Realismo, Modernismo y Generaciones del 98, 14 y 27: Literatura Española

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El Realismo y el Naturalismo en la Literatura Española

El Realismo nace en Francia en el siglo XIX con autores como Flaubert o Balzac. En España, se encuentra en autores como Galdós, Clarín o Pardo Bazán. Es una corriente literaria caracterizada por la búsqueda de la representación objetiva de la realidad.

Características del Realismo

  1. Predilección por la novela: Se considera el género más adecuado para reflejar la realidad.
  2. Afán de verosimilitud: Se busca reflejar la realidad de manera objetiva, desplazando la mirada hacia lo cotidiano, pretendiendo presentarla con total imparcialidad. Obviamente, esa objetividad es imposible, puesto que los autores seleccionan y, con frecuencia, someten la presentación de los hechos a su punto de vista personal.
  3. Utilización de métodos de observación y presentación de la realidad inspirados en las ciencias experimentales: La documentación, la toma de apuntes sobre el terreno para reflejar la vida cotidiana de los personajes, los ambientes, los distintos registros y niveles lingüísticos.
  4. Narrador omnisciente: Es predominante en la novela realista. Conoce, interpreta y presenta la realidad desde la tercera persona intentando dar una apariencia de objetividad, aunque no evita las valoraciones y los juicios personales. Con frecuencia emplea el estilo indirecto libre para reproducir los pensamientos de los personajes.
  5. Descripciones minuciosas: En su afán de verosimilitud, el escritor recurre a las descripciones detalladas de ambientes y de personajes. Se trata de presentar la realidad cotidiana y a los personajes de manera pormenorizada con la intención de reflejar la realidad de manera fidedigna.
  6. Aproximación del lenguaje al uso coloquial: El lenguaje tiende a la sencillez y se adapta a la naturaleza de los personajes y de los ambientes. De ahí que la variedad léxica sea grande: desde los regionalismos, los modismos, los vulgarismos... hasta el empleo de términos del lenguaje científico y jurídico.
  7. El protagonista suele ser un héroe problemático: Con frecuencia se recurre al empleo de personajes colectivos, asociados al grupo social o al ambiente en el que se mueven. El diálogo sirve con frecuencia para contribuir a la caracterización de los personajes.
  8. Ubicación próxima a los hechos: La obsesión por reflejar la realidad lleva a los autores a presentar el relato en un aquí y un ahora cercanos. La novela rural o regional va a convivir con la urbana.

Temas del Realismo

  1. El amor en el marco de una relación problemática: Surgen de este modo el tema de los problemas conyugales y el del adulterio, como en La Regenta, de Clarín, o en Fortunata y Jacinta, de Galdós.
  2. La religión: Aparece de forma constante a través de la oposición clericalismo/anticlericalismo. El clero, que todavía tiene una posición dominante en la sociedad española, es objeto de crítica a través de la presentación de su comportamiento.
  3. La política: Es un tema importante y se manifiesta a través de la crítica al liberalismo, al caciquismo (Los pazos de Ulloa de Pardo Bazán), a la ideología conservadora o a la precariedad de los funcionarios (Miau de Galdós).
  4. La ciudad y el campo aparecen enfrentados: Los novelistas de ideología conservadora tenderán a la idealización de la vida rural (Peñas arriba de Pereda). Por el contrario, los representantes de la ideología liberal suelen preferir la ambientación urbana (Galdós, Clarín) o muestran el lado negativo de la sociedad campestre (La Barraca, de Blasco Ibáñez).

Durante el último tercio del siglo XIX el Realismo convive con el Naturalismo. El Naturalismo nace en Francia en los años 60 y su mayor representante es Émile Zola, que pretendía que la literatura se convirtiera en otra ciencia cuyo objeto de estudio fuera el medio social.

Los novelistas naturalistas en sus novelas parten de posiciones materialistas, que niegan la parte espiritual del hombre y explican sus comportamientos partiendo de su fisiología. Adoptan posturas deterministas que intentan justificar las conductas del ser humano a partir del momento histórico y de sus condicionantes sociales y biológicos.

