El Protocolo de Kioto: Orígenes, Metas y Repercusiones en la Lucha Climática

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Introducción al Acuerdo Histórico

El Protocolo de Kioto es considerado el acuerdo institucional más importante en relación con el cambio climático. Su origen se encuentra en la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC), establecida en 1992.

Este protocolo buscó reducir las emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI) de los principales países industrializados. El objetivo era que, en el periodo comprendido entre 2008 y 2012, estas emisiones descendieran un 1,8%* por debajo de los niveles registrados en 1990. (*Nota: Este porcentaje podría referirse a un objetivo específico o promedio para los principales países industrializados, mientras que el objetivo global de reducción del Protocolo para el conjunto de países comprometidos fue de al menos un 5%).

El Protocolo de Kioto se aplica a las emisiones de seis gases de efecto invernadero principales:

  • Dióxido de carbono (CO₂)
  • Metano (CH₄)
  • Óxido nitroso (N₂O)
  • Hidrofluorocarbonos (HFC)
  • Perfluorocarbonos (PFC)
  • Hexafluoruro de azufre (SF₆)

Origen Detallado: La Convención Marco de las Naciones Unidas

El Protocolo de Kioto tiene su origen en la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC), la cual fue aprobada en la Sede de las Naciones Unidas, en Nueva York, el 9 de mayo de 1992.

La Convención Marco sobre el Cambio Climático busca “la estabilización de la concentración de gases de efecto invernadero en la atmósfera a un nivel que impida interferencias antropogénicas peligrosas en el sistema climático”. Además, establece una estructura general para los esfuerzos intergubernamentales encaminados a resolver el desafío del cambio climático.

Reconoce que el sistema climático es un recurso compartido que puede verse dañado por todas las actividades (incluyendo las industriales) que emiten dióxido de carbono y otros gases de efecto invernadero (GEI).

Adopción, Ratificación y Entrada en Vigor del Protocolo

Tras dos años y medio de negociaciones, el Protocolo de Kioto fue adoptado en la tercera Conferencia de las Partes (COP3) en Kioto, Japón, el 11 de diciembre de 1997.

El compromiso colectivo establecido fue un recorte total de las emisiones de gases de efecto invernadero de al menos el 5% con respecto a los niveles de 1990, a alcanzarse en el primer periodo de compromiso (2008-2012).

La Unión Europea ratificó el Protocolo de Kioto el 31 de mayo de 2002. El protocolo entró en vigor el 16 de febrero de 2005, después de la ratificación por parte de Rusia. Para su entrada en vigor, se requería la ratificación de al menos 55 países Partes de la Convención, que incluyeran suficientes países industrializados (listados en el Anexo I de la Convención) como para cubrir el 55% del total de las emisiones de dióxido de carbono de ese grupo en 1990.

No obstante, varios países industrializados, entre ellos Estados Unidos y Australia (aunque Australia lo ratificó posteriormente en 2007), inicialmente se negaron a ratificar el protocolo o no participaron en el primer periodo de compromiso de la misma forma.

Gases de Efecto Invernadero Regulados por el Protocolo

Como se mencionó anteriormente, y reiterando la información del documento original, el Protocolo de Kioto se aplica a las emisiones de seis gases de efecto invernadero:

  • Dióxido de carbono (CO₂)
  • Metano (CH₄)
  • Óxido nitroso (N₂O)
  • Hidrofluorocarbonos (HFC)
  • Perfluorocarbonos (PFC)
  • Hexafluoruro de azufre (SF₆)

Objetivos Específicos y Compromisos Diferenciados

Los objetivos individuales para los países firmantes variaban, desde una reducción del 8% hasta un crecimiento máximo del 10% respecto a las emisiones del año base, fijado en 1990 (con la posibilidad de utilizar 1995 para los gases fluorados industriales: HFC, PFC y SF₆). Según cita el Protocolo, el objetivo era “reducir el total de sus emisiones de los GEI a un nivel inferior en no menos de un 5% al nivel de 1990 en el periodo de compromiso 2008-2012” a nivel mundial para los países comprometidos.

La Unión Europea, por ejemplo, asumió un objetivo conjunto de reducción del 8% de sus emisiones de 1990 para el periodo 2008-2012. Esta reducción fue distribuida de forma diferenciada entre sus Estados Miembros, en función de sus características individuales. En este marco, el Estado Español asumió un objetivo que permitía un incremento máximo del 15% de sus emisiones de GEI respecto a las generadas en 1990 para dicho periodo.

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