La Reconstrucción Económica Post-Gran Guerra: Reparaciones y Estabilización (1922-1929)
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La Etapa de 1922 a 1929: Reconstrucción y las Hipotecas de Guerra
El Arreglo de las Reparaciones y las Deudas de Guerra
La segunda consecuencia económica nefasta de los tratados de paz radicó en las reparaciones de guerra, por las cuales Alemania debía abonar una cantidad de dinero en concepto de reparación a los países aliados, lo que constituyó un problema muy importante de este periodo de entreguerras.
Por otra parte, estaban las deudas interaliadas. Inicialmente, Inglaterra era la que financiaba la guerra hasta 1917. Cuando esta necesitó financiación debido al gran esfuerzo financiero realizado, apareció EE. UU., convirtiéndose en el máximo acreedor y ocupando el papel de Inglaterra, ya que los recursos financieros de esta estaban agotados. Además, los países aliados realizaban préstamos entre sí. En resumen, al finalizar la guerra, existían grandes deudas de más de 20 mil millones de dólares.
Ambas consecuencias se solapan: hasta que Alemania no realizara pagos en concepto de reparación de guerra a los países, estos no podían pagar ni a Inglaterra ni a EE. UU., ya que los aliados esperaban cancelar sus deudas interaliadas una vez que finalizara la guerra, pero necesitaban que Alemania pagase.
Además, Francia y Gran Bretaña exigían que Alemania no solo pagara los daños civiles, sino también una indemnización, mientras que EE. UU. se oponía a que sus socios ahogasen económicamente a Alemania y entorpecieran su reconstrucción. Por otro lado, Francia e Inglaterra no acordaban la forma de realizar los pagos.
La carga impuesta a Alemania fue decidida en 1921 por un organismo ad hoc creado en aplicación del Tratado de Versalles: la Comisión de Reparaciones, que fijó 132 mil millones de marcos de oro. El gobierno alemán anunció en 1922 que no se podían ejecutar los pagos, ya que necesitaban exportar más de lo que importaban, y la mayoría de países tendieron a elevar la protección para sus industrias, lo que dificultaba que Alemania pudiera afrontar los pagos. Esto hizo que Francia y Bélgica ocuparan la cuenca del Ruhr con sus ejércitos el 11 de enero de 1923, resultando una medida en vano con retirada en el mismo año.
Por tanto, ante las reparaciones y deudas comerciales imposibles de cubrir, estalló la crisis al término de los años 20, dando lugar al Plan Dawes en 1924, que ampliaba el periodo de pago, reducía los pagos anuales, pero no reducía la deuda; y a la Comisión Young en 1929, que finalmente reducía la suma de capital e implantaba una escala de anualidades con las que se aumentaba el pago con el paso de los años para que Alemania pudiera hacer frente a la deuda.
Estabilización Monetaria y Crecimiento Económico
La restauración de la estabilidad monetaria y financiera a la salida de la guerra tenía dos vertientes: interna y externa. Los países europeos tenían agudos problemas monetarios tras la guerra y necesitaban estabilizar la capacidad de compra de su moneda en ambas vertientes. El primer objetivo implicaba cortar la inflación (más intensa para los beligerantes) con políticas estabilizadoras; el segundo, que era frenar la devaluación, se alcanzaría restableciendo un tipo de cambio fijo y el retorno al patrón oro.
Gran Bretaña y EE. UU. tuvieron éxito en la lucha antiinflacionista, mientras que los aliados tardaron más en cortar la inflación (1926-1927).
Por otro lado, Alemania, Austria, Hungría, Polonia y la URSS afrontaron un proceso acelerado de hiperinflación. Sin duda, la que se abatió sobre Alemania en 1922 y 1923 fue la más espectacular debido al tremendo impacto social y político provocado por la pérdida absoluta del valor del dinero, imponiendo como medida una política de estabilización monetaria con la propuesta de introducción de una nueva moneda, el Rentenmark.
En los primeros años de la posguerra, los tipos de cambio se habían alterado y habían perdido estabilidad, por lo que trataron de conseguir el objetivo de 'estabilizar el cambio', aunque era realmente difícil de alcanzar. El mundo vivió la primera experiencia de un régimen de tipos de cambio flotantes, justificando tales volatilidades a los movimientos masivos de capital especulativo o hot money.
Los responsables económicos culpaban a los especuladores en divisas de la inestabilidad de los cambios y defendían que la economía internacional no podría volver a funcionar adecuadamente si no se ponía fin al régimen de flotación.