El Modernismo: Características y Temas

El Modernismo es un movimiento literario nacido en Hispanoamérica en el último cuarto del siglo XIX y difundido en España por Rubén Darío con la publicación de Prosas profanas. Nace como respuesta al mercantilismo y el materialismo de la sociedad burguesa. Este movimiento influyó en la literatura española de principios de siglo. El Modernismo hispánico es una síntesis del Parnasianismo y del Simbolismo franceses: del primero toma el anhelo de perfección formal, los temas exóticos y los valores sensoriales; del segundo, la idea de que el arte debe sugerir y la búsqueda de una variada musicalidad. La actitud de los escritores es con frecuencia antisocial, como un modo más de protesta.

Líneas Temáticas del Modernismo

  • El Modernismo escapista, exótico y ornamental: Es la tendencia más característica del movimiento: evasión de la realidad reflejando lugares exóticos (palacios, castillos, ninfas, cisnes,...) y épocas antiguas (Edad Media, Renacimiento,...). En esta línea temática también se encuentra el erotismo y las conductas inmorales como demostración de su espíritu rebelde y antiburgués.
  • El Modernismo intimista y existencial: Permite mostrar el malestar del poeta con el mundo que lo rodea. La melancolía, la tristeza, la nostalgia y el desasosiego lo impregnan todo. Se trata de un Modernismo neorromántico que transmite los sentimientos del poeta a través de un paisaje inventado.

Características Formales del Modernismo

En el Modernismo se exprimen todas las posibilidades que el lenguaje ofrece para conseguir belleza. La sensorialidad se percibe a través de la adjetivación cromática, sinestesias y alusiones musicales. El léxico empleado es una muestra de su dominio del idioma: numerosos cultismos, términos exóticos y evocadores. Empleo de metáforas y símbolos. La métrica también contribuye a la musicalidad del poema. Modifican formas métricas clásicas para buscar nuevos ritmos, y recuperan también el verso alejandrino, el dodecasílabo y el eneasílabo (aunque estos últimos menos utilizados).

La Generación del 98: Renovación Narrativa

En los primeros años del siglo XX la novela vive un proceso de ruptura, que es el reflejo de la crisis social, política e ideológica que sacude la sociedad burguesa. Esta renovación narrativa tiene su mejor expresión, en España, en la novela y el ensayo de la conocida como "Generación del 98". Forman parte de esta generación Antonio Machado, Ramón María del Valle-Inclán, Miguel de Unamuno, Pío Baroja y Azorín, entre otros.

Temas de la Generación del 98

  • Crítica de una España ignorante y atrasada, marcada por el caciquismo, la influencia de la versión más represiva de la Iglesia y el desprecio por el saber científico y por la cultura.
  • Tema existencial: la angustia y el sinsentido de la vida, el deseo de creer y la certeza de que Dios no existe.

Características de la Novela del 98

  1. Abandono de la estructura ordenada y lineal propia del Realismo por un modo de narrar con frecuentes vaivenes cronológicos. Todos los autores presentan una intención renovadora del género, desde la "nivola" de Unamuno, hasta la novela "multiforme y proteica" de Baroja.
  2. La novela se centra en un protagonista individual, exponente unas veces de las aspiraciones regeneracionistas de la Generación del 98, y otras veces de la angustia existencial (por ejemplo, Andrés Hurtado de El árbol de la ciencia, de Pío Baroja, o Augusto Pérez, protagonista de Niebla de Miguel de Unamuno).
  3. Abundan las novelas de "formación", en donde se describe el proceso de formación y educación del protagonista a lo largo de los años (El árbol de la ciencia).
  4. Las largas descripciones realistas dejan paso a una mayor cantidad de diálogo y contraste ideológico. La novela se convierte en vehículo para la formulación de ideas.
  5. Frente a la novela realista, hay una mayor preocupación por el estilo y la composición de los relatos.
  6. Es también frecuente la novela lírica, que se caracteriza por la falta de acción, empeñada en la presentación subjetiva del paisaje y los pueblos de España.

