Realismo Mágico y lo Sobrenatural en la Obra de Isabel Allende

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El Realismo Mágico en La Casa de los Espíritus

El realismo mágico es un género artístico y literario que emergió entre los años 1920 y 1930. Inicialmente, el término fue acuñado por el crítico de arte alemán Franz Roh para describir las obras de pintores germanos de la posguerra que representaban una realidad alterada. Posteriormente, fue adoptado por escritores latinoamericanos.

Desde mediados del siglo XX, la narrativa latinoamericana expandió su enfoque más allá de la naturaleza, los indígenas y otros temas comunes de la novela realista. Las revoluciones culturales y políticas, un fuerte arraigo a la superstición, regímenes autoritarios y otros procesos locales se combinaron con las vanguardias europeas, el psicoanálisis y las principales inquietudes mundiales sobre los problemas humanos y existenciales. Esto proporcionó a la literatura latinoamericana un escenario ideal para impulsar el realismo mágico, convirtiéndolo en un camino hacia la consolidación de una identidad regional.

El Toque Fantástico en la Narrativa de Allende

En La casa de los espíritus, Isabel Allende emplea el realismo mágico para infundir un toque fantástico a una historia realista. A pesar de la aparente contradicción entre ambos conceptos, la autora chilena logra entrelazarlos en una novela fascinante. Ejemplos como el personaje de "la niña Clara" ilustran esta mezcla entre realidad y ficción. Clara posee la capacidad de prever eventos futuros, como cuando al inicio de la historia predice la muerte de alguien, y al día siguiente su hermana Rosa aparece sin vida. Es notable también que Rosa tuviera el pelo verde y se la describa como "una sirena" capaz de cautivar a cualquier hombre. Allende entrelaza estos elementos con la historia más tangible, como la explotación que Esteban ejerce sobre los indígenas.

La Difuminación de Límites entre lo Real y lo Imposible

Otro ejemplo de cómo Allende difumina la línea entre lo real y lo imposible es la capacidad de comunicarse con fantasmas. En La casa de los espíritus, la autora busca constantemente eliminar la barrera entre lo real y lo sobrenatural. No es solo Clara quien posee poderes fantásticos; cuando es adulta, su círculo de amigos también incluye videntes y espiritistas. Incluso Pedro García, aparentemente un simple ayudante de Esteban Trueba, logra deshacerse de una plaga de hormigas simplemente hablándoles. Estos ejemplos muestran cómo un personaje humilde como Pedro García puede transformarse, a través de la pluma de Isabel Allende, en alguien capaz de comunicarse con hormigas. A pesar de ser detalles sutiles en una novela mayoritariamente realista, se introducen con tal naturalidad que el lector podría llegar a creer en su posibilidad.

Lo Inusitado y lo Inverosímil

En La casa de los espíritus, Isabel Allende explora lo inusitado y lo inverosímil, especialmente en la primera parte de la novela. Los espíritus se pasean por las habitaciones y los muertos se despiden de sus familiares con la misma naturalidad con la que se alimenta a los niños. El lector se sumerge en un mundo donde lo increíble e inexplicable son los inventos de la tecnología, como la navegación aérea y la electricidad, mientras que la premonición, la levitación y la nigromancia son fenómenos cotidianos sin mayor importancia.

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