El Régimen Franquista: Claves, Etapas y Legado
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FET y de las JONS y el Movimiento Nacional
FET y de las JONS: Siglas de Falange Española Tradicionalista y de las Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalista, la organización política creada por Franco en 1937 mediante el Decreto de Unificación que fusionaba el movimiento tradicionalista carlista con las formaciones fascistas de Falange Española y de las JONS. Fue la única formación política autorizada durante el franquismo, siendo conocida como Movimiento Nacional.
Sección Femenina
Organización fundada en 1934 como rama femenina de Falange Española. Fue dirigida por Pilar Primo de Rivera y durante el franquismo monopolizó la educación de las mujeres con la finalidad de formar amas de casa, subordinadas a los varones y destinadas a tener hijos y educarlos según las normas establecidas por el régimen. Para su adoctrinamiento se creó en 1937 el Servicio Social, que imponía la prestación obligatoria de trabajos sociales para todas las mujeres durante seis meses.
Nacionalcatolicismo
Ideología que defiende que la vida política, social y cultural debe estar sometida a las directrices de la Iglesia católica. Fue una de las bases ideológicas del régimen franquista que contó con el apoyo y aprobación de la Iglesia católica. La jerarquía eclesiástica justificó y aceptó la autoridad de Franco como Caudillo de España por la gracia de Dios, y a cambio impuso su control sobre la moral, las costumbres y la educación.
Sindicato Vertical
Nombre con el que era conocida la Organización Sindical Española durante el franquismo. Fue creado tras la promulgación de la Ley de Unidad Sindical de 1940 que ilegalizaba todos los sindicatos de clase existentes e integraba de forma forzosa a todos los trabajadores y empresarios (relación vertical) en un mismo y único sindicato bajo la supervisión del Ministerio de Trabajo.
Plan de Estabilización
Conjunto de medidas y reformas económicas aprobadas en 1959 propuestas por ministros tecnócratas que tenían como objetivo abandonar el modelo autárquico intervencionista y liberalizar la economía española, conectando así con el capitalismo occidental. Sentó las bases para iniciar el fuerte crecimiento “desarrollista” de la década de los años 60.
Contubernio de Múnich
Nombre peyorativo con el que el régimen franquista trató de ridiculizar el Congreso del Movimiento Europeo celebrado en Múnich en 1962. El máximo impulsor de la reunión fue Salvador de Madariaga, muy bien relacionado con los dirigentes del movimiento europeo, y a ella asistieron 118 opositores al franquismo, tanto del interior de España como del exilio, unidos por un objetivo común: instaurar en España un sistema político democrático.
Política Exterior Franquista
Los años 60 y principios de los 70 estuvieron marcados por el deseo del régimen franquista de ser aceptado en los organismos internacionales. Los principales hechos en el marco de la política exterior de la dictadura fueron los siguientes:
- La solicitud de ingreso de España en la Comunidad Económica Europea en 1962, rechazada por la ausencia de libertades democráticas en nuestro país, consiguiéndose únicamente un tratado comercial preferencial en 1970.
- Las tensiones con el Reino de Marruecos por los ataques a los territorios españoles de Sidi Ifni y Cabo Juby en 1957. Las dificultades para defender dichos territorios llevaron a España a cederlos a Marruecos en 1958 y 1969, respectivamente.
- La concesión de la independencia a la colonia africana de Guinea Ecuatorial en 1968.
- El conflicto de Gibraltar. Asunto preferente de los gobiernos de Franco, la ONU había resuelto a favor de España, recomendando al Reino Unido la descolonización del territorio en litigio. Ante el rechazo británico de las resoluciones internacionales, España cerró la frontera en 1968 y Gran Bretaña organizó un referendo en la colonia en 1967 a favor de seguir siendo ciudadanos británicos, por lo que el problema no llegó a solucionarse.
