sindicalistas. Esta se ocupa de los conflictos laborales y de la legislación social creando Comités Paritarios, tribunales integrados por obreros y obreros de la patronal que cuando hay un conflicto que no terminan van a estos comités para solventar la situación entre las dos partes. Estos comités no es solo que tengan el apoyo de la UGT, sino que la idea surge de Largo Caballero, dirigente de ella en este momento.
Con lo que respecta al mundo agrario este sufrirá un cambio más de iure que de facto, pero importante en estos años: Decreto de Redención de Foros en 1926, terminando en parte la tensión del campo al desactivar uno de los objetivos más importantes de los sindicatos agrarios. Se crearán tribunales sindicales encargados de solventar los conflictos dudosos. Este decreto implicaba el traspaso de una propiedad a cambio de una cantidad de dinero, pero había momentos en los que esto no se llevaba a cabo, por lo que aquí entra el papel del tribunal, que estipula la cantidad de dinero a pagar según la propiedad, algo semejante a un proceso de expropiación, con un “justo y precio”. Para hacer frente a estos pagos se crea una institución muy importante para el siglo XX gallego: Cajas Provinciales de Crédito Rural, con la finalidad de dotar de dinero para pagar la redención foral, para terminar de una vez por todas con el problema del foro con una inyección de dinero por parte del Estado.
El campo está controlado políticamente por los sindicatos católico-agrarios, con una extensión enorme de estos durante la dictadura. Habrá una serie de objetivos que se consiguen: matadero de Porriño, mejora en el cultivo de los cereales o la modernización de las comunicaciones del país. Esto último será algo que la dictadura hizo de manera notable, siendo una de las primeras cosas que se hace la aprobación y puesta en marcha de un enorme plan de obras públicas que por un lado solventaba la cuestión del paro obrero y por otro modernizaba unas deficientes estructuras de comunicaciones: por ejemplo, las agrupaciones católicas agrarias reclamaron de modo constante un ferrocarril central gallego que dotara de consumo interno propio a Galicia. Otra de las iniciativas auspiciadas por los sindicatos agrarios y parte de las instituciones era la creación de un ferrocarril de la costa, que abarcaría la costa cantábrica y serviría para la exportación de ganado de manera rápida y eficaz, generando un tráfico de mercancías por toda la costa cantábrica, que equivaldría a una mejora de la capacidad de modernización del país. Este se completó en varias zonas, llegando este proyecto hasta los años de la República, desapareciendo este en el franquismo. Buena parte de las carreteras gallegas a nivel de ayuntamientos son hechas en estos años, que permanecen durante un siglo sin variaciones, sin una estructuración interna de la red de comunicaciones del país hasta la llegada de la red de autovías. Hay un enorme interés durante estos años por la repoblación forestal, hecha mayoritariamente para especies muy rápidas como el eucalipto (rápido y rentable), pretendiéndose generar una infraestructura industrial en torno a la elaboración de madera.
Las Fuerzas Opositoras del Régimen
Presentaremos a continuación las fuerzas opuestas al régimen, debiendo preguntarnos qué pasará con las élites políticas que reclamaban terreno durante la Restauración y a las que no se les daba entrada en política. Durante los primeros años de la dictadura veremos un retraimiento de estas posiciones, esto tanto porque el régimen es conservador como porque también habría cierta credibilidad que se ofrece durante los primeros meses a esta propuesta de acabar con la vieja política. En esta primera fase de credibilidad entran buena parte de las élites de los sindicatos neutros. Así, la reactivación de la oposición progresista en Galicia vendría de un partido propio de la Restauración y que representaba la continuidad de la vieja representación republicana, el Partido Radical, que pretende generar estructuras de oposición a la misma, en un estado de semilegalidad y pretende crear una organización que va contra la dictadura desde una estructura republicana: eliminar al rey es eliminar al sistema.
Alianza Republicana
Se crea Alianza Republicana en 1926 en Galicia, y buena parte surge de una iniciativa de los grupos de poder republicanos de A Coruña: Casares Quiroga, Casino Republicano, etc., así como grupos nacionalistas como Alfonso Moza y Antón Vilar Ponte. Tras este 11 de febrero de 1926, en unos pocos meses se observa que esta Alianza Republicana solo se plantea en una clave de estado, de Madrid, por lo que surgirán en esos meses discrepancias internas para ver si es factible para estas élites políticas, lo que hará que buena parte de la gente que se sumara en este primer impulso se vaya y solo quedan en ella los representantes del Partido Radical. Casares Quiroga abandona en julio de 1929 y se convierte inmediatamente en el referente personal de una nueva orientación de oposición a la monarquía.
