Pueblos Prerromanos, Visigodos, Al-Ándalus y Reinos Hispanos: Organización y Sociedad

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Pueblos Prerromanos y Colonizadores en la Península Ibérica

Los pueblos prerromanos son las comunidades asentadas en la Península Ibérica durante el final de la Edad de los Metales (Hierro), entre el 800 y el 218 a.C. Durante este periodo, convivieron pueblos indígenas (Tartessos, íberos y celtas) y pueblos colonizadores (fenicios, griegos y cartagineses).

Tartessos: El Primer Estado Peninsular

Se considera a Tartessos como el primer Estado de la Península Ibérica, situado en el suroeste peninsular, desde Huelva a Cartagena (siglos VII y VI a.C.). Su época de mayor esplendor coincidió con el reinado de Argantonio. Su próspera economía se basaba en la riqueza agrícola, ganadera y mineral, lo que propició un activo comercio. Ejemplos de su legado son los tesoros de El Carambolo y La Aliseda. Desapareció en el siglo VI a.C. debido a la presión de los cartagineses.

Íberos: Cultura y Sociedad en el Sur y Este Peninsular

Los íberos fueron un conjunto de pueblos situados en el sur y este peninsular entre el siglo VI a. C. y el 218 a.C. Su economía se basaba en la agricultura, ganadería, cerámica, metalurgia y comercio. Su sociedad estaba estratificada y su forma de gobierno era la monarquía. Construyeron poblados amurallados en sitios estratégicos. Conocían la moneda y la escritura. Entre sus legados destacan la Dama de Elche y la Bicha de Balazote.

Celtas y Celtíberos: Influencia Indoeuropea en el Norte e Interior

Los celtas y celtíberos se originaron por la llegada de pueblos indoeuropeos en el milenio I a.C., asentándose en el norte e interior peninsular. Su economía se centraba en la ganadería, agricultura, caza, pesca y metalurgia. Existía una gran variedad de pueblos (carpetanos, lusitanos, etc.). Vivían en núcleos fortificados (castros) en lugares estratégicos. Su cultura era más tosca y pobre, como se evidencia en los Toros de Guisando. Los celtíberos surgieron como consecuencia de la fusión cultural entre celtas e íberos.

Pueblos Colonizadores: Fenicios, Griegos y Cartagineses

Tres pueblos colonizadores principales llegaron a la Península: fenicios, griegos y cartagineses. Buscaban metales y nuevos mercados, estableciéndose en la costa mediterránea y fundando factorías comerciales.

  • Fenicios: Se asentaron en la costa andaluza a partir del siglo IX a.C., fundando factorías como Gadir. Introdujeron la escritura alfabética, el salazón, la moneda, el torno alfarero y el esparto.
  • Griegos: Se asentaron en la costa catalana y levantina a partir del siglo VIII a.C., fundando colonias como Emporion o Rhode. Introdujeron nuevos cultivos (olivo, vid), animales domésticos y difundieron el arado.
  • Cartagineses: Ocuparon el espacio dejado por las colonias fenicias desde el siglo VI a.C. Fundaron Eubussus (Ibiza) en el siglo VI a.C. y Cartago Nova (Cartagena) en el siglo III a.C.

El Reino Visigodo: Unificación y Organización Política

Los visigodos, un pueblo germánico, se asentaron desde el siglo V en el sur de las Galias como federados (aliados) del Imperio Romano (Reino visigodo de Tolosa). En el 415, entraron en la Península Ibérica a petición de Roma para expulsar a algunos pueblos bárbaros. Sin embargo, no se instalaron definitivamente hasta el 507, cuando los francos los derrotaron en Vouillé, estableciendo su capital en Toledo (Reino visigodo de Toledo).

Proceso de Unificación Visigoda

Los visigodos llevaron a cabo un proceso unificador en varios ámbitos:

  • Unificación territorial: Leovigildo controló a suevos y vascones en el norte peninsular.
  • Unificación religiosa: Recaredo, en el Tercer Concilio de Toledo (589), se convirtió al catolicismo, abandonando el arrianismo.
  • Unificación social: Leovigildo permitió el matrimonio entre godos e hispanorromanos.
  • Unificación jurídica: Recesvinto promulgó el Liber Iudiciorum o Fuero Juzgo (654), una recopilación de leyes válida tanto para godos como para hispanorromanos.

Organización Política y Feudalización

La organización política del reino visigodo se caracterizó por una monarquía inestable y electiva, donde los nobles visigodos elegían al futuro rey. El monarca se apoyaba en dos instituciones principales:

  • Officium Palatinum: Integrado por los magnates de mayor confianza del rey.
  • Aula Regia (Consejo del Rey): Asamblea de carácter consultivo.

Además, existían los Concilios de Toledo, que colaboraron con los reyes visigodos tras la conversión de Recaredo al catolicismo.

Durante el reino visigodo, continuó el proceso de feudalización iniciado en el Bajo Imperio, caracterizado por la pérdida de importancia de las ciudades frente al mundo rural, el crecimiento de los lazos de dependencia económica y personal, y el debilitamiento de la monarquía.

Fin del Reino Visigodo

A finales del siglo VII, se acentuó el enfrentamiento entre la nobleza visigoda, dividida entre los partidarios de Witiza y Rodrigo. Los musulmanes aprovecharon esta crisis para ocupar la Península Ibérica tras derrotar al ejército visigodo en la batalla de Guadalete (711).

Al-Ándalus: Economía, Sociedad y Cultura

Economía Próspera y Diversificada

Al-Ándalus desarrolló una próspera economía urbana, comercial y monetaria.