- Las relaciones con los Estados Unidos. Los acuerdos de 1953 entre ambos países se renovaron en 1963. En 1966 tuvo lugar un grave accidente al caer cerca de Palomares (Almería) 4 bombas termonucleares. Además de la contaminación provocada, el accidente mostraba la violación de los acuerdos bilaterales de que en España no se depositaría armamento nuclear ni los aviones norteamericanos sobrevolarían con esa carga el espacio aéreo español. El incidente fue “minimizado” por las autoridades franquistas (baño en Palomares del ministro de Información y Turismo Manuel Fraga y el embajador norteamericano en 1967), defendiendo que la zona no estaba contaminada. En 1970 se firmaría un nuevo acuerdo, pero desigual para España, ya que nuestro país se convertía únicamente en un punto de apoyo estratégico para los intereses norteamericanos sin grandes contraprestaciones para el gobierno español a cambio.
Películas: La escopeta nacional, El asesinato de Carrero Blanco, Operación Ogro, El día de mañana, Salvador.
Evolución Política y Económica
La dictadura franquista se desarrolló entre el final de la Guerra Civil (1939) y la muerte del general Franco (1975). El régimen franquista tuvo una larga vida, entre otros motivos por su adaptación a las cambiantes circunstancias internacionales, por lo que se suele establecer tres etapas bien diferenciadas, sobre todo en relación a la política económica: la autárquica; el llamado «Desarrollismo», y el comienzo de una recesión económica.
La Autarquía (1939-1959)
La primera etapa económica franquista, la autárquica, coincidió con la situación desastrosa del país tras el final de la guerra civil y a lo largo de la posguerra, con una economía profundamente desarticulada. En un contexto de destrucción de gran parte del tejido industrial, de escasez de materias primas y fuentes energéticas y en un difícil contexto internacional (desarrollo de la II Guerra Mundial y el posterior aislamiento internacional del régimen por su colaboración con el Eje), la dictadura puso en marcha un modelo autárquico, caracterizado por la fuerte intervención del Estado en el ámbito económico a través del proteccionismo, la fijación de precios de muchos artículos, el control de los salarios y un rígido control de la iniciativa privada.
Los objetivos fundamentales de esta política económica eran alcanzar la autosuficiencia económica, fomentando la producción nacional y evitar en lo posible la dependencia del exterior. El Estado franquista asumió en gran parte el papel de un inversor privado en el sentido de intentar potenciar una industria nacional, sobre todo, con iniciativas como la creación en 1941 del Instituto Nacional de Industria, INI. El INI constituía una especie de “holding” estatal o sector público (englobaba a empresas como SEAT, ENDESA, ENCE, INESPAL o ENSIDESA), destinado a la promoción de campos estratégicos que requerían grandes inversiones, constituyendo hasta 1980 el grupo industrial más grande de España, hasta su desaparición en los años 90, siendo asumidas sus funciones por la SEPI.
El balance de la política autárquica no fue muy positivo: en la posguerra empeoraron las condiciones de vida de la población, la economía española, el déficit comercial y la burocratización del sistema favorecieron la corrupción y el tráfico de influencias. En suma, la economía española estaba estancada a principios de los años 1950, mostrando la política autárquica graves limitaciones y su agotamiento, lo que imponía un cambio drástico, temiendo incluso las propias autoridades que el malestar económico pusiera en riesgo el mantenimiento del régimen franquista.
El Plan de Estabilización y el Desarrollismo (1959-1973)
En ese sentido se fueron produciendo una serie de cambios, con vistas a la adopción de una nueva política económica por parte del régimen, con vistas a la apertura del mercado español a las inversiones extranjeras e integrar la economía española en el panorama internacional del ámbito capitalista. La crítica situación de la economía española a finales de los años 50, al borde de la bancarrota y los primeros síntomas de malestar social obligaron al general Franco a reorientar en 1959 el modelo económico a través del llamado Plan de Estabilización, obra de los llamados “tecnócratas”. Los tecnócratas daban una gran importancia al progreso económico y a la mejora administrativa, sin discutir la falta de democracia en España. Las nuevas medidas, con el apoyo del FMI y de la OCDE, terminaron con la autarquía, dieron lugar a la modernización económica del país, permitieron una acelerada industrialización y produjeron un espectacular crecimiento económico del país en las décadas siguientes.