El año 1902 se considera el punto de arranque de la nueva narrativa, porque se publican cuatro novelas emblemáticas: La voluntad, de Azorín; Amor y pedagogía, de Unamuno; Camino de perfección, de Baroja y Sonata de otoño, de Valle-Inclán.

Antonio Machado: Evolución Poética

Antonio Machado (1875-1939): Los inicios de Machado son claramente modernistas; sin embargo, siempre evitó los excesos de ese movimiento. Machado abrazó el Simbolismo y el Posromanticismo. Pronto evolucionará hacia un lenguaje más sobrio y una temática más comprometida con el ser humano y su tiempo, incluso con su problemática social y política.

Etapas de la Obra de Machado

  • Soledades (1903) y Soledades, galerías y otros poemas (1907): Obra claramente simbolista que conecta con el Modernismo y el Romanticismo tardío. Los poemas indagan el interior del yo poético y presentan sus inquietudes existenciales: el paso del tiempo, la muerte, la existencia de Dios… La poesía se define, según Machado, como un diálogo del hombre con su propio tiempo: con su juventud perdida, con el dolor del presente y con la muerte que le aguarda. El tono dominante en los poemas de esta etapa es la melancolía y la angustia (pesimismo existencial). Emplea una métrica modernista (dodecasílabos y alejandrinos) que combina con formas de otras procedencias como la silva romanceada. El lenguaje usado por Machado en esta obra está lleno de símbolos (tarde y otoño son símbolo de tristeza, melancolía, declive vital; el camino, de paso de la vida; el agua, de vida (si brota), de fugacidad (si corre), de muerte (si está estancada)).

  • Campos de Castilla (1912, ampliada en 1917): En esta obra se abre al mundo, identificándose con el paisaje castellano, que le sirve para reflexionar acerca del pasado, presente y futuro de España. Con actitud crítica, Machado denuncia las causas de la decadencia española, lo que lo conecta con la Generación del 98. Ahora domina la tercera persona, que se expresa en versos extensos y narrativos. Destacan en este libro los poemas dedicados a su esposa Leonor, además del romance titulado “La tierra de Alvargonzález”, historia fratricida que aúna la envidia y la codicia por la posesión de la tierra, y los “Proverbios y cantares”, poemas breves de carácter sentencioso. El Machado simbolista sigue presente en el libro, en el que los elementos del paisaje adquieren a menudo un valor alegórico.

  • Nuevas canciones (1924): Inaugura su tercera etapa. Es un libro breve y heterogéneo en el que muchos de sus poemas recuerdan a los de Campos de Castilla, pero otros cambian el paisaje castellano por el de su tierra andaluza. En este poemario, además de sonetos abundan las composiciones breves, inspiradas en la tradición folclórica, así como poemas sentenciosos y aforísticos, continuación de los “Proverbios y cantares”. A esta tercera época pertenecen también Canciones a Guiomar y De un cancionero apócrifo. La obra poética de Machado concluye con la veintena de textos conocidos como Poesías de la Guerra.

Como prosista, Machado escribió Juan de Mairena y, como dramaturgo, en colaboración con su hermano Manuel, La Lola se va a los puertos.

