Reflejo literario de la pobreza: El compromiso social de Pedro Lezcano en 'La chabola'
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Tema para el comentario: La literatura, en su intento por recrear los más variados escenarios vitales, también se ocupa por mostrar los ambientes más humildes y sórdidos, particularmente cuando el texto refiere la problemática social y realista. La **pobreza** es también un personaje literario que nos debe colocar ante la necesaria reflexión sobre la existencia de claras desigualdades sociales. ¿Qué opinas de esto?
Biografía de Pedro Lezcano
El cuento objeto de nuestro comentario, *La chabola*, forma parte del libro de relatos *Cuentos sin Geografía y otras narraciones* (1968), de **Pedro Lezcano**. Este cuento es un retrato, casi una fotografía, o la estampa –mitad ternura, mitad desolación– cotidiana de la pobreza particular de una familia de la clase trabajadora. A nivel formal, y por su temática local y social, podríamos decir también que el relato se acerca a la pintura de costumbres. Y por su planteamiento y el modo peculiar de presentar tanto el ambiente como los personajes, el cuento se acerca a una verdadera escena teatral. Ello no es de extrañar si recordamos la importancia que para este autor tuvieron tanto el periodismo social y crítico como la práctica del teatro. **Pedro Lezcano** (Madrid, 1920; Las Palmas de Gran Canaria, 2002), es un hombre polifacético y un "hombre de las artes”. Aunque nacido en Madrid, su vida pronto se vincula al archipiélago canario. Como sus contemporáneos, las revistas pronto serán el primer marco de sus producciones, tanto en su época de estudiante de bachillerato como en su posterior etapa universitaria. De la primera etapa estudiantil destaca su participación en *Spes* (1937-1938), publicación de la que fue secretario de redacción y responsable de una de sus secciones humorísticas. En ella nos deja poemas y dibujos. Pero será posteriormente en revistas como *Garcilaso* y *La Estafeta Literaria*, (Madrid), *Espadaña* (León), *Alba* (La Coruña), *Mensaje* (Santa Cruz de Tenerife) y *Halcón* (Valladolid) entre otras donde Lezcano, durante tres años (1944-1946) consolidará su voz poética y adquirirá cierta fama. Esta primera etapa del autor se caracteriza, pues, por el bullicio de las revistas y por los recitales y tertulias en el Café Gijón; así como por los influjos poéticos del renacentista Garcilaso y de los modernos Lorca y Miguel Hernández. Como colofón del éxito en estos momentos hemos de citar su inclusión en la *Antología parcial de la poesía española* (1936-1946) elaborada por *Espadaña*. A partir de 1947 con Lezcano afincado definitivamente en Gran Canaria y con su imprenta homónima podemos decir que se abre una nueva etapa en la vida y en la producción del artista. Se trata de un período mucho más dilatado (que llega hasta su muerte) en que veremos a un hombre a caballo entre una de sus grandes pasiones, el teatro, su colaboración en los diferentes suplementos literarios de la prensa insular, el improvisado foro de discusión literaria en que se convierte su imprenta, y la dedicación progresiva a la política (militante de izquierdas), amén de otras actividades extraliterarias en las que destacó sobremanera, como el ajedrez, la pesca submarina y la micología. De su dilatada dedicación al teatro mencionaremos la creación y dirección por su parte del Teatro Insular de Cámara, compañía de la que fue asimismo actor y con la que representó, durante doce años, a autores tanto clásicos como modernos, españoles y extranjeros: Ionesco, Chéjov, Galdós, Giraudoux, Alfonso Sastre... y hasta alguna pieza suya.
Obras de Pedro Lezcano
Algunos de los títulos de sus obras son:
- *Antología cercada* (años cuarenta), un poemario colectivo que se adelanta a lo que después se catalogaría como **Poesía Social** en España. Esta década será especialmente importante en su trayectoria.
- *Cinco poemas* (1944).
- *Poesías* (1945), formada por seis poemas.
- *Romancero Canario* (1946), poemario de siete romances costumbristas.
- *Desconfianza* (1945). Obtuvo el Premio Nacional de Teatro por este drama de un acto.
- *Muriendo dos a dos* (1947). Su primer libro. A partir de esta fecha comenzará una segunda etapa, marcada por la preocupación existencial.
- *Consejo de paz* (1965), su poemario más maduro y combativo.
- *Romances* (1977), recopilación de sus romances.
- *La ruleta del Sur* (1956).
