La Realidad Radical en Ortega y Gasset: Superando Realismo e Idealismo
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Crítica al Realismo y al Idealismo: La Perspectiva de Ortega y Gasset
El Realismo y el Idealismo: Dos Concepciones de la Realidad
El realismo supone que la verdadera realidad son las cosas y que "ser real" significa "ser independiente de mí", ser en sí mismo, ser sin mí y sin nadie (pensamiento predominante desde los griegos hasta Descartes).
El idealismo, que nace con Descartes, descubre que las cosas no son seguras. Lo único indudable es el pensamiento de mi yo. Además, yo no sé nada de las cosas más que cuando soy testigo de ellas. Existe aquello de lo que tenemos noticia, aquello que conocemos. Lo que no conocemos es como si no existiera, al menos para nosotros (y como nosotros solo podemos ser nosotros, es como si no existiera). Las cosas son en tanto que yo las conozco, mientras son ideas o representaciones mías —objetos de mi conocimiento—. En ese sentido, dependen de mí para existir (o lo que es lo mismo, su existencia para mí depende de que yo las conozca). El fundamento de lo real es el yo.
La Posición de Ortega y Gasset: Más Allá de la Dualidad
Ortega está de acuerdo con el idealismo en que yo no puedo saber de las cosas más que mientras que de algún modo las conozco, mientras estoy, de alguna manera, ante ellas. Cuando nos referimos a la realidad, nunca estamos considerando a la realidad en sí misma (la cosa en sí), sino en cuanto se nos presenta a nosotros (fenómenos). Una realidad independiente de cualquier sujeto sería una realidad no conocida, cuya afirmación sería absurda (afirmamos, lógicamente, solo lo que conocemos). Toda realidad con sentido es una realidad conocida (correctamente o no, esa es otra cuestión).
Pero mi yo, el sujeto que conoce, no se inventa las cosas: las cosas no dependen de mí; o por lo menos no dependen, como pretende el idealismo absoluto, absolutamente de mí. Y también se equivoca el idealismo cuando defiende la independencia del sujeto. No existe un "yo puro"; no existe un "yo pensante" sin pensamientos. Y los pensamientos no pueden ser pensamientos solo sobre el pensamiento —en contra de Descartes—. Los pensamientos son siempre sobre cosas, son ideas sobre cosas. Inevitablemente, el pensamiento nos arroja fuera de nosotros mismos, hacia el mundo.
La Realidad Radical: Yo y Mi Circunstancia
En definitiva, no podemos hablar de cosas sin yo; pero tampoco de un yo sin cosas. Yo no me encuentro nunca solo, sino siempre con las cosas, haciendo algo con ellas (aunque ese "hacer" sea solo pensar). La verdadera realidad primaria —la realidad radical— es la del yo con las cosas.
"Yo soy yo y mi circunstancia", escribía ya Ortega en su primer libro en 1914. Y no se trata de dos elementos —yo y cosas— separables. El quehacer del yo con las cosas no es otra cosa que eso que llamamos "vida". Lo que el hombre hace con las cosas es vivir: estar en el mundo, tratar con él.
Las cosas aparecen interpretadas como "circunstancia", como lo que está alrededor del yo y referidas, por tanto, a él. Se trata, pues, de un mundo que no es la suma de las cosas, sino el horizonte que forman las cosas con las que nos encontramos.
Las cosas están —como yo— en el mundo; pero ese mundo es mi mundo, es decir, mi circunstancia.
Circunstancia es, por consiguiente, todo lo que no soy yo, todo aquello con que me encuentro (incluso mi cuerpo y mi psique). Pero como mi yo no tiene realidad en sí mismo y mi vida se hace esencialmente con la circunstancia, soy inseparable de ella y conmigo integra mi vida.
Por tanto, no hay prioridad de las cosas, como creía el realismo, ni tampoco prioridad del yo sobre ellas, como opinó el idealismo. La realidad primaria y radical, de la que el yo y las cosas solo son momentos abstractos, es el dinámico quehacer que llamamos vida.