La Generación del 27: Vanguardia y Tradición

En los años veinte del siglo pasado nace en España la que se conoce como la Generación del 27 o grupo poético del 27, una agrupación de artistas y escritores excepcionales que dieron lugar a una de las etapas de mayor esplendor de la literatura española. El nombre responde a la conmemoración en el Ateneo de Sevilla del tricentenario de la muerte de Góngora, autor de culto para todos ellos: Lorca, Salinas, Cernuda, Alberti, Aleixandre, Gerardo Diego, Dámaso Alonso o las Sinsombrero. A pesar de que la denominación más extendida es la de generación, realmente son un grupo, cuya nómina establecen ellos mismos, puesto que no cumplen los requisitos para ser una generación. Son también conocidos como la generación de la amistad, debido a los estrechos lazos que los unían. En primer lugar, la Residencia de Estudiantes de Madrid fue el germen que dio pie al primer encuentro; la formación filológica, puesto que la mayoría cursó la carrera de Letras; la colaboración en revistas como Antología, La Revista de Occidente o La Gaceta Literaria mantuvo el estrecho contacto, así como el trabajo en el Centro de Estudios Históricos, capitaneado por Menéndez Pidal. La generación de la metáfora es otro de los membretes que se les atribuye, gracias el uso brillante y audaz que hacen de la metáfora gongorina y la metáfora surrealista.

Las Sinsombrero: Mujeres Artistas del 27

Dentro del Grupo del 27 también existe un importante grupo de mujeres de inmenso talento que a través del cultivo de distintas actividades artísticas y de su activismo social y político desafiaron y cambiaron las normas sociales y culturales de la España de los años 20 y 30. Paseando en los años 20 por la Puerta del Sol, Federico García Lorca, Salvador Dalí, Margarita Manso y Maruja Mallo se quitaron el sombrero, rompiendo con la norma y, metafóricamente, liberando las ideas y las inquietudes. El resultado fue que, como cuenta Maruja Mallo, fueron apedreados por los viandantes. Este valeroso gesto fue el que dio el nombre de "Las Sinsombrero" a un grupo de mujeres artistas, entre las que destacan escritoras como Ernestina de Champourcín (Cántico inútil), María Teresa León (Cuentos para soñar), Concha Méndez (Sombras y sueños), María Zambrano (Horizonte del liberalismo), Rosa Chacel (Barrio de las Maravillas); además de las pintoras antes señaladas y protagonistas del episodio que les da nombre. El olvido al que fueron condenadas durante años no solo se debe a la genialidad de los componentes masculinos de la generación, sino que también, y sobre todo, a su condición de mujeres.

Etapas y Tendencias del Grupo del 27

Las características definitorias de este grupo son afinidades estéticas comunes, es decir, tendencias literarias que comparten la mayoría de integrantes. Destacan el Neorromanticismo, el Neomodernismo, la poesía pura, el Gongorismo, las vanguardias, el Neopopularismo y la poesía social.

  • Primera etapa (1922-1927) "La Deshumanización": Siguen las enseñanzas de uno de sus referentes iniciales, Juan Ramón Jiménez, bajo los patrones de la poesía pura: versos desprovistos de todo sentimentalismo, en busca del rigor estético. Un claro reflejo es Presagios, de Salinas o Poemas puros de Dámaso Alonso. La veneración de los integrantes del grupo hacia los clásicos se manifiesta en la admiración hacia la capacidad metafórica de Góngora, la perfección formal de Garcilaso de la Vega y la poesía popular de Lope, que dará lugar al Neopopularismo. En esta tendencia se enmarcan, por ejemplo, Marinero en tierra de Alberti o Versos divinos de Gerardo Diego. En esta primera etapa también se perciben influencias del Romanticismo tardío del siglo XIX, con Bécquer, y del Modernismo de principios de siglo, con Rubén Darío. Donde habite el olvido, obra de Cernuda, hace una clara referencia al verso del Libro de los gorriones "donde habite el olvido, allí estará mi tumba". Los ismos, el Ultraísmo y el Creacionismo, culminaron la etapa de deshumanización, confiriendo a las composiciones nuevas temáticas y brillantes metáforas. Salinas, con "Bujías" en Seguro azar, es un claro ejemplo.

