Los Pueblos Prerromanos de la Península Ibérica y la Revolución Neolítica
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El Neolítico en la Península Ibérica
El Neolítico o "época de la piedra pulimentada" es el resultado de la revolución por la cual se inició el cultivo de la tierra, la domesticación de animales y la sustitución de los útiles de piedra tallada por otros de piedra pulida. Aunque comienza en distintos lugares al mismo tiempo, en Europa tomamos la fecha aproximada del 6000 a.C.
Entorno al 5000 a.C. surgen las primeras comunidades neolíticas en la Península. Las causas son la difusión por las costas mediterráneas de corrientes culturales procedentes de Oriente Próximo y la evolución de las culturas autóctonas en contacto con estas nuevas influencias.
Cambios en la sociedad y la economía
Durante la época anterior, el Paleolítico o "época de la piedra tallada", la sociedad se formaba por grupos nómadas de cazadores y recolectores con escasa especialización. Ahora, gracias al cultivo de la tierra y la doma de animales, se producen los primeros asentamientos de la población.
La economía pasa a ser productora, basada en la agricultura y la ganadería. Nuevos instrumentos de piedra ayudan en el cambio como hoces, azadas y molinos de mano para transformar el grano en harina y recipientes para almacenar el excedente, dando pie a la aparición de la cerámica. Además, surgió la actividad textil para elaborar los primeros tejidos.
En cuanto a la sociedad, aumenta la población al mejorar la alimentación. Con la vida sedentaria y el surgimiento de los poblados se especializa el trabajo y con él las desigualdades sociales.
Cultura y Megalitismo
En el campo cultural destacan los ritos propiciatorios para la agricultura, los enterramientos en fosas, la cerámica con distintas decoraciones y un mayor esquematismo en las figuras representadas. Durante el Neolítico avanzado o Edad de Cobre (3500-2200 a.C.) destacan las construcciones con grandes piedras y finalidad funeraria, lo que conocemos como cultura megalítica, de la que en Galicia se conservan numerosos vestigios.
La Revolución Neolítica que da pie a este período fue la primera gran transformación de la humanidad. Los cambios que resultaron de ella tendrán importantes consecuencias a lo largo de la historia, posibilitando la evolución de la sociedad.
Los Pueblos Prerromanos de la Península Ibérica
Se agrupan bajo esta denominación aquellos pueblos y culturas que entraron en contacto con los romanos cuando estos los conquistaron. Se diferencian tres conjuntos culturales: los pueblos íberos en la costa mediterránea, los celtas y celtíberos en el centro y norte peninsular y la cultura castreña en el noroeste. Junto a estos, existirán pueblos de menor extensión, como los vascones.
Pueblos del Sur y el Levante
En el sur y el levante se asentaron diversos pueblos con características comunes, y muy posiblemente con una lengua común o similar. Son los íberos, que se desarrollan a partir del siglo VI a.C. El contacto con los colonizadores (fenicios y griegos) impulsó su desarrollo cultural. Tenían una economía agrícola y ganadera, y también practicaban el comercio y la minería. La sociedad estaba jerarquizada, dominada por la aristocracia encabezada por el monarca. Produjeron un arte muy refinado del que el mejor ejemplo es la Dama de Elche.
En el suroeste peninsular, en la primera mitad del primer milenio, destaca la cultura tartésica que posiblemente mantendría un contacto comercial con fenicios y griegos. En la segunda mitad del primer milenio a.C. Tartesos desapareció sin que aún sepamos las causas de su desaparición.
Pueblos de la Meseta y del Occidente Peninsular
Al centro peninsular la influencia de los colonizadores llegó muy débilmente. Habitado por diversos pueblos independientes en los que se mezclan culturas de tradición celta y elementos indígenas, reciben el nombre de celtíberos. Vivían en poblados protegidos por sistemas defensivos, se dedicaban a la agricultura y la ganadería, y tenían un elevado nivel técnico en la fundición de armas de hierro y piezas de orfebrería.
Los celtas fueron un pueblo indoeuropeo procedente de Centroeuropa, creadores de la cultura de Hallstatt y La Tène, que vinieron en dos oleadas integrándose con los pueblos indígenas de la península en el primer milenio conformando el denominado mundo celta. Una muestra de su huella son los Toros de Guisando en la provincia de Ávila.
En el occidente peninsular destacan los vascones en la zona occidental de los Pirineos y la cultura castreña en el noroeste. En esta última el elemento más significativo es el castro, poblado defendido por fortificaciones que acoge en el interior construcciones domésticas de piedra con planta circular. Se desarrolla entre los siglos VIII a.C. y I d.C., por lo que continuó tras la conquista romana evolucionando sus rasgos.
El área cultural comprendía la actual Galicia y se prolongaba hasta el río Duero por el sur y por el este hasta el Sella. Eran pueblos independientes, que no formaban una unidad política. Vivían de la agricultura y ganadería, y desarrollaron una importante minería y metalurgia.
La Romanización
Estos pueblos, que se desarrollan durante la Protohistoria (período comprendido entre las invasiones indoeuropeas 1200 a.C. y la invasión romana), forman el sustrato sobre el que actuará la romanización.