Las principales medidas que conllevó el Plan de Estabilización fueron una mayor flexibilización económica, reformas estructurales y la apertura del país a las inversiones extranjeras, sentándose las bases para el llamado “desarrollismo” (1960-1973), aunque hubo también aspectos claramente negativos. Además, no hubo cambios auténticamente estructurales en la economía española, por lo que con la crisis de 1973 las dificultades en plena recesión serían mayores con respecto a otros países occidentales. El Plan de 1959 fue completado por una serie de Planes de Desarrollo hasta 1975, experimentando la nación una profunda y espectacular etapa de crecimiento económico (se duplicó el PIB entre 1960 y 1970 y España se convirtió en la 10ª potencial industrial del planeta), «el milagro español», según la propaganda oficial de la dictadura.
En referencia a las vías de financiación del “desarrollismo”, estas fueron, principalmente, tres: las inversiones extranjeras, la potente emigración hacia el exterior (las remesas equilibraron el déficit comercial y redujeron la tasa de desempleo) y el turismo, que experimentó un espectacular despegue, convirtiéndose dicha actividad económica en la “primera industria española”, beneficiando de paso al sector servicios, lo que también ayudó a compensar el mencionado déficit comercial del país. Gracias a estas fuentes de financiación se pudo importar la tecnología necesaria, modernizar la producción y adquirir materias primas y energéticas fundamentales para la economía española.
En suma, España se integró progresivamente en la economía mundial, el sector industrial superó definitivamente al primario y comenzó a despegar el terciario, se impulsaron las comunicaciones e infraestructuras, aumentó la renta per cápita y se creó una auténtica sociedad de consumo entre las clases medias, al destinar las familias una porción cada vez más alta de su presupuesto a cubrir necesidades no básicas (como electrodomésticos…), tal como refleja el D3. Incluso, a largo plazo, los cambios económicos implicarían cambios sociales.
Bases y Fundamentos de la Dictadura
España vivió sometida al régimen dictatorial de Francisco Franco en el período comprendido entre el final de la Guerra Civil (1939) y la muerte del dictador (1975), distinguiéndose dos grandes etapas: la posguerra, entre 1939 y 1959, y el «desarrollismo«, de 1959 hasta la década de los 70. Franco, el «Caudillo de España por la Gracia de Dios» (según la propaganda oficial), era un dictador de la época de entreguerras. El general fue diseñando un régimen peculiar con importantes coincidencias con los regímenes fascistas, sobre todo en los primeros años (un líder indiscutible, el Caudillo; una única fuerza política permitida, el Movimiento Nacional, y el control del mundo sindical a través del Sindicato Vertical).
El sistema político del franquismo fue denominado por sus artífices como democracia orgánica, un peculiar sistema que, sin embargo, permitió bordear las exigencias democratizadoras de las organizaciones internacionales para que España entrase a formar parte de muchas de ellas; de este modo, los escasos cambios políticos, institucionales y legislativos estuvieron provocados por las circunstancias internacionales como condición para que el régimen fuera reconocido y aceptado por los países occidentales. El general Franco (de ideología católica, anticomunista y monárquica) concentraba en su persona la Jefatura de Estado y de Gobierno (La Ley Orgánica del Estado de 1967 separaba ambos cargos, pero no se aplicó hasta la designación del almirante Carrero Blanco como presidente del Gobierno en 1973), la del Movimiento Nacional y gozaba de poderes excepcionales y sin apenas limitaciones. El régimen se mantuvo durante casi cuatro décadas gracias al apoyo del ejército, de los falangistas y de la Iglesia, además de la oligarquía terrateniente, industrial y financiera, muchos monárquicos, gran parte de los carlistas o tradicionalistas y una importante masa de población (pasiva, adoctrinada o aterrorizada por la represión dictatorial).
Con todos ellos Franco maniobraba hábilmente impidiendo que nunca se discutiera su liderazgo y poder casi absoluto. Franco nunca sustentó su régimen en un solo grupo político o ideológico, apoyándose en diversas «familias«, bien de naturaleza corporativa, bien de naturaleza política, además de los grupos o entidades influyentes como los llamados «tecnócratas» del Opus Dei. Todas estas «familias» tuvieron su cuota de representación, según las circunstancias políticas y económicas del momento, en los sucesivos gobiernos franquistas.
