El Realismo Político de Maquiavelo y la Reforma Protestante

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El Realismo Político de Maquiavelo

Radicalmente opuesto al utopismo fue el realismo extremo. Su principal exponente es Nicolás Maquiavelo, el padre de la teoría política moderna. Tiene como trasfondo histórico la unificación de Italia, frente a las potencias extranjeras y al papado.

En este contexto, lo que desarrolló Maquiavelo es una descripción y un análisis del quehacer político real (cómo funciona la política) frente a las idealizaciones de los utopistas y en contraste con otra corriente política que había, el ideal del príncipe cristiano, que moral y políticamente se comporta según el Evangelio.

Frente a eso, Maquiavelo escribe El Príncipe. Toma como modelos a políticos de la época como Fernando el Católico o César Borgia (que pone como ejemplo elogioso), para crear un modelo de político que gira en torno a las ideas de fortuna y virtú:

  • La idea de fortuna dice que la historia humana depende del azar, y la tarea del político consiste en saber actuar en medio de ese azar.
  • Y para poder hacerlo, el político tiene que tener virtú: tiene que tener la capacidad operativa (de acción) para hacer que la fortuna juegue a su favor. Y para ello, el político tiene que ser absolutamente oportunista y estrictamente amoral.

El Renacimiento y la Religión: Reforma y Contrarreforma

La Reforma Protestante

A principios del siglo XVI, la Iglesia Católica había llegado a un estado de degeneración y corrupción como los casos de simonía (la venta de cargos), las bulas eclesiásticas (por una cantidad de dinero se te perdonan los pecados)...

Frente a este estado de corrupción un monje agustino llamado Martín Lutero comenzó una campaña de protestas que no fueron atendidas, por lo que en 1517 decidió separarse de la autoridad papal a través de un acto simbólico: clavó en la puerta de la catedral de Wittenberg sus famosas 95 tesis. Este es el momento formal en el que comienza la Reforma Protestante.

Desde un punto de vista teológico, lo que pretende la reforma de Lutero es una vuelta a los orígenes, a la pureza evangélica, rechazando toda la teología medieval.

En concreto, en el caso de Lutero, es una vuelta al Nuevo Testamento desde el principio de libre interpretación. Para el catolicismo, solo la Iglesia puede interpretar las Sagradas Escrituras. Frente a eso, Lutero defiende que cada individuo pueda interpretar la Biblia sin la intervención de la Iglesia. Favoreció a esta postura la imprenta y el rechazo a la autoridad del Papa.

Después de Lutero hubo otros reformistas como Calvino que defienden principios parecidos a Lutero pero entienden que la vuelta al origen no es al Nuevo Testamento sino al Antiguo Testamento, a la Biblia judía.

El calvinismo es un cristianismo sombrío que pone un gran énfasis en la idea protestante de la salvación por la fe, no por las obras. Se salva el que cree con todas sus fuerzas, acentuando la subjetividad de cada individuo, la conciencia de cada uno.

La Contrarreforma Católica

Frente a la Reforma Protestante, la Iglesia Católica reaccionó con su propia reforma: la Contrarreforma. Esta se desarrolló fundamentalmente en el Concilio de Trento entre 1545 y 1563.

También la idea central del Concilio es una vuelta a la pureza original, pero no a la Biblia, sino a las ideas de los padres de la Iglesia, sobre todo, a Agustín de Hipona, rechazando la libre interpretación de la Biblia y reforzando la autoridad del Papa.

El Concilio fue llevado a cabo por grandes teólogos jesuitas españoles como Suárez o Molina.

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