El Quattrocento Italiano: Arte, Humanismo y Transformación Social
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Contexto Histórico del Quattrocento
El Quattrocento se refiere a toda la producción artística que se desarrolló en Italia en el período que va desde 1400 hasta 1500. Posteriormente, en el siglo XVI, el Renacimiento se expandió al resto de Europa.
Se formuló en torno a la idea de recuperación de un modelo cultural: el modelo clásico. Abarcó la primera fase del Renacimiento, caracterizada por la recuperación de los valores de la Antigüedad clásica.
El panorama artístico del Quattrocento giró en torno a un proceso de experimentación en las distintas especialidades (pintura, escultura y arquitectura), que tenían un objetivo en común: formular un lenguaje formal que desembocó en el Renacimiento Clásico del siglo XVI. Influyó también el trasfondo ideológico y cultural del Quattrocento, el Humanismo, de un carácter plural. Por ejemplo, en Florencia, los artistas estaban influenciados por la filosofía neoplatónica, que orientó al arte hacia soluciones diferentes del arte de una ciudad como Venecia, que estaba influenciada por el Aristotelismo, o Padua, donde el arte estaba influenciado por los Estudios de Ferrara, que determinaron muchas soluciones pictóricas. Además, el artista del Quattrocento entendió lo clásico no como un academicismo, sino como un proceso de constante transformación y de ininterrumpida experimentación.
Otro aspecto a tener en cuenta es que la idea del funcionamiento de la obra de arte en la sociedad fue completamente distinta. Esto se debió a la culminación de un proceso de secularización (la Iglesia deja de influir tanto en la vida del hombre y se vuelve más hacia lo profano) que afectó a todos los aspectos de la cultura, lo que no significó que el hombre perdiera su fe dejando de ser cristiano, sino que, por ejemplo, la obra de arte empezó a cumplir funciones que superaban los límites religiosos. Se usaba ahora para mostrar el prestigio y el honor de sus clientes, de los grandes señores o mecenas, y el arte cobró tanta importancia que la imagen del mecenas en la sociedad no se desarrollaba plenamente sin la ayuda de la misma. Se llevaron a cabo empresas artísticas para desarrollar la imagen de la familia en la sociedad, invirtiendo la cantidad de dinero que sea necesario, con la firma de un artista o taller reconocido. Eran empresas que tenían fines políticos y diplomáticos. Surgió también la figura del coleccionista, que no adquiría obras de arte caprichosamente sino de una manera racional y selectiva, y no solo para uso privado, se calculaba minuciosamente a quién se le enseñaba. Incluso los artistas fueron usados con fines diplomáticos, y al surgir la figura del coleccionista el artista ya va a dejar de trabajar por encargo, el mercado pasa de regirse por la demanda a la oferta de obras de arte, de esta manera se va a trabajar con una conciencia creadora distinta, el artista se vuelve productor de mercancías y ya en el siglo XVI apareció también el cliente que compraba su obra con miras especulativas.
La figura del artista también cobró importancia en el Quattrocento, pasó del anonimato a firmar orgulloso su obra, empezó a ser reconocido y se requerirían mucho sus servicios.
Aparecieron nuevos temas. El tema predominante todavía era el religioso, pero debido a un proceso de secularización empiezan a introducirse elementos profanos y sufre una transformación importante. Entre otros temas surgió también el retrato que va a ir evolucionando de la figura del donante al retrato aislado, el tema mitológico, el desarrollo del paisaje (circunscripto al fondo del retrato o de las composiciones), la imagen de la ciudad, los nuevos modelos de monumentos y sepulcros, y las nuevas tipologías de las villas y los palacios.