Apoyos Institucionales
Con respecto a los llamados apoyos institucionales, podemos destacar lo siguiente. En cuanto a la Iglesia católica, esta ya había apoyado al bando sublevado durante la Guerra Civil, legitimando y justificando al régimen salido de aquella, a cambio de recuperar todos los privilegios perdidos durante la II República y de ejercer un férreo control sobre la moral, las costumbres y el sistema educativo, poniendo así las bases del llamado Nacional-Catolicismo o estrecha colaboración y apoyo mutuo entre la jerarquía católica y la dictadura. La firma del Concordato de 1953 con el Vaticano consolidó dicha colaboración, no apareciendo fisuras o tensión entre ambos estamentos hasta los tiempos del Concilio Vaticano de 1962 y el distanciamiento de parte del clero de las consignas e intereses del régimen.
Como «Generalísimo«, Franco contó siempre con el apoyo del ejército, «columna vertebral del régimen», sin apenas fisuras. Los militares se encargaron tanto de la «defensa y unidad de la Patria» como de la represión y lucha contra los «enemigos de España», y siempre hubo militares ocupando carteras ministeriales en los ejecutivos del régimen. Las fuerzas económicas fueron otro punto de apoyo fundamental para el franquismo, apoyos que fueron ampliamente recompensados con prebendas y lucrativos negocios. Con respecto a los apoyos de tipo político, la Falange fue uno de los grandes pilares del régimen, sobre todo, en la primera etapa de la dictadura, perdiendo influencia posteriormente y reduciéndose a aparato propagandístico y burocrático de la dictadura, sobre todo en la estructura administrativa y sindical del franquismo.
Los ideales falangistas más o menos renovados, fueron recogidos en la Ley Fundamental de principios del Movimiento Nacional de 1958 (D3). Los D2 y 3 hacen referencia a la llamada institucionalización del régimen, a través de una plasmación legal de la dictadura larga y compleja, diseñando un entramado jurídico representado por el conjunto de las siete Leyes Fundamentales, aprobadas entre 1938 y 1967, con el objetivo de dar una imagen jurídica aceptable ante la comunidad internacional, pero muy lejos de los principios básicos de una democracia constitucional y parlamentaria, a modo de «lavado de cara» de la dictadura. Así, por ejemplo, se crearon unas Cortes a modo de pseudoparlamento (1942) o se aprobó en 1945 el llamado Fuero de los Españoles, en la práctica una «carta otorgada» de derechos y deberes sujetos a los intereses del dictador.
La Ley de Sucesión de 1947 (D2) buscaba, en la medida de lo posible, clarificar la sucesión a la Jefatura del Estado en el momento de la desaparición física del dictador, abordando el problema de la continuación en el futuro del franquismo sin Franco. Aprobada en referendo en su momento, el texto establecía que «España era un Estado católico, social y representativo, que se declaraba Reino de acuerdo con su tradición histórica». En la práctica, Franco quedaba confirmado como jefe vitalicio del Estado y se reservaba el derecho a nombrar sucesor a título de rey a quien él considerara, prerrogativa que hubo que esperar a ver plasmada con la designación del príncipe Juan Carlos de Borbón en 1969, obviando los derechos dinásticos de don Juan de Borbón, heredero de Alfonso XIII.
Finalmente, el D3 hace referencia a la Ley de Principios del Movimiento Nacional (1958), que establecía «los principios inmutables y permanentes del régimen», incorporando institucionalmente las doctrinas falangistas, reconociendo de nuevo al Movimiento Nacional como el partido único de la dictadura y recopilando los principios básicos del franquismo. En la práctica, todos los altos cargos civiles y militares pasaban a ser considerados miembros natos del Movimiento y los funcionarios públicos quedaban obligados a jurar los llamados principios fundamentales.
Para terminar, recordemos que, paralelamente al crecimiento económico del país en los años 60 y 70 («desarrollismo«), se fue intensificando la oposición a la dictadura desde diferentes frentes, al tiempo que surgían las primeras fisuras dentro del propio régimen. El balance final del franquismo se vio con la muerte del dictador en 1975: terminaba así la dictadura más larga en la historia de España, al tiempo que se emprendió el camino hacia la recuperación de las libertades perdidas en 1936.