Redención Divina y Humanismo Cristiano: Pilares de la Fe y la Dignidad Humana

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La Redención: Obra de las Divinas Personas

La Redención, como obra de Dios ad extra, es atribuible a las tres Divinas Personas, aunque bajo diversos aspectos se atribuye a cada una de ellas. La iniciativa por la que el Hijo y el Espíritu son enviados al mundo se atribuye al Padre, la fuente primera de la que fluye todo beneficio. El Hijo, al encarnarse y morir en la cruz, efectúa el cambio completo por el que somos transformados de la enemistad a la amistad con Dios. El Espíritu Santo, enviado a las mentes y corazones de los creyentes, los hace capaces de participar personalmente de los beneficios de la acción redentora de Dios.
Después de la Ascensión de Cristo, el Espíritu Santo hace presentes los frutos de la actividad redentora en y por la Iglesia.

El Humanismo Cristiano: Dignidad y Principios

Frente a las corrientes ateas de los siglos XIX y XX, que eliminan las referencias a la dimensión trascendente del ser humano o que consideran imprescindible la negación de Dios para afirmar la dignidad del ser humano, existe un Humanismo Cristiano que ha contribuido a configurar nuestra identidad cultural. Este humanismo parte de criterios evangélicos, reconoce la existencia de una relación con Dios y afirma la dignidad del ser humano a partir de una concepción cristiana de la realidad.

El Humanismo Cristiano afirma la centralidad del ser humano, único e irrepetible, creado por Dios y con un destino trascendente. Sus pilares fundamentales incluyen:

  • Sostiene que es imprescindible el reconocimiento de la libertad personal, pues es indisociable de la dignidad humana.
  • Propugna la igualdad en dignidad y, por tanto, en derechos de todos los seres humanos.
  • En el orden social ha de buscarse la justicia desde los principios de la solidaridad y la subsidiariedad.


La Redención: Obra de las Divinas Personas

La Redención, como obra de Dios ad extra, es atribuible a las tres Divinas Personas, aunque bajo diversos aspectos se atribuye a cada una de ellas. La iniciativa por la que el Hijo y el Espíritu son enviados al mundo se atribuye al Padre, la fuente primera de la que fluye todo beneficio. El Hijo, al encarnarse y morir en la cruz, efectúa el cambio completo por el que somos transformados de la enemistad a la amistad con Dios. El Espíritu Santo, enviado a las mentes y corazones de los creyentes, los hace capaces de participar personalmente de los beneficios de la acción redentora de Dios.
Después de la Ascensión de Cristo, el Espíritu Santo hace presentes los frutos de la actividad redentora en y por la Iglesia.

El Humanismo Cristiano: Dignidad y Principios

Frente a las corrientes ateas de los siglos XIX y XX, que eliminan las referencias a la dimensión trascendente del ser humano o que consideran imprescindible la negación de Dios para afirmar la dignidad del ser humano, existe un Humanismo Cristiano que ha contribuido a configurar nuestra identidad cultural. Este humanismo parte de criterios evangélicos, reconoce la existencia de una relación con Dios y afirma la dignidad del ser humano a partir de una concepción cristiana de la realidad.

El Humanismo Cristiano afirma la centralidad del ser humano, único e irrepetible, creado por Dios y con un destino trascendente. Sus pilares fundamentales incluyen:

  • Sostiene que es imprescindible el reconocimiento de la libertad personal, pues es indisociable de la dignidad humana.
  • Propugna la igualdad en dignidad y, por tanto, en derechos de todos los seres humanos.
  • En el orden social ha de buscarse la justicia desde los principios de la solidaridad y la subsidiariedad.

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