  • Segunda etapa (1927-Guerra Civil) "La Rehumanización": A partir de 1935 se produce un cambio evidente en el plano estético, en gran medida gracias a la revista Caballo verde para la poesía impura de Pablo Neruda, antítesis de los preceptos de la Deshumanización del arte de Ortega y Gasset. Dejan de priorizar la búsqueda de perfección formal y recuperan los versos con un cariz más humano y social. Así, paulatinamente dejan atrás la pureza hermética de sus primeros versos y se introducen de lleno en el Surrealismo, tendencia que influyó de forma decisiva en muchas de sus obras capitales: Poeta en Nueva York, de Lorca; Los placeres prohibidos, de Cernuda o Sobre los ángeles, de Alberti. En los últimos años, los turbulentos acontecimientos políticos se precipitan y muchos de los autores se posicionan y adoptan una actitud militante muy marcada (la "poesía civil", de Alberti). Tal es el caso de Alberti; Poeta en la calle es, quizás, una de las obras más ilustrativas del surgir de esta tendencia.

  • Tercera etapa (Posguerra) "La Ruptura": El asesinato de Lorca produce un impacto indeleble en el grupo. Se dispersan y marchan al exilio (salvo Dámaso Alonso, Aleixandre o Gerardo Diego). Desde la impotencia y la frustración, el dolor y la distancia, crean unas composiciones desgarradoras y profundamente humanas, en las que se percibe claramente la añoranza y el desconsuelo por la pérdida. En la península, Dámaso Alonso publica Hijos de la ira, icono de la poesía desarraigada, un grito desolador de impotencia contra la sinrazón de la España de posguerra.

El Teatro Español a Principios del Siglo XX

A comienzos del siglo XX, el panorama del teatro español era bastante desalentador, puesto que la creación y representación de las piezas dependía, en gran medida, de los empresarios dueños de las salas de teatro, nada proclives a posibles innovaciones. Es por ello que entre nuestras fronteras se estableció una dicotomía entre el teatro comercial o exitoso y el innovador. A pesar de que los círculos literarios clamaban por una regeneración del teatro español, lo cierto es que este tipo de propuestas se estrellaron contra los gustos del público y las barreras comerciales. No en vano, Valle-Inclán no logró en vida ver representados sus esperpentos.

El Teatro Comercial

Entre las fórmulas de éxito destacó Jacinto Benavente, Nobel de Literatura en 1922, autor del conocido como teatro burgués. En sus comienzos inició una propuesta de renovación con El nido ajeno, pero ante las encendidas críticas, suavizó sus formas y se plegó ante los gustos del público burgués. Así, creó más de 170 piezas teatrales de aclamado éxito, entre ambientes acomodados, convencionalismos y crítica amable. Algunas de sus obras más recordadas son Los intereses creados o La Malquerida. El teatro cómico, conformado principalmente por comedias costumbristas y sainetes, siguieron la misma línea de éxito. Los principales autores son Arniches o los hermanos Quintero. Marquina y Villaespesa recuperan y revalorizan el medievalismo con piezas en verso de teatro histórico modernista o de evasión con, por ejemplo, Las hijas del Cid o La leona de Castilla, respectivamente.

El Teatro Innovador

Entre las propuestas innovadoras cabe citar las tentativas aisladas de la Generación del 98, de la Generación del 14 y de la Generación del 27. En la línea ideológica del 98, se encuentran Unamuno con Fedra; Azorín y su teatro simbólico con Lo invisible; Jacinto Grau, contemporáneo de la Generación del 98, repudiado entre sus fronteras y venerado en el extranjero por sus revisión de los mitos clásicos, con El señor Pigmalión y Max Aub, pionero de la frustrada revolución escénica española, con sus aportes al teatro político y del exilio con Los trasterrados y Narciso. De los novecentistas, cabe sumar una excelente pieza de Ramón Gómez de la Serna, Los medios seres, farsa de planteamiento surrealista. Rafael Alberti, autor de la Generación del 27, destaca en estos años con El hombre deshabitado “auto sacramental sin sacramento”. No obstante, dos son los nombres a los que dedicar estas líneas: Ramón María del Valle-Inclán y Federico García Lorca.