Organización Republicana Gallega Autónoma (ORGA)
En octubre de este mismo año crea la Organización Republicana Gallega Autónoma (ORGA), con un planteamiento mucho más republicano y de autonomía, de sistema republicano federal, así como un planteamiento más urbano. Tras este aparecerá la estructura fundacional que surge desde A Coruña con la consecución del discurso republicano. En este agrupamos dos sectores: modernización del republicanismo y una interacción de sectores nacionalistas presentes de las Irmandades da Fala de A Coruña, mayoritariamente. La creación de la ORGA tuvo lugar en dos momentos, no siendo un único momento fundacional, atendiendo a esta doble origen tenemos un republicanismo más continuista y por otra vertiente más galleguista para formar un partido político más unitario. Ambas partes ceden hasta encontrar un punto intermedio, en una propuesta de oposición para crear gobiernos nuevos: primera fundación en el local de la revista Nós en A Coruña y segundo en el Casino de Compostela, que pretende dar una visión más gallega de la cuestión, con personajes como el partido gallego de izquierda federal, la federación de estudiantes universitarios y representantes del partido radical, sin un excesivo interés en crear partidos cerrados, sino en aglutinar la mayor cantidad de gente posible para crear un frente de resistencia contra el régimen. El manifiesto fundacional de la ORGA llevado a cabo en 1929 nos hablaría de una república federal con petición de estatuto de autonomía y diferenciación identitaria para Galicia.
Federación Republicana Gallega (FRG)
A partir de principios de 1930 la dictadura sufre un bajón con la dimisión de Primo de Rivera debido a una enfermedad, con el abandono del poder en enero de este año. A partir de este momento no habrá sustitutos con suficiente credibilidad y tras años de no consecución de las promesas, siendo este el momento indicado para generar una plataforma de oposición al sistema y, sobre todo, a la monarquía, siendo esta una plataforma de índole republicana. Convocan una reunión para crear esta plataforma, que tiene lugar el 16 de marzo de 1930 en el pazo de Lestrobe en Padrón. Asisten más de 60 personas, reunión que no tiene nada de clandestina, ni lo habrá en el Pacto de San Sebastián, lo que es importante resaltar porque debemos tener en cuenta la conciencia de debilidad notable del régimen de la dictadura, la cual no tiene respuesta ante esta oposición.
Esta será lo que dará lugar a la Federación Republicana Gallega (FRG), donde hay de todo: sectores de la ORGA, miembros del Partido Radical, miembros de Alianza Republicana, republicanos independientes, sindicalistas, etc. Asistir no implica el apoyo a la propuesta, pero sí consiguen crear esta plataforma republicana de oposición con cuatro puntos de unidad:
- Búsqueda de la república democrática.
- Independencia de los partidos de ámbito estatal, lo que implica la defensa de un sistema estatutario para Galicia.
- Creación de un frente único electoral, de una plataforma que valga para las elecciones.
- Estatuto de Autonomía para Galicia, siendo esta la primera vez que se incluye como punto programático esta petición de Estatuto para Galicia por parte de los republicanos.
Con la FRG se alcanza un salto cualitativo en el republicanismo gallego, la plataforma de oposición a la monarquía, la única unidad de acción planteada desde un punto político, creándose una única imagen de oposición a la monarquía en Galicia. Esta estaría autoorganizada con una representación territorial por provincias, creando cada una comités provinciales. La mayoría de comisiones no proceden del círculo inicial de la ORGA, que crea un núcleo directivo, pero los representantes irán partiendo a sectores de la oposición monárquica de otros lugares. En las elecciones de abril de 1931 se presenta una única lista, donde la mayoría de ellos van por la FRP, una plataforma y no partido como la ORGA.
¿Qué se consigue en Lestrobe? Esta unidad de acción, con la elección de representantes para determinados actos de oposición a la monarquía, siendo uno de ellos la reunión de la que saldrá el Pacto de San Sebastián en agosto de 1930, y, como continuidad de esto, habrá un acto de presentación de oposición a la monarquía a nivel de toda España en el Cine Monumental de Madrid, al que asiste Gerardo Abad Pontes, representante del Partido Radical. Casares Quiroga en San Sebastián será el único asistente que, al margen de los catalanes, tenía una propuesta concreta de reivindicación diferencial, la petición del estatuto. La diferencia es que para los catalanes este propósito es prioritario, y si no se aprueba una república federal y un estatuto de autonomía para Cataluña, los catalanes se irían de la reunión. Casares Quiroga defenderá también el estatuto de autonomía, pero no siendo para estos prioritario, siendo el primero la consecución de la república federal. Se conseguiría en este momento una igualdad de trato para Galicia respecto de Cataluña.
Los sectores nacionalistas de Lestrobe están vinculados a A Coruña. Unos días después se realiza en A Coruña la IV Asamblea Nacionalista y se decide la creación de una organización nacionalista independiente, abandonando la ambigüedad de los años de la dictadura de Primo de Rivera, muy conservador y sin cambios en la monarquía. Lestrobe lo sacude y, tras el Pacto de San Sebastián estos comienzan a declararse abiertamente republicanos y montarán algo semejante a Lestrobe en Barrantes en octubre de 1930, llamando a la unidad a todos los sectores nacionalistas gallegos, comprometiéndose a una única estructura organizativa, con objetivos comunes, de forma prioritaria la autonomía plena para Galicia, la galleguización de la universidad y de la enseñanza y cooficialidad del gallego y del castellano.