Regencia de María Cristina y Oposición al Sistema de la Restauración (1885-1902)
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La Regencia de María Cristina (1885-1902)
En 1885, el sistema constitucional experimentaba una adulteración. Alfonso XII enfermó cuando el sistema canovista aún no estaba consolidado. Carlistas y republicanos vieron en la muerte de este una oportunidad para impulsar sus reclamaciones.
Cánovas del Castillo y Sagasta reaccionaron llegando a acuerdos en el llamado Pacto de El Pardo. Ambos se comprometieron a respetar rigurosamente el turno de partidos y a conservar las medidas legislativas aprobadas por los gobiernos como garantía de estabilidad política.
Tras la muerte de Alfonso XII, Cánovas dimitió y la regente María Cristina, esposa de Alfonso XII, nombró presidente a Sagasta. La continuidad del régimen quedaba asegurada con el turnismo.
Durante cinco años gobernó Sagasta. Los liberales llevaron a cabo una labor reformista:
- Leyes de libertad de cátedra, de prensa y de asociación.
- Sufragio universal masculino.
La vuelta de los conservadores al poder supuso el retorno a una política económica proteccionista, que satisfizo los intereses catalanes y vascos.
Sagasta y los liberales volvieron a gobernar. Lo más destacado fue el proyecto de la reforma de la administración de Cuba, que fracasó por la oposición de la oligarquía criolla, dando lugar a la Guerra de Cuba.
En marzo de 1895 vuelve a gobernar Cánovas, quien fue asesinado en 1897. Tal hecho aceleró el turno y fue Sagasta quien tuvo que afrontar el Desastre del 98.
En 1902, Alfonso XIII alcanza la mayoría de edad y es proclamado rey, poniendo fin a la regencia de María Cristina.
El turno de partidos trataba de obtener una estabilidad política. Institucionalizó un régimen oligárquico en el cual los resultados electorales no obedecían a la voluntad popular, sino al interés de los políticos del momento. Las elecciones se decidían de antemano mediante el pucherazo o fraude electoral, el caciquismo y el encasillado.
La Oposición al Sistema de la Restauración
El régimen de la Restauración, basado en la alternancia de los dos grandes partidos, marginó a grandes sectores políticos y sociales. Aunque había numerosas oposiciones al régimen, nunca obtuvieron fuerza, ya que estaban divididas e incluso enfrentadas.
Principales Fuerzas de Oposición
Carlismo: A pesar de ser derrotados en la Tercera Guerra Carlista, no desaparecieron, convirtiéndose en un movimiento marginal, salvo en Navarra y el País Vasco.
Republicanismo: Sus pilares eran el sufragio universal, el laicismo y la fe en el progreso basado en la educación y la ciencia. Su peso político fue insignificante debido a su división entre centralistas y federalistas, que más tarde se unieron en la Unión Republicana (1896).
Movimiento Obrero: Se encontraba dividido en dos corrientes:
- Marxista (PSOE).
- Anarquista (Federación de Trabajadores de la Región Española).
El movimiento obrero pasó una fase de decadencia al principio de la Restauración, que se recuperó gracias a la legalización de las organizaciones obreras por la Ley de Asociaciones.
Durante este periodo no hubo representantes de la clase obrera en las Cortes a causa de:
- Falseamiento electoral.
- El abstencionismo político de los anarquistas.
- El radicalismo del PSOE, que rechazó alianzas electorales con los republicanos (los consideraba reformistas burgueses).