- *El pescador* (1964), relato corto.
- *Diario de una mosca* (1994).
- *Cuentos sin geografía y otras narraciones* (1968).
Obras antológicas de los años 80
- *Biografía poética* (1986).
- *Paloma o herramienta* (1989).
Análisis de "La chabola"
En “La chabola”, y a modo de viñeta, Lezcano hace coincidir dos momentos: uno cotidiano, el recogerse diario de una familia chabolista descrita con una gran economía de medios (aunque en este contexto la expresión “economía de medios” parece un sarcasmo); otro de impacto mundial, el lanzamiento de un satélite. La relación de ambos momentos viene dada por la fugaz visita de un norteamericano para advertirles de que tiene que desconectar los electrodomésticos de la chabola. El cruce se realiza bajo el espíritu de lo grotesco (ya se había adelantado esta pincelada con la caracterización de la chabola como un remedo *lumpen* de la ONU) y el malentendido de Juan el chinchorrero y su familia. El cuento es un cuadro de costumbres que se presenta casi como una escena teatral, breve pero intensa, con un cariz de exageración, de **esperpento** incluso, por lo grotesco de la trama, que pretende ser fiel reflejo de la **miseria humana** y del **desequilibrio social, cultural y económico** que existe en el mundo. El relato nos transmite una muestra del Lezcano comprometido y testimonial a través del discurso narrativo.
El narrador
El narrador en este cuento es omnisciente; ya que se permite el lujo de invitarnos a compartir la cena en la infravivienda de la familia de Juan, un pescador del arte del chinchorro (tipo de red que da nombre a su vez a un tipo de pesca) y nos ofrece con ello un sobrio testimonio de la vida diaria de una familia trabajadora. Se sirve del **estilo directo** para ahondar más en esa vida cotidiana de los personajes y poder ofrecernos una visión más completa de la realidad: *Que Pepa esta madrugada vaya a poner en cola las latas de agua porque luego se amontona mucha gente. Que Justo no se olvide de ordeñar para el crío. Que Isabela no se vaya al almacén sin limpiar a su abuela*. No obstante, algunas intervenciones del narrador responden más al estilo de la acotación del texto dramático que a lo que conocemos por narrador propiamente dicho (*María, la madre, repartiendo órdenes monótonas, anima el fuelle de la cocina .... Para que la humedad perpetua de la vieja no llegue hasta los niños*).
Los personajes
Los **personajes** (Juan, Justo, Isabela, Pepa, Juanitita, María, el niño, el americano) son planos y casi se esfuman con el relato, pero nos bastan para comprender lo que simbolizan. La figura de la mujer, una vez más, se presenta como el eje familiar desde el que salen los hilos que sirven para conducir a la familia. La inocencia de todos ellos refleja la paradoja real de los estratos sociales. Tres generaciones se dan cita en ese reducido espacio. La abuela, Juanitita, su hijo Juan y María, su esposa. Y los hijos: Pepa, Justo, Isabela y el crío, el hijo más pequeño del que desconocemos su nombre, probablemente porque aún esté sin bautizar.
El tiempo
El **tiempo externo** podríamos situarlo en los años sesenta, momento en el que los americanos (o ingleses) fueron los responsables de instalar, por una parte, grandes empresas tomateras y, por otra, de ocuparse de las instalaciones del Centro Espacial de Canarias (ubicado en Maspalomas) que en esos años fue responsabilidad de la NASA. Su cometido era el del control y seguimiento de satélites de observación de la Tierra. A ello se refiere el relato cuando dice que *los americanos han echado otro cohete*. Resulta muy pintoresco cómo el personaje del cuento se sorprende de que *los americanos se privan* (alegran) *por un volador que ni hace chispas ni mete ruido*, comparando así con su referente particular: los fuegos artificiales o voladores en Canarias. Por lo que respecta al **tiempo interno**, el relato abarca unas horas, las correspondientes al momento particular de una cena.
El espacio
El **espacio real** en el que se ubica la chabola de Juan es la costa sureña del municipio grancanario de Maspalomas. Sin embargo, toda la acción transcurre dentro de la chabola que viene a erigirse en el símbolo de otra realidad: la **pobreza**. Un submundo que se codea con los altos vuelos de una sociedad más avanzada (los americanos y sus satélites).
