El Reformismo Dinástico en España: Alfonso XIII y los Intentos de Regeneración (1899-1914)
El reformismo dinástico
El desastre de 1898 mostró las deficiencias del régimen de la Restauración y dio lugar a un reformismo político, basado en las ideas del regeneracionismo. La mayoría de edad del monarca Alfonso XIII marcó el inicio de la segunda etapa de la Restauración.
El fracaso del primer gobierno regeneracionista
En 1899, la reina regente María Cristina otorgó su confianza a un nuevo líder conservador, Francisco Silvela. El nuevo gabinete mostró una cierta voluntad de renovación, dando entrada a algunas figuras ajenas a la política anterior como Polavieja o Manuel Durán y Bas.
Se inició así una política reformista con proyectos de descentralización administrativa, pero también se impulsó una política presupuestaria que aumentaba los tributos sobre los productos de primera necesidad y creaba nuevos impuestos para hacer frente a las deudas contraídas durante la guerra de Cuba. Las nuevas recaudaciones de tributos (que desencadenaron el episodio del «cierre de cajas»). Los ministros acabaron dimitiendo y en 1901 la regente otorgó de nuevo el gobierno a los liberales. El sistema de la Restauración había sobrevivido al desastre del 98.
Las reformas de Maura y Canalejas
En la primavera de 1902 subió al trono el monarca Alfonso XIII. En 1903 murió Sagasta y alcanzó la jefatura del Partido Conservador Antonio Maura, mientras en el Partido Liberal se afianzaba José Canalejas. Esta nueva generación de políticos, influenciada por el regeneracionismo, impulsó los más importantes proyectos de reforma desde el interior del sistema, aunque el miedo a aceptar los riesgos de una verdadera participación democrática mantuvo el turno dinástico y el falseamiento electoral, imposibilitando así la democratización real del régimen.
En 1904, el conservador Antonio Maura se convirtió en el jefe del gobierno. Su proyecto político se recogió en la consigna de «revolución desde arriba», que defendía la necesidad de que el régimen debía reformarse desde el gobierno para impedir que lo transformara una revolución popular. Por ello, intentó la formación de una nueva base social con cuya ayuda pretendía configurar un Estado fuerte y capaz de gobernar de forma eficaz. En esa dirección se llevó a cabo una reforma electoral (Ley Electoral, 1907) que no consiguió ni acabar con la corrupción ni democratizar el sistema político, pero que hizo más difícil el falseamiento electoral.
Maura procuró atraer hacia el régimen a la Lliga Regionalista. Hizo un primer intento a través del Proyecto de Reforma de la Administración.
El gobierno de Maura impulsó reformas económicas y promulgó la Ley de Colonización Interior. En el terreno social, aprobó la Ley del Descanso Dominical y creó el Instituto Nacional de Previsión (1908). Pero la defensa del equilibrio social conllevó una actitud muy intransigente en el mantenimiento del orden público, especialmente en los sucesos de la Semana Trágica de Barcelona. La brutal represión fue el motivo de la caída del gobierno conservador.
En 1910, José Canalejas formó un nuevo gabinete liberal. Proponía la modernización de la política e intentaba atraer a ciertos sectores populares. El gabinete abordó la reforma del procedimiento de financiación de la Iglesia y profundizó en la separación de la Iglesia y el Estado. La negativa de la Santa Sede comportó la promulgación de la Ley del Candado (1910). Uno de los elementos básicos de la política social fue la sustitución del impuesto de consumo por un impuesto progresivo sobre la renta. También se reformó la Ley de Reclutamiento, que pasaba a ser obligatoria en tiempos de guerra, y se suprimía la redención en metálico. Finalmente, se promulgaron una serie de leyes encaminadas a mejorar las condiciones laborales.
Canalejas fue sensible al problema de las autonomías regionales. En consecuencia, el gobierno liberal elaboró la Ley de Mancomunidades, que aceptaba la posibilidad de la unión de las diputaciones provinciales para hacerse cargo de la gestión de algunos servicios públicos. Pero este proyecto se vio interrumpido por la muerte de Canalejas en Madrid en 1912. La Ley de Mancomunidades sería aprobada bajo el gobierno conservador de Eduardo Dato en 1914, y tan solo se constituyó la Mancomunidad de Cataluña.