El Racionalismo: Descartes, Spinoza y Leibniz
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El Racionalismo
Racionalismo es el nombre que recibe la corriente filosófica promovida por Descartes, a la que pertenecen también el holandés Spinoza, el alemán Leibniz e incluso el también francés Pascal.
Las características comunes del racionalismo pueden ser sintetizadas en las siguientes:
- La confianza en la posibilidad de fundar una ciencia universal capaz de dar respuesta a cualquier tipo de problema tomando como modelo la ciencia matemática.
- El razonamiento axiomático deductivo, propio de la matemática, requiere la identificación de los axiomas básicos y la garantía de que sean verdaderos.
- Estos principios, axiomas o primeras verdades no pueden ser encontrados mediante el conocimiento sensorial, sino derivados exclusivamente de la propia razón.
- El optimismo hacia el conocimiento y las posibilidades que tiene para conocer el mundo sin error. En ese optimismo juega un papel fundamental la concepción de Dios como ser perfecto garante del orden del mundo y de la capacidad de la mente humana para conocer y explicar esa orden.
El Método Cartesiano
Descartes se propone la construcción de un método que, al aplicarlo, permita desterrar cualquier error y avanzar en el conocimiento de la verdad.
En el Discurso del método tan solo nos propone cuatro sencillas reglas que encerrarían la esencia de la “matemática universal”. El método de esta matemática universal podemos definirlo como axiomático deductivo o también intuitivo deductivo, en el sentido de que la identificación de los axiomas que deberemos adoptar como principios para todo procedimiento dedutivo es resultado de una evidencia intuitiva, esto es, se presentan a la razón como verdaderos, no como resultado de un proceso argumentativo (como será el caso de las verdades deducidas) sino como algo inmediato.
1. La Evidencia
La evidencia consiste en aceptar como verdadero solo aquello que es claro y distinto. Una idea es clara en tanto que se presenta manifiesta en la inteligencia que la intuye. Una idea será distinta en tanto que está separada de otras ideas y, por lo tanto, no contiene nada que pertenezca a las demás ideas. La claridad y la distinción serán las notas distintivas de las ideas evidentes o naturalezas simples. La evidencia impone, ya que luego solo debemos aceptar como verdadero aquello que se impone como tal a la razón, es decir, lo que intuitivamente (de forma no mediada) la razón así lo reconoce (por ejemplo, la definición de punto o línea en matemáticas).
2. El Análisis
El análisis consiste en dividir los problemas complejos en sus partes con el objeto de identificar en esas partes las evidencias intuitivas, si las hay, porque muchas veces no somos capaces de distinguirlas por presentarse mezcladas con otras ideas o juicios no evidentes.
3. La Síntesis
La síntesis, esto es, la integración de elementos diversos en una unidad argumentativa, en la que las evidencias intuitivas o axiomas de la razón deben ocupar el lugar de los fundamentos a partir de los cuales, mediante un procedimiento inferencial, se deriva la verdad de otros elementos no intuitivamente verdaderos.
4. La Enumeración
La enumeración implica volver sobre el proceso todo para asegurarnos de que no omitimos ningún paso, ni cometemos error alguno en la aplicación de cada uno de los pasos y que, por lo tanto, la síntesis final es correcta. Implica, por tanto, hacer en todo unos recuentos tan integrales y unas revisiones tan generales, de manera que podamos estar seguros de no omitir nada.
La Intuición y la Deducción
La intuición es la base del conocimiento y gracias a ella separamos lo verdadero de lo que no es cierto. Es una especie de “luz o instinto natural”, por el que captamos, sin posibilidad de error, y de forma inmediata, los conceptos simples que surgen de la razón misma. En palabras del propio Descartes: “Entiendo por intuición, no la creencia en los juicios engañosos de la imaginación —mala reguladora— sino la concepción de un espíritu sano y atento, tan distinta y tan fácil que ninguna duda quede sobre lo conocido, o lo que es lo mismo, la concepción firme que nace en un espíritu sano y atento, por las luces naturales de la razón”.
La deducción o inferencia nos permite derivar las nuevas ideas a partir de las que ya conocemos. Es una intuición sucesiva de las naturalezas simples y de las conexiones que existen entre ellas. Según las palabras de Descartes: “la deducción consiste en una operación por la cual comprendemos todas las cosas que son consecuencia necesaria de otras conocidas por nosotros con toda certeza”.
Las Tres Substancias
Estos son los tres tipos de substancias existentes para Descartes:
- Dios (res infinita). Su característica es la perfección. Dios es la causa de la existencia del universo físico extenso y quien lo dotó de las leyes que rigen su movimiento.
- El pensamiento o espíritu (res cogitans), su atributo es el pensamiento.
- Las cosas materiales (res extensa) su característica fundamental es la extensión, es decir, la propiedad de que su ser puede ser reducible a determinadas cantidades medibles. Excepto el alma humana, todo cuanto en el mundo hay es substancia extensa, incluido el propio cuerpo humano. El mundo está constituido de tal modo que su funcionamiento se deduce necesariamente de los principios que determinan el comportamiento de las partes que lo componen.
La Duda Metódica
- La testigo engañosa de los sentidos: los sentidos nos engañan algunas veces, además tienen muchas limitaciones por lo que no son fiables y debemos rechazar la información proporcionada por ellos. Descartes, pone aquí en cuestión nuestras percepciones.
- La confusión del sueño y la vigilia: Descartes nos recordará que carecemos de un criterio firme para distinguir las fronteras entre el sueño y la vigilia, y que por lo tanto ¿quién te puede asegurar que, en vez de estar despierto y leyendo, no estás dormido y soñando que lees este libro? En este segundo momento de la duda, Descartes pondrá en cuestión, además de las percepciones, la existencia de la realidad misma y, por consiguiente, de las ciencias como la física.
- La hipótesis de Dios como genio maligno pone en duda incluso la seguridad en las certezas matemáticas, no porque en sí mismas pierdan su carácter de verdades autoevidentes (recordemos: dos más dos son cuatro, soñemos o estemos despiertos), sino en tanto que mediante ellas podíamos pretender conocer la verdad del real existente.
La primera regla del método, la evidencia, exige la eliminación de cualquier duda sobre las proposiciones de las que parte el conocimiento. La duda representa la parte crítica del método, que permitirá discriminar entre todos los saberes hasta entonces aceptados, cuáles serán capaces de superar la crítica metódica y cuáles no.