El Teatro Español Tras la Guerra Civil

El teatro, además de literatura, es espectáculo. Como tal, atiende a los intereses empresariales que lo condicionan. Tras la Guerra Civil, la mayor parte de las salas destinadas a la representación teatral están en manos privadas. Sus dueños programan obras que sean del gusto de un público mayoritariamente burgués. A este público parece interesarle un tipo de espectáculo divertido e intrascendente. A esto hay que sumarle la actuación de la censura, que impedía la representación de obras que atentasen contra los pilares del régimen franquista.

La Guerra Civil, por otro lado, es una ruptura para las Generaciones del 98 y el 27. El fin de la guerra presenta un panorama desolador: mueren autores importantes como Lorca y Valle-Inclán; otros muchos se exilian (Casona, Alberti, Max Aub…); otros, como Benavente, permanecen en España ejerciendo su magisterio sobre los jóvenes dramaturgos.

El Teatro de Posguerra

Con este panorama, es comprensible que el teatro que triunfa en la inmediata posguerra (años 40) sea comercial, continuador de la comedia burguesa de Benavente, que se permite hacer una crítica amable de los valores dominantes. Esta “alta comedia” responde al ideal de obra bien hecha, de acuerdo con una estética tradicional.

Son comerciales también las obras más o menos intrascendentes de teatro cómico. Sin embargo, cultivan este tipo de teatro autores innovadores como Enrique Jardiel Poncela (Eloísa está debajo de un almendro) y Miguel Mihura (Tres sombreros de copa).

El Teatro Social y el Teatro Experimental

En los años 50 y parte de los 60, sigue triunfando el teatro comercial, de la mano de autores como Alfonso Paso. Sin embargo, comienzan a publicar y estrenar autores con propuestas innovadoras y críticas. Alfonso Sastre (Escuadra hacia la muerte) y Buero Vallejo (Historia de una escalera) proponen un teatro de testimonio y de denuncia, con una estética realista que descubra con toda su crudeza las injusticias sociales; Buero defiende lo que él llamó un teatro posibilista, que fuese capaz de sortear la acción de la censura. Buero consigue estrenar y publicar sin grandes dificultades gracias a que escribe obras simbólicas que reflejan de manera indirecta la dura realidad de los cincuenta y los sesenta. Mientras tanto, Sastre y sus seguidores, verán cómo sus obras no llegan a los escenarios por la acción de la censura o por razones comerciales. Se habla así de un teatro soterrado (Carlos Muñiz, Lauro Olmo, Rodríguez Méndez…).

En los años 60, con la apertura del régimen de Franco, es posible que con el teatro comercial y el realista social convivan autores que proponen una importante renovación del lenguaje dramático. Brecht y Artaud, entre otros, serán los referentes de autores como Francisco Nieva, José Ruibal, Martínez Medero, Fernando Arrabal… Ellos serán los protagonistas de una nueva vanguardia escénica cuyas propuestas se centran sobre todo en la forma, el lenguaje y los recursos extraverbales. Los símbolos, la presencia de la música, la danza, la expresión corporal, el mimo… son ingredientes presentes en muchas de sus obras. Los autores mayores, como Buero y Sastre no son ajenos a estas novedades, y en estos años las incorporan a sus obras.

El Teatro Independiente

En los años 60 y 70 aparecen las compañías de teatro independiente, entre las que destacan Els Joglars, Els Comediants, Tábano y La Fura dels Baus. Sus propuestas son rompedoras. Proponen un teatro sin texto, representaciones fuera de las salas al uso (barcos, calles, naves industriales…); empleo de la música, el baile, el canto; uso de marionetas gigantes; incorporación de números circenses… En definitiva, estamos ante un teatro que con frecuencia se centra en el espectáculo, no en vano estas compañías han actuado en la inauguración de olimpiadas y en otras grandes celebraciones.

