Recuperación, Felices Años Veinte y Gran Depresión
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Los intentos de recuperación
Los países industriales en poner en marcha la producción, por problemas monetarios y financieros. Las monedas europeas se depreciaron y abandonaron su valor fijo. Sólo Estados Unidos salió económicamente bien parado de la Gran Guerra. Algunos países vivieron situaciones inflacionistas extremas. La subida de precios fue tan espectacular que la hiperinflación alemana se convirtió en un ejemplo de libro sobre el crecimiento exponencial de los precios. Para relanzar su economía, los países europeos necesitaron recursos financieros, provenientes de los Estados Unidos. Pero había que devolver lo prestado más sus intereses. Reino Unido estaba endeudado con Estados Unidos, pero, si conseguía cobrar a sus países deudores, podría obtener una posición excedentaria. Pero tanto Francia, como los restantes aliados deudores no podrían hacer frente a los pagos debidos. Alemania estaba ocupada en su zona más productiva por tropas francesas, y sólo podía pagar las indemnizaciones si recibía créditos extras de los Estados Unidos. El resto de los países vencidos pasaron por una situación de inestabilidad monetaria y financiera, y otro tanto sucedió en Italia. España, no aprovechó la oportunidad económica que le brindó la neutralidad durante la guerra, y la prosperidad fue efímera. Una huelga general y una crisis política anticiparon los problemas de la posguerra. Rusia vivió duros momentos. La guerra civil arruinó al país y establecieron el “comunismo de guerra”, que no consiguió paliar el hambre. Se puso en marcha la Nueva Política Económica (NEP), que liberalizó la economía rusa, e inició su recuperación. A los problemas en Europa, se añadió otro: la fragmentación del espacio económico por la aparición de países que generó un nacionalismo económico.
Los “Felices Años Veinte”
Es Europa occidental a la segunda mitad de la década de 1920 y en EE.UU a toda ella. Fueron años de crecimiento económico y de transformaciones políticas, sociales y culturales. El Plan Dawes permitió la reestructuración de los pagos de reparaciones de guerra por parte de Alemania, aliviando su carga. Al fortalecimiento de las finanzas públicas alemanas, contribuyeron los préstamos norteamericanos. La economía norteamericana se encontraba inmersa en una fase expansiva por la difusión generalizada de las innovaciones a la producción y al consumo de las familias. Los “felices veinte” norteamericanos anticiparon pautas de consumo, por Europa occidental y por el resto del mundo. Los problemas para la recuperación de la economía capitalista mundial se superaron por una eficiente agricultura que abarató el precio de los alimentos y permitió la ampliación del consumo. Gracias a la mecanización, la agricultura cerealista permitió abaratar los costes. Una parte del consumo pudo orientarse hacia los productos industriales. La industria también contó para su recuperación con una fácil financiación que permitía obtener los recursos necesarios. El optimismo volvía a los países industriales, pero la industria tendrá su punto débil en la dependencia de los créditos a corto plazo, que la hacía muy vulnerable a los vaivenes financieros. El resultado fue un endeudamiento progresivo de amplios sectores económicos, sensibles a los problemas de circulación internacional de capitales. Puede observarse un trasvase de capitales desde la industria hacia actividades especulativas. En la Unión Soviética también aumentaron los niveles de producción y consumo, gracias a la NEP. Rusia optó por una economía planificada que se mantuvo al margen de los circuitos financieros capitalistas y evitó así la crisis de 1929 y la depresión económica de la década de los 30.