  • Agricultura: Alcanzó un gran desarrollo gracias a la introducción de nuevos cultivos (naranjo, algodón, arroz) y al desarrollo de técnicas de regadío (norias, acequias) en las vegas de los ríos Ebro, Guadalquivir y Segura.
  • Ganadería: Complementaba la agricultura con la cría de diversas especies (bovina, equina, ovina).
  • Artesanía: Se desarrolló en las ciudades, destacando los talleres de Toledo, Córdoba y Granada, con productos como tejidos bordados, cuero repujado, orfebrería y cerámica vidriada.
  • Comercio: Experimentó un gran desarrollo, tanto interior (venta de productos en el zoco) como exterior (importación de productos de lujo y exportación de manufacturas). La circulación monetaria se basaba en el dinar de oro y el dírham de plata.

Sociedad Urbana y Diversa

Al-Ándalus se organizó como una sociedad urbana, siendo Córdoba, su capital, la ciudad más próspera. Las ciudades concentraban las principales funciones políticas, económicas, administrativas y religiosas. Presentaban un plano urbano caótico y la mayoría estaban amuralladas.

La sociedad andalusí era muy variada:

  • Musulmanes: Árabes (minoría), bereberes (tribus del norte de África), sirios y muladíes (cristianos convertidos).
  • No musulmanes (dimmíes): Mozárabes (cristianos) y judíos.
  • Esclavos: Prisioneros europeos (eslavos) y negros (de origen sudanés).

Cultura y Legado Andalusí

La cultura andalusí alcanzó un gran desarrollo, mezclando elementos religiosos musulmanes con tradiciones hispanas y orientales. El árabe se utilizó como lengua oficial. Hubo avances en disciplinas científicas como las matemáticas, la medicina y la filosofía (Averroes). El arte hispanomusulmán destaca por su arquitectura, como las mezquitas (Córdoba) y los palacios (la Alhambra).

Comunidad Judía en Sefarad

En la Baja Edad Media, la comunidad judía, conocida como Sefarad, constituía una minoría religiosa relevante. Su importancia cualitativa superaba a la cuantitativa (alrededor del 5% en las coronas de Castilla y Aragón), debido a su papel en las actividades comerciales y financieras. Esta comunidad se regía por su propia legislación y estaba segregada del resto (juderías). Destacaron escritores, pensadores y científicos sefardíes como Maimónides.

Los Reinos Hispanos en la Baja Edad Media: Organización Política y Crisis

Formas de Gobierno: Monarquía Autoritaria y Pactista

La forma de gobierno predominante en los reinos hispanos durante la Baja Edad Media fue la monarquía. Sin embargo, existían diferencias significativas:

  • Castilla: Monarquía autoritaria y centralista.
  • Aragón: Monarquía pactista. El rey juraba los privilegios y fueros de sus reinos, pactaba con sus vasallos y se comprometía a convocar Cortes. Era una federación de reinos (Cataluña, Aragón, Valencia, Mallorca), cada uno con su propia personalidad, leyes e instituciones.
  • Navarra: Los reyes accedían al trono mediante el “alzamiento” por parte de la alta nobleza.

Instituciones Comunes: Consejo Real y Cortes

Los reinos compartían dos instituciones principales:

  • Consejo Real: Órgano consultivo, de asesoramiento y apoyo al gobierno.
  • Cortes: Asamblea política con representación de los tres estamentos (nobleza, clero y ciudadanos). En Castilla y Navarra, las Cortes tenían poca autoridad, mientras que en Aragón servían a la nobleza y al clero para limitar el poder del rey.

Otras Instituciones y Ordenación del Territorio

Cada reino contaba con instituciones específicas:

  • Castilla: Audiencia o Chancillería (tribunal de justicia).
  • Aragón: Justicia Mayor, virreyes y Generalitat (Cataluña y Valencia).
  • Navarra: Cámara de Comptos (tribunal de Cuentas).

Los reinos se dividían en unidades territoriales:

  • Merindades (Castilla, Navarra, Aragón)
  • Adelantamientos (Andalucía, Murcia)
  • Veguerías (Cataluña)

Gobierno de las Ciudades y Conflictos Sociales

Las ciudades gozaban de gobierno propio gracias a los privilegios reconocidos en sus fueros. Al final de la Edad Media, la burguesía urbana acaparó las funciones de gobierno, provocando a veces enfrentamientos sociales (La Busca y la Biga, en Barcelona). En Castilla, los reyes limitaron la autonomía de las ciudades nombrando funcionarios reales (corregidores) para reforzar su autoridad.

Crisis Bajomedieval y Conflictos Políticos

La crisis bajomedieval se caracterizó por la confrontación política:

  • Corona de Castilla: La sublevación de Enrique de Trastámara contra su hermanastro Pedro I provocó una guerra civil. También resurgieron las guerras civiles durante el reinado de Enrique IV debido a la lucha entre grupos nobiliarios.
  • Corona de Aragón: Se orientó hacia la expansión mediterránea (Cerdeña, Sicilia, ducados de Atenas y Neopatria). La crisis política se agudizó tras la muerte de Martín I y se resolvió con el Compromiso de Caspe (1412). Con Juan II, las tensiones internas desembocaron en una guerra civil en Cataluña.
  • Reino de Navarra: Sufrió un repliegue territorial. Con Carlos III, alcanzó estabilidad interna, pero a su muerte se desencadenó un conflicto sucesorio entre agramonteses y beamonteses.

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