Pueblos Prerromanos de la Península Ibérica: Tartessos, Íberos y Celtas
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Pueblos Prerromanos de la Península Ibérica
Desde el final de la Edad del Bronce y durante la Edad del Hierro, se desarrollaron diversas áreas culturales en la Península Ibérica. Estas culturas fueron el resultado de la evolución de las poblaciones indígenas y de las influencias recibidas de los pueblos colonizadores. Estos pueblos, que entrarían en contacto con los romanos a finales del siglo III a.C., compartían rasgos comunes como: la ausencia de unidades políticas homogéneas, la vida en aldeas fortificadas, el uso de la metalurgia y la importancia económica de la agricultura y la ganadería, entre otros.
Culturas Peninsulares Prerromanas
Entre las culturas peninsulares prerromanas, destacan las siguientes:
- Tartessos: El pueblo más antiguo conocido es Tartessos, ubicado en torno a la desembocadura del río Guadalquivir. No se han encontrado documentos escritos de este pueblo, pero se le menciona en textos griegos y fenicios. Los cartagineses, que deseaban controlar la ruta de los metales, hasta entonces en manos de Tartessos, destruyeron esta cultura. Tartessos había alcanzado un gran desarrollo en la minería y había establecido relaciones comerciales con griegos y fenicios, aunque su principal actividad era la agricultura. En 1960, se encontraron restos arqueológicos de gran valor que se cree que pertenecen a la cultura tartesia.
- Íberos: El pueblo íbero se agrupaba en tribus independientes, compartiendo una misma cultura, situadas en la parte oriental de la Península. Conocían la escritura, pero los documentos íberos encontrados no han podido ser descifrados. Económicamente, tenían una base agrícola, aunque en el sur la minería era importante. Las ciudades eran extensas, amuralladas y ubicadas en puntos estratégicos.
Las casas eran de planta cuadrangular o circular, construidas de piedra o adobe, y podían tener una o varias habitaciones. Las ciudades costeras estaban formadas por una clase dirigente que, además del poder económico, poseía el poder político, pudiendo participar en asambleas y magistraturas. Las ciudades del interior, sin embargo, ocupaban territorios más extensos y eran gobernadas por régulos.
Las ciudades íberas carecían de templos, aunque construían santuarios donde depositaban ofrendas, los exvotos, hechos de bronce, barro cocido o piedra, que solían representar guerreros con armas como la falcata y el casco. También se han encontrado tumbas con estatuas femeninas a tamaño real, entre las que destacan la Dama de Elche, la Dama de Baza y la Gran Dama Oferente, que servían de urnas cinerarias. Destaca también la Bicha de Balazote, una representación de un animal con influencia fenicia.
- Celtas: Los celtas, de procedencia indoeuropea, llegaron a la Península en grandes oleadas, situándose en el interior de esta entre los siglos IX y VI a.C. Se dedicaban a la agricultura de cereales de secano, a la ganadería porcina y a la metalurgia del hierro. Existían numerosas tribus celtas, destacando los lusitanos, los vacceos y los carpetanos. Gracias al contacto con la cultura íbera, surgieron los celtíberos, celtas influenciados por la cultura íbera. En la franja cantábrica se situaban los pueblos celtas menos desarrollados: los astures, los cántabros y los vascones. Los celtas habitaban aldeas fortificadas, llamadas castros, con escasas calles, y se organizaban en tribus o clanes. Dentro de estas aldeas, no existía la propiedad privada, ya que todo se repartía equitativamente.