Razón, Voluntad y Conocimiento: Explorando la Filosofía de Tomás de Aquino

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Razón, Voluntad e Intelecto en la Filosofía de Tomás de Aquino

La filosofía de Tomás de Aquino presenta una interesante polaridad entre razón y voluntad, que se complementa con la distinción entre ratio e intellectus. El intellectus es la dimensión de la razón que nos permite conocer de forma directa e intuitiva lo que está bien o mal desde una perspectiva humana. La otra dimensión de la razón, diferente del intellectus, es la llamada ratio o razón. Esta presenta una fuerte vertiente técnica o poiética (del griego poiesis o técnica), también denominada dianoia, que se encarga de elaborar teoremas o silogismos, es decir, sirve para calcular, prever, construir, etc. Sin embargo, esta dimensión de la razón no muestra por sí sola lo que es bueno o malo para el ser humano. De hecho, una persona mala (como un bandido) puede ser muy inteligente desde el punto de vista de esta faceta de la razón, mientras que su intelecto puede estar corrompido. El intellectus, que también es una realidad racional, muestra la adecuación de las acciones a lo que es el hombre, y distingue las acciones que fomentan la humanidad del hombre de aquellas otras que la disminuyen o menoscaban.

Los Primeros Principios de la Razón Práctica

Lo primero que capta el intellectus son los "Primeros principios comunes e indemostrables de la razón práctica", que provienen de una participación de la razón del hombre en la razón de Dios. Estos principios constituyen el sustrato más básico de la vida moral y jurídica del hombre, ya que nos muestran que es malo robar o asesinar, y que es bueno ayudar al que está en extrema necesidad o cumplir la palabra dada. Los escolásticos indicaban que son comunes porque los entienden o los han de entender todos los hombres. Los llamaban indemostrables porque no pueden ser argumentados: si alguien no entiende que no debe maltratar a sus hijos, sencillamente no entiende el principio que prohíbe maltratar a los hijos. Stephen Toulmin comparaba estos casos a los de los daltónicos: un daltónico no ve los colores, y es inútil que se le intente explicar cómo es cada color, seguirá sin verlos, aunque pueda reconocerlos.

La Naturaleza del Conocimiento Humano

Nuestro conocimiento de las cosas es limitado. El hombre, considerado como sujeto activo, posee ciertamente potencias o facultades con las que puede conocer y manipular la realidad. Pero el ser humano es también lo que conoce, que él incorpora a sí mismo a través de los procesos de los distintos conocimientos. Si hablamos de conocimiento, en singular, para referirnos a todo el conocimiento humano, eso solo lo podemos hacer de una forma metafórica o analógica, porque, según Tomás de Aquino, nuestro conocimiento se compone de conocimientos distintos que dependen de las cosas diversas que hay que conocer. Su regla más básica es la que condensa en el aforismo "Las cosas distintas se conocen de modos distintos", ya que "En todas las potencias que se mueven por sus objetos, los objetos son naturalmente anteriores a los actos de esas potencias, del mismo modo que el motor es naturalmente anterior a lo que es movido".

El Objeto como Especificador de las Potencias Humanas

De ahí su insistencia en el protagonismo de los objetos conocidos cuando explica la génesis del conocimiento, y por ello reitera que son los objetos los que 'especifican' a las potencias humanas, lo que implica que el ser humano tendrá tantas facultades cognoscitivas como tipos de objetos tiene que conocer. Porque las cosas se manifiestan a los hombres, pero no del mismo modo, sino que cada una de ellas tiene su modo propio.

El Tratamiento 'Según la Materia'

La regla de oro de Tomás de Aquino en estas materias es la que podríamos enunciar como el tratamiento 'según la materia' (subjecta materia), que implica que no podemos pedir o exigir más que aquello que es propio de la materia que estudiamos, que en este caso es el hombre y sus operaciones. Cada cosa impone su propio acceso epistemológico y cada una de ellas se deja conocer en medida distinta.

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