El Crack del 29 y sus consecuencias
Es común situar el inicio de la Gran Depresión en el “jueves negro” de la Bolsa de Nueva York. Ese día: todos querían vender para perder menos. Una crisis de tal intensidad y duración carecía de precedentes. Afectó principalmente a los países más avanzados económicamente y, en particular, a sus sectores industriales y exterior. Aunque no todos ellos se vieron afectados en la misma medida, ninguno escapó a ella. Las causas hay que buscarlas en los desequilibrios económicos de los años veinte: -La crisis de los sectores industriales tradicionales (el textil, el carbón, la siderurgia y la construcción naval) se fue agudizando en los años anteriores al crack. Lo mismo pasó con la agricultura. -Incluso los sectores industriales más favorecidos por la expansión experimentaron ya las consecuencias de la disminución del poder de compra de los salarios y la caída de las rentas. La situación se agravó porque la compra de estos bienes de consumo era a menudo realizada a crédito, por lo que dependía de los ingresos futuros. También entró en crisis el sector de la construcción. Esta crisis se inició en la construcción de viviendas particulares, y en la de edificios comerciales. A pesar de estos signos amenazadores, el valor de las acciones de la bolsa de Nueva York siguió subiendo, y ello atrajo a nuevos inversores. Pero la situación de la bolsa era muy frágil a causa del desequilibrio entre el estancamiento de la economía real y el desmesurado crecimiento de las acciones, que dio lugar a una colosal burbuja especulativa. Las consecuencias en la economía real norteamericana fueron: -Se extendió un pesimismo económico generalizado respecto al futuro, comprimieron el consumo y la inversión. -Destruyó el ahorro de muchas familias y las empobreció.-Interrumpió la financiación de unas empresas que se enfrentaban a una demanda declinante. -Perjudicó a la viabilidad de instituciones financieras que habían prestado a los inversores institucionales y particulares. En 1932, la producción industrial del mundo no llegaba a los dos tercios de la de 1929, pero, mientras que la de Europa había caído algo por debajo del 75%, la de Estados Unidos apenas superaba el 50%. La producción de alimentos apenas experimentó cambios. No así la de materias primas, que se contrajo en medida sólo algo menor que la de productos industriales. El valor del comercio mundial era poco más de un tercio del correspondiente a 1929. No llegaba todavía al 50% en 1937. El desempleo alcanzó cifras record. Especialmente en Estados Unidos (pasó del 3% al 25%) y Alemania (del 4,3% al 30,1%). La contracción del producto per cápita fue también significativa. En Estados Unidos resultó especialmente intensa y duradera. En Alemania, algo menos. Suecia o Japón apenas experimentaron una suave recesión. En Francia no fue especialmente profunda, pero sí muy duradera. Argentina, se vió también afectados en una pequeña medida y tardaron en salir de la crisis. Ni Argentina ni Estados Unidos se habían recuperado plenamente, y Francia apenas, cuando estalló la Segunda Guerra Mundial.
La Gran Depresión
Los gobiernos terminaron reaccionando con medidas que confirmaban la crisis del modelo económico liberal e intentaron dar soluciones a la crisis que provocarán cambios sociales y modelos culturales e ideológicos dispares y enfrentados, lo que condujo, directa o indirectamente, a una nueva guerra mundial. Que la crisis afectara a los países capitalistas más desarrollados suponía un duro golpe a los principios del “laissez faire” y en los que se basaba el capitalismo de la época. Los autores marxistas contaban con el ejemplo de la Unión Soviética, un país ya industrializado que no sufrió la crisis, para criticar el sistema capitalista occidental y considerar la depresión de los años veinte como la crisis final del capitalismo. En Europa y América Latina se cuestionaron las democracias liberales, y proliferaron las dictaduras, que propugnaban una mayor intervención del Estado en la economía, mayor proteccionismo a la industria nacional e incluso la autarquía. El impacto de la crisis fue diferente según los países, por lo que los intentos de solución también fueron diversos. En general, se produjo un cierre proteccionista de los mercados, que Francia e Inglaterra soportaron bien. Completamente dispar era la situación en Alemania, Italia y en los países centroeuropeos. Desde la llegada de Hitler al poder, se intensifican las compras a los países del entorno, pero realizando los pagos en productos alemanes, con lo que Alemania se adueñaba de las economías centroeuropeas. El presidente demócrata Franklin D. Roosevelt venció en las elecciones estadounidenses y presentó un programa de reformas denominado New Deal, que buscaba eliminar el desempleo de 13 millones de trabajadores y el estancamiento económico. La intervención del Estado se concentró en las subvenciones y la planificación de la agricultura, en la mejora de las condiciones laborales y salariales y en una política de obras públicas. El nuevo paradigma económico fue formulado con rigor por el economista inglés John Maynard Keynes, que dio fuerza teórica a las prácticas intervencionistas de los años treinta. Para Keynes, el gasto del Estado tiene un efecto multiplicador beneficioso para el sistema económico.