Recursos estilísticos
El carácter literario del texto es evidente. Pedro Lezcano nos presenta en esta ocasión un cuento con tintes teatrales. El cuento es un subgénero narrativo en el que se condensa en pocas páginas toda la esencia de una novela y el teatro es un género que se caracteriza por sus apartes y sus diálogos. Por todo lo dicho anteriormente, consideramos esta creación de Lezcano como un **género híbrido**, a caballo entre la narrativa y el teatro. En el que, aparte de los términos dialectales o **canarismos** que se emplean (carburo, choza, rezados, revira, papas, gofio) encontramos la presencia reiterada de determinados **recursos estilísticos**: las **hipérboles** como las que se emplean para ponderar *el mar de estrellas sobre la arena* en la introducción del relato, o para maldecir al benjamín de la familia, llamándole *condenado*, o las referidas al estado de avanzada edad de la abuela *a medio morir, apenas hilvanada ya a este mundo*, o la que hace referencia a la frescura del pescado que, *aún cocinado se mueve en torno a las papas*. Aparecen también la **ironía** y el **humor** cuando Lezcano afirma que *Juan el pescador suele llamar O.N.U. a su chabola*, o cuando se relatan las variantes del nombre de la abuela cada una de ellas en progresiva decadencia en relación con la anterior (**gradación descendente**): Juanona, Juana, Juanita, Juanitita. De la misma manera, el humor aparece a través de los **símiles** del diminutivo del nombre de la abuela con *el de su futuro cada vez más chico*, o aquel en el que se compara al americano con *un ánima por su presencia casi imperceptible*. Aparece un **paralelismo** coloquial a través del cual la madre da instrucciones a sus hijos: *Que Pepa... Que Justo... Que Isabela...*, y otros paralelismos como el que indica los rasgos del volador (*ni hace chispas ni mete ruido*) o el que clausura la cena y el cuento (*Cañazo al niño, soplo al carburo*). Son igualmente llamativos otros recursos como la **metonimia** al citar solo la marca del tabaco que fuma Juan (*su virginio*), o al hacer referencia a *las pisadas* o a *la mano desconocida* que aparta las cortinas cuando entra en escena el americano, o algunos sesgos vulgares como el *cuálo* de María. **Sinestesia**: *rezongo azul*; **antítesis**: *Sonoro gujarOS - Silencioso arena*.
Nivel léxico-semántico
En el **nivel léxico-semántico**, observamos como el mar, constante en nuestra literatura, reaparece en un extraño primer plano en este texto. Numerosos vocablos relacionados con él decoran la escena dando lugar a su **campo semántico** (“playa, arena, estrellas marinas, chinchorrero, agua, pescado, altas mareas del Pino, sal mojada.."). Todos adquieren un valor connotativo puesto que reflejan la humildad y necesidad de quienes aún viven de él. Encontramos también el campo semántico del parentesco (“abuela, madre, hijo...”) y el de la infraconstrucción propios de los ambientes de extrema pobreza como el que encontramos en este cuento ("hojalatas, tabla de cajones, plancha..."). Aparecen también antónimos como “noche”/"mañana”, pero es significativo el que se establece entre “arena”/"estrellas” que actúa como coordenadas en la ubicación de la chabola de Juan. La presencia de ciertos sinónimos colabora igualmente a darle la necesaria cohesión semántica al texto (“berrea”/"llorón”, “cohete”/"volador”).
Nivel morfosintáctico
En el **nivel morfosintáctico**, abundan los **adjetivos especificativos**: "órdenes monótonas”, “rezongo azul”, “red vieja", "humedad perpetua", "señor rubio y elegante", que seleccionan y restringen el significado del sustantivo al que acompañan. Son más numerosos los **sustantivos concretos** puesto que se trata de retratarnos un mundo precario abalado por la necesidad y la falta de medios ("red, hojalatas, tablas, humedad, cortina de lona, dintel...") frente a otro más rico donde no falta de nada (“televisión, nevera y electrodomésticos”), “futuro” y “mundo” parecen dos náufragos abstractos en este mar de concreciones. La **forma verbal predominante** es el **presente habitual**: "anochece”, “quedan", "anima", "convoca”, “zumba”, “ocupa", "abre”, “oye", que supone la reiteración de las acciones. Solo los verbos correspondientes a la llegada del americano: "ladran”, “llegan”, “aparta”, “encorva", "dice" parecen estar en presente actual. Es importante también el uso del presente de subjuntivo con valor de mandato: “Vaya”, “olvide”... Aparece también alguna perífrasis modal de obligación (“deberías pasarte, ha de ser”), así como modal de probabilidad ("pueden leerse").
