La Purificación del Templo: El Catalizador de la Condena de Jesús

La narración es ampliamente conocida: Jesús expulsa del templo a quienes vendían víctimas y productos necesarios para los sacrificios, y vuelca las mesas de los cambistas que canjeaban, por acuñaciones legales tirias, las dracmas áticas y los denarios romanos que les traían los peregrinos.

Con autoridad, Jesús proclamó: "Mi casa será llamada casa de oración para todas las naciones", y añadió: "Pero vosotros la habéis convertido en una cueva de ladrones". Con esta acción, Jesús buscaba, purificando el templo, preparar a Israel para la venida del Reino de Dios.

Sin embargo, su acto no fue solo un escándalo por la interrupción del comercio. Jesús estaba cuestionando profundamente el sistema cultural y religioso de su época, pues ese no era el culto que Dios deseaba. Sus objetivos eran claros:

• Eliminar las injusticias.
• Asegurar el pago justo a los obreros.
• Romper con las distinciones entre judíos y extranjeros, sanos y enfermos.
• Transformar una tradición religiosa que se había desviado.

Por estas razones, Jesús llegó a afirmar que quería destruir el templo, refiriéndose a la transformación espiritual que proponía.

Las Razones de Caifás para Condenar a Jesús

La predicación de Jesús anunciaba la inminente llegada del Reino de Dios, manifestada a través de signos maravillosos y gestos proféticos. Esto confrontó a Caifás con una disyuntiva crucial: ¿era verdad que con Jesús había llegado el Reino mesiánico, que él era el Mesías, o no lo era?

Si fuera verdad, Caifás y el Sanedrín tendrían que acoger la invitación de Jesús: "Convertíos, porque el Reino de Dios está cerca", y, en consecuencia, iniciar un cambio radical en el sistema de funcionamiento y adoración de Dios.

Así, en el juicio y condena a muerte de Jesús, el Sanedrín se esforzó por demostrar que Jesús era un profeta falso. Argumentaban que la concepción de Dios que Jesús tenía y predicaba era errónea:

• Cuando Jesús decía que Dios ama a todos los hombres, también a los pecadores, se equivocaba.
• Cuando Jesús afirmaba que hombres y mujeres son iguales ante Dios, se equivocaba.
• Cuando Jesús sostenía que los eunucos y los extranjeros eran lo mismo ante Dios que los judíos, los estaba engañando.

Según la Ley, si Jesús no tenía razón y era un profeta falso, su muerte era exigida.

La Intervención de Pilato y la Condena

Cuando el Sanedrín se presentó ante Pilato y le expuso el caso de Jesús, lo hizo presentándolo como el "Rey de los judíos". Esta era la traducción política de lo que se había decidido en la esfera religiosa: un hombre con pretensiones mesiánicas que anunciaba la llegada del Reino de Dios.

El objetivo era que Pilato lo condenara como un revoltoso político. La frase «Este es el Rey de los judíos», aunque religiosa en su origen, se transformó en una acusación de sedición ante la autoridad romana. Este episodio demuestra cómo la esfera religiosa, como es obvio que sucede siempre, también tiene profundas implicaciones políticas.

El desenlace reveló que, aunque no fueron lo suficientemente astutos para engañar completamente a Pilato, sí fueron lo suficientemente fuertes para presionarle. Pilato, a pesar de declararlo inocente, finalmente lo condenó.