La llegada de la democracia, a partir de la muerte del dictador en 1975, no ha servido, lamentablemente, para que el teatro experimentara una evolución significativa. Autores como Fernán-Gómez, Fermín Cabal, Alonso de Santos o Sanchís Sinisterra destacan en esta etapa, pero sus propuestas parecen devolvernos a un teatro más tradicional y realista.

Juan Ramón Jiménez: Búsqueda de la Belleza y la Eternidad

Juan Ramón Jiménez (1881-1958): Su obra es muy extensa. El poeta, en su afán de perfección, la somete a constante revisión y reelaboración. Su poesía está presidida por una triple búsqueda: de belleza, de conocimiento y de eternidad. Para Juan Ramón no es sólo un medio de expresar el goce ante lo bello, sino también un modo de penetrar en la esencia de las cosas y aprender las verdades metafísicas. Mostrará, en este sentido, una preocupación constante por la fugacidad de las cosas, así como por la idea de Dios, a quien identifica con la naturaleza, con la belleza absoluta o con la propia conciencia creadora. El mismo Juan Ramón habla de tres etapas en su trayectoria poética, por más que concibe toda su obra como una unidad.

Etapas de la Obra de Juan Ramón Jiménez

  • Primeras obras (Etapa Sensitiva: 1898-1925): En las obras de esta etapa se percibe la influencia de Bécquer y del Modernismo de Rubén Darío, además de la aportada por la lectura de los simbolistas franceses. La muerte, el amor y la soledad son temas dominantes en sus primeros poemarios. Tras títulos como Rimas o Arias tristes, en los que el becquerianismo es una constante, se adentra de manera definitiva en el Modernismo más ornamental en obras como Jardines lejanos o Poemas mágicos y dolientes. Esa evolución se manifiesta también en la métrica, que va desde las formas tradicionales dominantes en los primeros libros, hasta el empleo del alejandrino, tan del gusto modernista. La apuesta por un léxico y unas imágenes sensoriales, la invención de un paisaje simbólico, que refleja el alma del poeta, son elementos propios de esta etapa. Así, los poemas se llenan de jardines otoñales y crepusculares, que se convierten en símbolo del estado de ánimo de un yo poético apesadumbrado, desorientado y melancólico. A esta etapa pertenece también un libro de prosa poética que pronto se convirtió en una de sus obras más representativas: Platero y yo.

  • Poesía desnuda (Etapa Intelectual: 1916-1936): En esta etapa el autor se propone buscar la esencia de las cosas, formada por la belleza interior y el bien que hay en ellas. Estamos ante una poesía abstracta, conceptual. A la percepción sensorial del mundo le sucede la percepción intelectual. Ahora la poesía se desnuda. Se hace más sencilla en la forma, más pura, menos ornamental. Los poemas se vuelven más breves, esenciales, evitando la adjetivación innecesaria, y haciendo del sustantivo el centro de la creación. En la métrica también se percibirá una clara evolución, que va desde el empleo de la asonancia hasta alcanzar el verso libre. La ruptura definitiva con el Modernismo se produce con Diario de un poeta recién casado (1916). Tras casarse con Zenobia inician un largo viaje trasatlántico. En él el poeta descubre el mar como fuente de belleza y emoción. Así llegó a la poesía pura. Los libros posteriores acentúan ese proceso de depuración del poema: Eternidades, Piedra y cielo, Poesía

  • Las obras finales (Etapa Suficiente o Verdadera: 1937-1958): Es esta una etapa en la que el poeta busca la trascendencia y la eternidad. La búsqueda de la belleza y de la perfección se identifica con la búsqueda de Dios. El poeta alcanza la fusión con el creador a través del ejercicio de la poesía. Estamos ante un misticismo de raíz cristiana y budista. Por otro lado, el empleo del verso libre se acentúa. El léxico sigue persiguiendo la esencialidad. Se incluyen en este grupo las obras escritas durante el exilio americano: En el otro costado, Dios deseado y deseante, Espacio, Animal de fondo

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