La modalidad oracional utilizada es la enunciativa, si bien aparece la modalidad exhortativa a través de las órdenes que le da María a sus hijos y la interrogativa directa. Se pueden señalar diversos tipos de oraciones; simples: “La chabola de Juan el Chinchorro está enclavada sobre la arena, en medio de las estrellas.”, “Una luz de carburo zumba en el techo” y compuestas: “Hoy los americanos han echado otro cohete, y dicen que nos pasará por arriba esta noche” (coordinada copulativa); “Bajo el dintel se encorva un señor rubio y elegante, que con extraño acento, dice a la familia: - Rogamos desconecten televisión, nevera y electrodomésticos hasta mañana, para no interferencia al paso del satélite." (La primera proposición es subordinada adjetiva; la segunda y la tercera son subordinadas sustantivas de CD y la tercera es adverbial final).
Reflexiones finales
Pintar con palabras que dejan claro la constatación de la existencia de la pobreza y de otras situaciones francamente dramáticas forma parte del ideario estético de Pedro Lezcano. La literatura se esfuerza en este sentido por plasmar las necesidades para sonrojarnos y exigirnos respuestas, sacudir nuestras conciencias e invitarnos a no ser indiferentes. Reconocer que hay sectores sociales afectados por la falta de recursos económicos es tarea de todos. La desidia frente a situaciones de pobreza, desigualdad o marginalidad es una actitud, cuanto menos irreverente.
Son variadas las formas de pobreza que existen hoy, son muchos los tipos de desigualdades. Se dice que la pobreza existe en la misma relación que la falta de solidaridad. Las crisis y los desequilibrios sociales tienen sus responsables en nuestra sociedad: es tarea de los que estudian las leyes económicas la creación de propuestas para terminar con el dolor de vivir en la marginalidad. Pero es compromiso de todos ser solidarios. A los gobiernos debemos, sin embargo, pedirles cuentas y recordarles que con nuestro voto también va nuestra esperanza de que las situaciones de esta naturaleza cambien.
¿Cuántos espacios así, como el que describe Lezcano hay en nuestro entorno más inmediato? Más allá de querer retratar la precariedad de una infravivienda, importa dejar claro el tipo de vida a ella asociada, de la razón de la existencia de la misma, de las circunstancias de las personas que las habitan y, sobre todo, de la carencia de oportunidades. Recordemos que esta fue una obra escrita poco después del que fuera su libro más contundente y comprometido Consejo de paz, obra que repercute en la vida del artista, personal y estéticamente, y que provoca una ideologización mayor de su producción artística.
Este relato de Lezcano cumple con una labor testimonial innegable: el autor nos recuerda en el la existencia de otras realidades que a nuestros ojos parecen ficticias. Aunque no lo queramos ver no reconocer, hoy convivimos con la pobreza y no hace falta trasladarnos a oros hemisferios ni a ciudades remotas para toparnos con esa lamentable realidad. Desde que salimos de nuestra casa para ir al trabajo, esta realidad nos da de frente, pues un vagabundo dormita bajo los soportales del Ayuntamiento o de los antiguos juzgados. Más allá, apenas unos metros, una anciana rebusca en la basura para ver si encuentra algo de provecho. Nos topamos igualmente con esta realidad cuando diariamente conocemos por los medios de comunicación los desahucios a los que son sometidos muchas familias con hijos pequeños, así como los suicidios a los que se ven abocados muchas personas que son víctimas de la miseria a la que los ha conducido la crisis actual. Dimitris Christoulas, el jubilado de 77 años que se pegó un tiro en la plaza Sintagma de Atenas, es un ejemplo de ello. No podemos ser ajenos a estos casos de pobreza generalizada a la que nos están conduciendo actualmente los mercados. ¿Cómo podremos contribuir al cambio de las situaciones de desigualdad si poderes superiores intocables y todopoderosos son los artífices de las mismas? Desde el punto de vista literario, la respuesta es clara: la denuncia a través de la palabra, la palabra como arma combativa.
En conclusión, como productos de una sociedad, los textos literarios deben contribuir desde su parcela a la mejora de aquella. Esto es lo que ha ocurrido con el cuento de Lezcano que aunque se vista de color local por lo que al espacio y al lenguaje empleado se refiere, lo cierto es que su mensaje alcanza niveles universales.