Realismo e Impresionismo: Dos Corrientes Artísticas del Siglo XIX

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Realismo: La Representación Fiel de la Sociedad

En las décadas centrales del siglo XIX, el Romanticismo y su idealización de la historia, de la sociedad y, sobre todo, de la naturaleza, cuyo tratamiento era un motivo de evasión, deja paso a una corriente que se interesa por la realidad. El Realismo surge después de la Revolución Francesa de 1848. El desencanto por los fracasos revolucionarios hace que el arte abandone los temas políticos y se concentre en temas sociales. La industrialización determinó la desaparición del artesanado y la formación de una numerosa población obrera acumulada en los centros urbanos. Con ello, las condiciones de vida económica y social sufren una alteración profundísima, que se refleja en las ideologías. Los artistas toman conciencia de los terribles problemas sociales, como el trabajo de niños y mujeres, los horarios excesivos, las viviendas insalubres, y consideran que deben denunciar estas lacras.

Mientras Augusto Comte elaboraba la filosofía del Positivismo, que estima que la única fuente de conocimiento es la observación y la experiencia, tenían lugar una serie de descubrimientos científicos que fomentaron la formulación de una doctrina optimista, la del progreso social. En vez de soñar con la mejoría de la vida, hay que especular partiendo de la realidad. El hombre es representado en sus tareas normales, y el tema de la fatiga se convierte en motivo de inspiración.

Courbet: Pionero del Realismo

Courbet escoge temas y personajes de la realidad cotidiana. Su técnica es rigurosa con el pincel, con el pincel plano y con la espátula, pero su mayor innovación es la elección de temas costumbristas como motivos dignos de los grandes formatos, que hasta entonces se reservaban a "temas elevados": religiosos, históricos, mitológicos y retratos de las clases altas. Reivindicaba la honestidad y capacidad de sacrificio del proletariado y afirmaba que el arte debía plasmar la realidad. En 1867 expone nuevamente en la Exposición Universal de París. Influye y aconseja a los primeros impresionistas.

Impresionismo: La Captura del Instante y la Luz

Aunque el término Impresionismo se aplica en diferentes artes, como la música y la literatura, su vertiente más conocida, y aquella que fue la precursora, es la pintura impresionista. El movimiento plástico impresionista se desarrolló a partir de la segunda mitad del siglo XIX en Europa —principalmente en Francia—, caracterizado, a grandes rasgos, por el intento de plasmar la luz (la "impresión" visual) y el instante, sin reparar en la identidad de aquello que la proyectaba. Es decir, si sus antecesores pintaban formas con identidad, los impresionistas pintarán el momento de luz, más allá de las formas que subyacen bajo este. El movimiento fue bautizado por la crítica como Impresionismo con ironía y escepticismo respecto al cuadro de Monet Impresión: sol naciente.

Siendo diametralmente opuesto a la pintura metafísica, su importancia es clave en el desarrollo del arte posterior, especialmente del postimpresionismo y las vanguardias.

Características del Impresionismo

  • Elegían temas de la vida cotidiana.
  • Frecuentemente mostraban escenas de París y sus alrededores.
  • Los paisajes los pintaban al aire libre.
  • Los colores los mezclaban lo menos posible (cuadros con colores vibrantes).
  • Pinceladas con brochazos cortos.
  • Capturaban la esencia de lo que querían plasmar.
  • Hacían las sombras con colores complementarios.
  • Pintaban húmedo sobre húmedo (bordes suaves, mejor intervalo de colores).
  • El fondo de la pintura era típicamente opaco.
  • Enfatizaban en dar una luz natural a los objetos, que a su vez reflejaban su luz a otros objetos.
  • Las sombras del terreno reflejaban el color del cielo, lo que daba un efecto de frescura y luz natural al paisaje.

Manet: El Pintor de la Vida Moderna

Manet es un pintor de la vida moderna; él encarna el prototipo de artista que reclamaba Baudelaire. Bien es verdad que sus obras suscitaron escándalos de los más conocidos en la Historia del Arte, pero nuestro pintor nunca se propuso ser un radical indómito, al modo de Courbet. Simplemente, el mundo no estaba preparado para asumir un arte lleno de verdad como el suyo, una pintura en que la vida se presenta tal cual, sin adorno ni metáfora. En 1863 presenta su Desayuno sobre la hierba (Déjeuner sur l´herbe), la obra suscitó la hostilidad entre los críticos conservadores y supuso un gran descubrimiento para un grupo de jóvenes que más tarde encarnarían el espíritu del Impresionismo. Es sabido que el tema ya contaba con antecedentes del Renacimiento: Giorgione, Tiziano, Rafael..., pero Manet lo interpreta adecuándolo a la modernidad. Lo mismo sucede con su Olimpia. Para su desnudo, no necesitó diosas ni musas como en el Renacimiento y el Barroco, ni refinamientos sutiles de línea ingresca, sino que presenta el desnudo de una prostituta, una mujer de la vida contemporánea. Allí donde todos vieron burla no había más que modernidad y veracidad.

Renoir: La Sensualidad Impresionista

A Renoir siempre se le ha considerado el representante del Impresionismo más sensual. Comenzó pintando en una tienda de porcelana china de París. Aquí empieza a pintar temas que emanan dulzura y sentimentalismo heredados del Rococó. Después, pasó al estudio de Gleyre, donde contactó con pintores impresionistas como Sisley y Monet. En sus primeros años, también le influyó la escuela de Barbizon, sobre todo la pintura de Gustave Courbet. Renoir es uno de los impresionistas más reconocidos por los temas que cultiva: flores, escenas dulces de niños y mujeres. El desnudo femenino es un tema que le obsesionó; sus formas gruesas pueden recordar a Rubens, y su pincelada suelta y de gran cromatismo, a Tiziano. Renoir posee una vibrante y luminosa paleta que hace de él un impresionista muy personal.

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